viernes, 1 de octubre de 2021

TRANSPORTE ESPACIAL — PELÍCULA QUE PUDO SER MÁS

 

Colorista afiche que avanza varios
de los ingredientes de esta cinta.
Serie B que aspiraba a algo más

Resultona Serie B filmada por STUART GORDON que podía haber destacado más merced a inversión mayor o, incluso en su contexto, con sus medios, haberse tomado el concepto más en serio (a lo SAM RAIMI, para mantener el aire de comedia “irreverente”, empero plasmada de exótica forma visual), eludiendo algunas bromas que el tiempo (y el abuso) han transformado en chabacanos y manidos guiños desfasados de una burda sexualidad que avinagra el espectáculo, por haber dejado de tener el efecto perseguido.

DENNIS HOPPER tampoco manifiesta su momento más gloricioso, importa reconocer. Su carrera no parecía atravesar idóneo momento; la cinta es una mierda con baratos SFX, cumplo mi contrato esperando que en el ínterin algo más glamouroso surja. Así que hago de aquella manera de maduro transportista del espacio exterior, con mi camión cósmico cruzo medio Sistema Solar, acompañado de dos jóvenes promesas en ciernes (a ver si la tía se enrolla en algún momento conmigo) y punto. ¿Qué más queréis?

Actúa parsimonioso. Parece fue escogido merced al binomio: es actor conocido-está “boquerón” de ca$h, en cierta forma nos hacemos un mutuo favor. ¿Resultado? Una grata Serie B que maneja varias ideas consagradas (ALIEN, THE TERMINATOR) en una clave insólita, como las entretelas del futuro transporte sideral. Siempre engancha más el concepto si lo acercas a la escala del currante, y si encima le pones un camionaco que puede viajar a hyperluz entre maquetas sobrantes de EL ENANO ROJO, pues mira, sólo falta que pongamos voluntad todos para echar unas risas durante el rodaje.

Estos héroes podrán salvar la Tierra si les dejan.
Nada en sus entretelas les insinúa cuentan con el
carisma capaz de acometer la complicada gesta

Al fin y al cabo, esto no va a los Oscars; acaso lo estrenen en cines de Canadá (ese país tan ejemplar y civilizado que quema los TINTÍN y ASTERIX —quién iba a decirlo; qué elogioso retroceso al nazismo procede de allá—), apartados aun de las capitales, acá/allá de Europa, mas convéncete: esto es pura carne de vídeoclub.

Sus jóvenes compañeros tampoco relumbran demasiado. Vaga sensación de apatía (estamos en historia típica de monstruos del espacio, el contubernio mafioso estilo JIMMY HOFFA pero atañendo al transporte de carne porcina marciana, la secuencia del semidespelote, el malo en plan DR. MUERTE, lo de los atributos masculinos mecanizados… vaya, ¡qué nuevo es todo esto, ¿verdad?! Pufff…) distingue su interpretación. Imitan a Hopper en lo de: Hagamos nuestros planos, recitemos nuestros parlamentos, cobremos lo contratado, aguardando que GEORGE LUCAS o $TEVEN $PIELBERG nos descubran para filmar algo realmente digno/enjundioso.

El malo tiene su punto y hasta desaparece con la
adecuada dignidad. Y que no falte el pseudo
striptease para animar al decaído personal

Aunque repito: la película (no sé cuánto de culto; algún poetastro cornudo habrá que la ¡ensalce! por esnobismo full moon) tiene diversos atractivos que debieron mimar más. Sus SFX no son tan tirados como podría esperarse; el malo biónico trata de engrandecer el cliché como/cuando puede/le dejan; dibuja distopía en que la Tierra está cada vez más purriosa, el Colapso Cli avanza, el dólar USA está tan devaluado que cualquier cantidad brutal actual es calderilla entonces, la idea en sí de los transportistas espaciales genera supuestos sobre cómo se han desarrollado, sindicado, encontrado repuestos, enemigos, interactúan con la Sociedad extraterrana que la expansión de la Humanidad por nuestro Sistema Solar produce, con colonias más/menos independientes, causando problemas a la Tierra, o continúa fiel a ella, todas esas tramas que la ciencia ficción desarrolla por hábito, volviéndose predictiva sin necesidad de saturarse de la cara especia geriátrica de Dune-Arrakis.

La imparable amenaza biónica cultivada en 
Neptuno. No obstante, cuenta con su punto flaco

Obra con la cual guarda leve similitud, vista desde el aspecto del transporte. Toda la idea del viaje en un mamotreto computarizado, con peligros acechando en el espacio (el clásico campo de meteoritos —gracias, George L, por la ocurrencia—), rebosa un aventurero romanticismo que el presupuesto, sin duda, menoscabó. Aunque es campo bien abonado, si no para secuela, sí para construir historias paralelas que aprovechen los flecos que quedaron deshilvanados en su momento.