Afiche. Filme surcoreado basado en una novela gráfica francesa. No en EL TREN DEL INFIERNO, como pensé primero |
Que creo es cuanto he visto de la película;
la pillé empezada. Pero aun así logró atraparme e interesarme. Prevengo,
empero, de este dato, por si el comienzo contiene detalles que ignoro y modifiquen
este comentario.
Para quienes ni siquiera hayan visto ese
porcentaje destaco no obstante que estamos ante una distopía de corte climático.
Vivimos el terror del Cambio Cli: por tanto, recrean una profunda Era Glacial
Moderna que lo convirtió todo en paraje polar (nada nuevo. Existen precedentes.
Sucedió que el espectacular Apoquelipse Nuclear arrasó con cualquier otro tipo
de megacatástrofe que nos aniquile).
Parece ser existen únicamente los pasajeros
confinados dentro de un supertren que avanza Avanza AVANZA incesante por rieles
soldados hasta conformar una peculiar faja de acero helado alrededor del ancho
mundo congelado. La población se estratifica entre las clases humildes/obreras
del furgón de cola y los sibaritas de la cabecera del convoy, que viven estrechas
comodidades que rememoran las existentes antes del Hielo Global.
Desde las sórdidas entrañas terminales del
convoy asimismo avanza Avanza AVANZA una sangrienta revolución proletaria,
encabezada por CHRIS EVANS, hacia la Máquina, artefacto prodigioso blindado que
destroza los icebergs que el clima ha ido amontonando en distintos puntos del
viario merced al empuje e inercia que proyectan diecisiete años de marcha constante.
Esperan lo de siempre: mejoras en sus dramáticas condiciones, alimentos de superior
calidad, respuestas, resolver un enigma que realza más las miserables condiciones
vitales que padecen hasta los privilegiados que habitan detrás de la Máquina,
que un adecuado adoctrinamiento ha ido dotando, con los años, de propiedades
casi místicas.
Impera en esta cinta sobre un modo de
supervivencia extrema la claustrofobia de circular en un medio cerrado en
perpetuo movimiento y cómo esto deforma las condiciones psicológicas de sus
ocupantes. No para. No toma reservas. Continúa noche-y-día. A los numerosos y
apiñados habitantes del furgón de cola se les priva aun el poder mirar por las
ventanillas un planeta blanco (creo que al estilo de la novela LA NAVE DE LOS HIELOS de MICHAEL
MOORCOCK), acusando sensación de encierro permanente que combaten con el pánico
a la muerte inmediata por congelación y saberse los últimos habitantes de la
Tierra. ¿Qué se espera de ellos? ¿Repoblación? Parece que ni eso; viven sólo
con la inercia y la locura acumuladas tras diecisiete años sobre los helados
raíles.
El cabecilla de la última exitosa
sublevación hace un estremecedor relato sobre las condiciones como ascendieron
los supervivientes al tren (inspiración de un magnate que estimaron alucinado,
más que visionario) y quedaron prensados en los furgones finales del vasto
tren. El canibalismo. La brutalidad humana desnuda. El peor retrato de la gente
en condiciones últimas, asediados por la certeza de la cierta muerte inmediata al
salir al exterior. El tren cobija generaciones nacidas dentro de sus vagones.
Jamás han pisado tierra. Todo es ese traqueteo infinito y oscilante de los
distintos cambios de nivel que los rieles experimentan.
Esta sierpe de acero lleva viajando diecisiete años sin pausa. El paisaje confirma que no se desea tampoco parar mucho en ninguna parte |
Y la cuestión del 74% que llama la atención
una vez reparas en él. En un entorno como el que Evans describe de manera tanto
vívida como trágica, reflexionas para descubrir que Rompenieves comparte el mismo fallo que ¡HAGAN
SITIO! ¡HAGAN SITIO! Si bien en este filme son más radicales, no eluden
el hecho de que una Humanidad empobrecida,
enflaquecida, hambrienta, carente de lo esencial, desarrollaría pronto epidemias,
plagas que harían innecesario el expeditivo modo de cómo obtener el “conciliador”
74%. El contagio incluso se extendería a los sectores privilegiados. La Muerte
tripularía un tren vacío destinado a no parar jamás por un paraje nevado. Sin
embargo, se obvia el detalle.
Claro. Si lo contemplan, no habría película… (ni novela gráfica, por cierto).