Colorista afiche que avanza varios de los ingredientes de esta cinta. Serie B que aspiraba a algo más |
Resultona Serie B filmada por STUART GORDON que podía haber destacado más merced
a inversión mayor o, incluso en su contexto, con sus medios, haberse tomado el
concepto más en serio (a lo SAM RAIMI, para mantener el aire de comedia
“irreverente”, empero plasmada de exótica forma visual), eludiendo algunas
bromas que el tiempo (y el abuso) han transformado en chabacanos y manidos
guiños desfasados de una burda sexualidad que avinagra el espectáculo, por
haber dejado de tener el efecto perseguido.
DENNIS HOPPER tampoco manifiesta su momento
más gloricioso, importa reconocer. Su
carrera no parecía atravesar idóneo momento; la cinta es una mierda con baratos
SFX, cumplo mi contrato esperando que en el ínterin algo más glamouroso surja. Así que hago de
aquella manera de maduro transportista del espacio exterior, con mi camión
cósmico cruzo medio Sistema Solar, acompañado de dos jóvenes promesas en
ciernes (a ver si la tía se enrolla en algún momento conmigo) y punto. ¿Qué más
queréis?
Actúa parsimonioso. Parece fue escogido merced
al binomio: es actor conocido-está “boquerón” de ca$h, en cierta forma nos hacemos un mutuo favor. ¿Resultado? Una grata
Serie B que maneja varias ideas
consagradas (ALIEN, THE TERMINATOR) en una clave insólita,
como las entretelas del futuro transporte sideral. Siempre engancha más el
concepto si lo acercas a la escala del currante, y si encima le pones un
camionaco que puede viajar a hyperluz entre maquetas sobrantes de EL
ENANO ROJO, pues mira,
sólo falta que pongamos voluntad todos para echar unas risas durante el rodaje.
Estos héroes podrán salvar la Tierra si les dejan. Nada en sus entretelas les insinúa cuentan con el carisma capaz de acometer la complicada gesta |
Al fin y al cabo, esto no va a los Oscars; acaso lo estrenen en cines de Canadá (ese país tan ejemplar y civilizado que quema los TINTÍN y ASTERIX —quién iba a decirlo; qué elogioso retroceso al nazismo
procede de allá—), apartados aun de las capitales, acá/allá de Europa, mas convéncete:
esto es pura carne de vídeoclub.
Sus jóvenes compañeros tampoco relumbran
demasiado. Vaga sensación de apatía (estamos en historia típica de monstruos
del espacio, el contubernio mafioso estilo JIMMY HOFFA pero atañendo al
transporte de carne porcina marciana, la secuencia del semidespelote, el malo
en plan DR. MUERTE, lo de los atributos masculinos mecanizados… vaya, ¡qué nuevo
es todo esto, ¿verdad?! Pufff…) distingue su interpretación. Imitan a Hopper en
lo de: Hagamos nuestros planos, recitemos nuestros parlamentos, cobremos lo contratado,
aguardando que GEORGE LUCAS o $TEVEN $PIELBERG nos descubran para filmar algo
realmente digno/enjundioso.
El malo tiene su punto y hasta desaparece con la adecuada dignidad. Y que no falte el pseudo striptease para animar al decaído personal |
Aunque repito: la película (no sé cuánto de
culto; algún poetastro cornudo habrá que la ¡ensalce! por esnobismo full moon) tiene diversos atractivos que
debieron mimar más. Sus SFX no son tan tirados como podría esperarse; el malo
biónico trata de engrandecer el cliché como/cuando puede/le dejan; dibuja distopía
en que la Tierra está cada vez más purriosa, el Colapso Cli avanza, el dólar USA está tan devaluado que cualquier
cantidad brutal actual es calderilla entonces, la idea en sí de los
transportistas espaciales genera supuestos sobre cómo se han desarrollado,
sindicado, encontrado repuestos, enemigos, interactúan con la Sociedad extraterrana
que la expansión de la Humanidad por nuestro Sistema Solar produce, con
colonias más/menos independientes, causando problemas a la Tierra, o continúa fiel
a ella, todas esas tramas que la ciencia ficción desarrolla por hábito,
volviéndose predictiva sin necesidad de saturarse de la cara especia geriátrica
de Dune-Arrakis.
La imparable amenaza biónica cultivada en Neptuno. No obstante, cuenta con su punto flaco |
Obra con la cual guarda leve similitud, vista desde el aspecto del transporte. Toda la idea del viaje en un mamotreto computarizado, con peligros acechando en el espacio (el clásico campo de meteoritos —gracias, George L, por la ocurrencia—), rebosa un aventurero romanticismo que el presupuesto, sin duda, menoscabó. Aunque es campo bien abonado, si no para secuela, sí para construir historias paralelas que aprovechen los flecos que quedaron deshilvanados en su momento.