Una tradición cara a la promoción que se ha instaurado en estos blogs |
No sé si es un efecto positivo, o no, de
esa globalización que suponía un concepto de la Humanidad más amplio y
fraternal; la caída de fronteras; la más abierta comunicación; el conocimiento
exacto de las necesidades ajenas y la búsqueda en conjunto de soluciones a
problemas tribales
atávicos heredados de las cavernas. Lo cierto es que esa moda anglosajona (lo reseño
por cuanto nos bombardean mediante series de TV o filmes) de Halloween se impone
a la más sacra, recatada, recogida, valga la redundancia, idea de nuestros Todos
los Santos. Obligada visita a las tumbas de familiares difuntos, para mirar con
aire de circunstancia lápidas que, en el fondo, nada nos decían.
Era un trámite que pedía respeto por el
finado y reflexión sobre nuestra estancia en esta perra vida que tantos esperan
amargarnos de infinitas maneras. Para los floristas era (espero siga siéndolo) día
cojonudo: hacían ventas. Había que honrar las memorias con unos escogidos
ramilletes, rezar una plegaria, ponernos cariacontecidos cavilosos, y salir del cementerio esperando el día mejorase.
Halloween no tiene nada de lo sacro que el
cristianismo (el catolicismo, pienso) le ha dado. Fiesta pagana (Samain celta)
de corte religioso, esto de que la gente se disfrace y salgan a pedir chucherías
es como intentar desmitificar lo tenebroso de la Muerte. Una especie de
tomémoslo con humor. No es para tanto. ¡Dan chocolatinas! No sé cuánto esa
frivolización de la Parca es buena, pues relativiza sus peores efectos. Es como
la violencia y los videojuegos. Insensibiliza a sus terribles consecuencias.
De todos modos, conviene recordar que los apóstatas
que reniegan (ya mismo) de las Navidades por su carácter religioso (pretexto:
su faceta comercial, explotada a fondo por El
Cortinglés), empero se empuercan de Halloween, deberían recordar, ¡oh
supremos laicos!, que, aun pagano, HALLOWEEN ES un acontecimiento RELIGIOSO.
¿Navidad, no, Halloween, sí? Menuda hipócrita
contradicción, ¿no?
Reflexionadlo mientras buscáis caries en
forma de caramelos de calaveras.