viernes, 22 de octubre de 2021

ALGODÓN EN HARLEM — LAS MINORÍAS TAMBIÉN DELINQUEN

 

Una de las tantísimas portadas
para esta vigorosa novela que
se destaca por su poderoso y
ágil ritmo narrativo

Tenía particular interés en saber cómo un escritor afroamericano desarrollaría un noir, género (sea hard boiled-policíaco) que tanto TANTO depende de la idiosincrasia de los personajes y su ecosistema. Su entramado psicológico, cómo el entorno presiona, perfila, remodela, afila, achata, el carácter del personal. CHESTER HIMES (fallecido en nuestro país, a donde vino huyendo de las presiones raciales de Norteamérica) responde de forma tan admirable como vigorosa esas cuestiones en esta novela con grato regusto pulp, mostrando un entramado de sujetos y situaciones sociales implacables a ambos lados del color de la piel.

De mano de dos durísimos detectives de policía negros adscritos a Harlem, GRAVER DIGGER y COFFIN ED, profundos conocedores del conflictivo y legendario barrio neoyorkino y qué clase de tipejos lo habitan, Himes procura ser tan honesto en su narración como le es posible tratando el tema racial. Huye cuanto puede del victimismo de la minoría aplastada por el supremacista bianco. Para eso crea al REVERENDO DEKE O´MALLEY, estafador negro sin reparos de explotar los anhelos de prosperidad y libertad de su raza, montando un espectáculo pseudorreligioso definido Retorno a África. Los interesados apoquinaban mil dólares arduamente ahorrados/trabajados y así obtenían camarote en un barco fletado por el reverendo Deke que les devolvería a África.

Ignoras a dónde de África, porque las cosas por allí los telediarios las muestran candentes en numerosos países. Empero lo importante era ir allí, obtener vivienda digna (el dibujo de Himes sobre el Harlem negro —aun hispano— es chabolista, de edificios cutres en plena kippelización) y un mulo para arar tu parcela, y a vivir de las cosechas.

CHESTER HIMES, quien
parece encontró su vocación
literaria en la cárcel. Una vida
un tanto aventurera que fue a
encontrar su fin en España

Himes relata el descarnado retrato de unos brutales desalmados que hurgan y explotan la miseria de los desesperados situados en escalones muy bajos de la Sociedad, próximos a la delincuencia o condenados a empleos de baja categoría tanto por su color de piel como por la carencia de formación adecuada, propiciada, directa o indirectamente, por los biancos. Que esto sea Nueva York apenas significa mucho. No es tan descarado como Birmingham, Alabama, pero el apartheid ronda cerca. Descritos los hechos de O´Malley (quien ya ha tenido problemas con la Mafia, por cierto), ¿tan malos resultan los biancos? Al menos, van de cara, como el timador CORONEL CALHOUN y su “contramovimiento” de Regreso al Sur, donde ofrecía a la población de Harlem un apacible y paternalista retorno a los tiempos del idealizado Sur confederado. Ahí plantea Himes la pregunta.

Las minorías tienden a un victimismo sobrealimentado que adultera las verdades históricas. No niego la esclavitud, cuidado, ni sus excesos. Me refiero a ese victimismo que declara: Nosotros, Minoría Tal, fuimos vestales oprimidos por el Conquistador Bianco pues, antes de su llegada, vivíamos en una socialista armonía femeecológica inspirada por la Virgen sin Madre. Vale. ¿De dónde salen entonces los tíos como O´Malley? Son de tu raza. Comparten tus miserias. Peor: las incrementan sin escrúpulos.

Afiche afro de la adaptación al
cine de esta novela. Creo haberla
visto. Recuerdo algo

Esa fraudulenta exageración victimista de las minorías lloronas encuentra entre los biancos un légamo de gilipollas instalados en poltronas que, por un lado, se sienten responsables/culpables (rasgo que las minorías explotan de forma artera) y, por otro, ven un afán de lucro insaciable basado en “retribuir” por los daños. Y esa despreciable faceta debemos denunciar. Falta a la justicia y a la verdad, sea ésta moral o histórica.

Sobre Graver Digger y Coffin Ed sólo pueden decirse cosas buenas… siempre que no te sacudan o apliquen su tercer grado fuera de la ley. Comprenden del entorno donde se mueven que confiarse puede ser fatal. Chulos, embusteros, ladrones, psicópatas, yonquis…, oportunistas donde las mujeres son muy agresivas, dispuestas a explotar su sexualidad sin remilgos feministas. En especial, según Himes, las mulatas, a las que presenta llenas de ambición, peligro y (bi)sensualidad basado, al parecer, en la explosiva mezcla de sus dos razas.