Cubierta. Lo más atractivo de un libro anodino: las ilustraciones de MIKE MIGNOLA, padre del engendro rojo (éste rojo, de nuestra parte) |
Sobre los (obligados) ditirambos (comerciales) que MIKE MIGNOLA vierte tanto de la novela como del autor, está la verdad. Pesada, densa, insoportable como una losa. De cementerio, de hormigón, de uranio. Y la verdad es: esta obra es insufrible.
Pertenece a ese género que, conforme
avanzas, te desespera. Deseas acabarla para recluirla donde no estorbe o jamás puedas
verla. Una creciente sensación de irritación fue dominándome según los
capítulos pasaban, incapaz INCAPAZ de ver el final… ¡hasta que llegó! Menos
mal. Pues una vez empiezas, y decides dejarla por mor de su deleznable calidad,
deja el prurito de terminarla, porque, si más adelante juzgas hubo
circunstancias puntuales que impedían contactar con ella, decides retomarla, y
esta vez, por cojones, tienes que finalizarla. Alguna vez debe ser. ‘Retomarla’
significa ‘empezar de nuevo’, tragarte la basura del comienzo, otra vez, para
seguir deglutiendo mediocridades (o absurdos, como el del camello que
espachurra Hellboy) hasta llegar, ¡por fin!, al fin.
Este ha sido el caso. Al quinto capítulo
quise dejarla, mas me vi en la tesitura de que tal vez deseara releerla por
Navidad por lo ya explicado. Armándome de valor (y paciencia), acabé el libro…
esperando no tropezarme con él, al menos, durante una década.
CHRISTOPHER GOLDEN en pose campechana, después de talar unos cuantos árboles, al parecer |
Mediocre es óptima definición para una novela que
hace prosa al icónico personaje de Mignola. Y la defino mediocre por respeto al trabajo que tuviera redactarla. Nada más.
Porque CHRISTOPHER GOLDEN regala “momentos” de suma incompetencia narrativa que
perjudican (o desnudan) su (supuesta) habilidad como cuentista.
Por partes. He descubierto que hay
personajes (gráficos) que no pueden salir de su cuna. ¿Paradigma? Hellboy. Creado para la vista, se mueve con
ágil gracia por entre las viñetas, las cuales realzan, o deprimen, sus virtudes
o defectos. Hellboy es, por entero,
visual. Dinámico. Mignola intenta impregnar suerte de horror lovecraftiano al grueso de sus relatos que la palabra
escrita no puede trasladar, por mucho empeño pongan (aunque, no sé, quizás
STEPHEN KING…). Golden, desde luego, fracasa en el grave cometido.
Tal vez le escogieron por ser un tiradillo, cobrar poco, parecer aún
bastante competente para finiquitar el proyecto. Dark Horse (¿o Mignola le eligió?) se ha estrellado con esta decisión.
La prosa de Golden es del todo/completamente lineal. Sin inspiración. Ni giros
interesantes. Ni metáforas afortunadas. Sin construcciones hábiles. Psicología
plana, como lápida, la de los presentes a la historia. Todo estereotipos.
Desdramatizado. Pueril.
Incombustible a la producción literaria, que es extensa. Desde luego, con este HELLBOY no hace méritos, me parece |
Hellboy, gracias a esta historia, deja claro es
“de interiores”: catacumbas o similares ruinas. Y nazis. Tan de interior es que
la novela coge algún pulso cuando están bajo tierra, en esa extraña ciudadela
de “gusanos de la Tierra” de la cual dimana la amenaza. El resto del relato, el
pasado sexual de Hellboy, es tal nimiedad, pese a que entusiasme a Mignola, que
podían habérnosla ahorrado. Nada ayuda. *Además, Hellboy es un “solitario” tipo
duro (o “machista misógino”, en el garlar actual impuesto por el
nacionalfeminismo fecundado por peleles y eunucos); le diluye mezclarlo con
mogollón de personajes. Roban su protagonismo. Así que, dentro de una tramoya con
agentes del MI5 y tropas internacionales durante la crisis de Libia y REAGAN, y
luego la doctora ANASTASIA BRANSFIELD, su “pasado sexual”, se pierde entero.
Queda noqueado.
Golden no sabe resolver solvente situaciones insólitas. Un ejemplo, o dos. Un monstruo estilo CHTULHU sale a la luz, y no induce al grupo citado el más mínimo-nimio estrés o pánico. Zombies prehistóricos intentan apiolarse a Hellboy, y el personal queda tan campante. Todo muy normal. Ni diálogos exaltados, miedos exudados, medidas extras de seguridad, histéricos exacerbados exigiendo escapar. Total: eran engendros revividos por el endiosado hechicero megalómano de turno deseando conquistar la Tierra mediante brujería. ¡Más peligro tiene cortarse con un papel, oiga!*A tal nivel discurre el talento de Golden. El drama no lo conoce ni de oídas.