Afiche. SFX aparte, cada vez parece más disparatado que existan ciudades rodantes. Otra fantasía post Milenio Trágico |
Aunque la película en la que PETER JACKSON
(quien parece preferir las trilogías —¿por qué será?—) está más/menos
involucrado, proceda de una novela, o saga, son demasiado obvios los
paralelismos con LOS
SEÑORES DEL CIELO como para ignorarlos. Por eso creo, a falta de una
versión filmada de las novelas de JOHN BROSNAN, acertado que esta reseña continúe
a la de ese libro.
Sospecho empero que muchos lectores
encontrarán peregrina mi afirmación, aunque mi récord respecto a encontrar
paralelismos entre lo que aparentan no tenerlos sigue imbatido. Por otra parte,
recuerdo que hay novelas llevadas al cine que se parecen a su adaptación como
un huevo a una castaña. Como BLADE RUNNER.
Coges la idea, la pones en un contexto pre-cyberpunk,
aturdes al público, enojas a la crítica que luego la ¡aclama!, contrastas libro
con filme y aprecias que concuerdan en pocos detalles. Así que la novela en que
basan esta dinámica aventura postapoqueclipse en un Remoto Futuro de nuestro
planeta puede ser bastante fiel a lo filmado o ser su antónimo. READY
PLAYER ONE casi sufre ese avatar. (Y eso que el libreto es, en
parte, de su propio autor.)
Dos elementos destacan en una película de
un vehemente cromatismo insoslayable; es acaso su efecto más sugerente. La
ingeniería computarizada de los SFX hace muy tangible mucho de lo que sabemos
es un fondo de color verde. Los actores parecen acostumbrarse a este detalle e
intentan adecuar con naturalidad su interpretación a unos escenarios
fantabulosos que sólo viven en la imaginación. Este es uno de los elementos a considerar:
que la película es, como casi todas de un tiempo a esta parte, un festín
salvaje de SFX epatantes más que de diálogos o actuaciones deslumbrantes.
A una nación de piratas le corresponde un futuro de país de saqueadores terrestres. Pasmosa mole rodante siempre hambrienta circulando por una Europa del Remoto Futuro |
El otro es la endeble trama, sazonada con
el eterno combate entre el Bien y el Mal, la corrupción, la ambición, el honor,
los amores “imposibles” debido a las diferencias de clase, etc. Funciona merced
a un apartado visual exuberante, seductor. Mas cuesta creer que una urbe,
aunque minimizada a su esencia monumental más histórica, ruede por esos páramos
dejados de la mano de Dios sobre una pavorosa arquitectura steampunk en pos de combustibles hasta un brodignaniano dique
forrado de acero, ¡MÁS ACERO! y la artillería de una fortaleza moderana descollando
en su cumbre para conquistar la otra parte del ancho mundo sin sufrir
aparatosas averías, guerras devastadoras con competidores de igual tamaño,
cualquier otra calamidad potencial.
Cuanto más lo pienso, sí, ajá, mucho debe
esta película, y quizás su novela, a Los
Señores del Cielo. Hasta hay un guiño a tal serie en los piratas aéreos que,
suicidas, intentan parar la ciudad rodante de Londres para evitar cause mayores
estragos. Así que los futuros espectadores estáis avisados. Esto vais a
encontrar.
Un visionario ávido del poder definitivo. Sabe que las Grandes Metas exigen Grandes Sacrificios. No lo pararán las nimiedades morales |
Una última cosa: pese a las objeciones que
pueda plantear a Mortal Engines, debo
reseñar: aparatoso aparato de Hollywood aparte, la película viene de Nueva
Zelanda. Casi el culo del mundo, sin querer faltar. Por tanto se infiere que es
un lugar hum… provinciano. Atrasado con lo que sería el flujo dinámico de
novedades de Europa. Pues bien: ¿cómo hacen semejantes películas, y nosotros
estamos en la comedieta gilipollas que parecen refritos de episodios de SEINFELD o FRIENDS? ¿Qué sucede: carecemos del arrojo, el talento, la
iniciativa, para imitar a personas, nada excepcionales, que se supone viven en apartadas
granjas? Porque Jackson empezó con filmes cutres de terror y termina rodando,
SEÑOR DE LOS ANILLOS aparte, cosas de esta envergadura.
¿Qué hacen los directores españoles? ¿El gamba? ¿Refugiarse cobardes en lo de que
“allí está el $, aquí el talento”? ¿En Nueva Zelanda? ¿O Australia? ¿El $? ¿Por
qué no podemos ser como ellos? Nada nos diferencia. En lo sucinto somos seres
humanos con capacidad para CREAR. Les diré dónde están: escondidos en las
ramerías (de rameras) culturetas de Ixquierdas y los clichés del “artista” entre
lo bohemio y el comprometido social, en vez de forjando leyendas. Quejarse es
mucho más productivo que ser… productivo.