Bueno; la cubierta nada tiene que ver con el contenido del relato, ameno, bien escrito y plagado de ingenuidades que lo hacen entrañable |
Me gusta combatir la mala fama que tienen
estas publicaciones, el pulp en general, con lo que le deben. También
entre los Grandes Hitos Literarios hay tostones u obras sobredimensionadas por
el esnob gusto del crítico de turno. Estas “novelitas de a duro” cumplían (aún
cumplen) su simple objetivo: ocio. Provocar incluso el deseo del lector por
sumergirse en renombrada prosa más próspera, tantear incluso a autores más
recientes y estimulantes.
Escritos por españoles bajo pseudónimo anglo, pensando así tendrían mayor
alcance/difusión/notoriedad del que tendría algún JOSÉ PÉREZ, o ANTÓN GARCÍA, estos
textos ofrecían rápidos cuentos de unas veintitantas mil palabras escritos con
un escueto aunque explícito lenguaje que sufría de esta peculiaridad: la trama
podía contener sugerentes elementos tangenciales que el autor, sacrificándolos
por mor de la extensión dictada por el editor (el inefable Bruguera, de tan mal
recuerdo), quedaban en la cuneta desperdiciadas. Regaldie hace esto en su novela.
Bien escrita, con garboso vocabulario
elegante, manifiesta las limitaciones de su época. Influenciada por relatos de consagrados
como HEINLEIN, BRADBURY o aún LEIBER, se ciñe a los parámetros trekkies
del teletransporte y las civilizaciones al límite que antaño gozaran de un notable
poderío que sirvió a su vez para conducirles a la extinción.
El autor, AL(FONSO) REGALDIE, que cuenta en su haber con una considerable lista de títulos del género y en estas económicas publicaciones. |
Proyección a otra galaxia si desprende algo, aparte de los citados méritos técnicos, es ingenuidad. A toneladas. Regaldie no quería complicarse, no sé si porque era su estado de ánimo o la censura andaba por ahí tijereteando cosas todavía. Empero algunos de sus planteamientos contienen una… puerilidad… que no puedes eludir notar, pese a que el conjunto de la historia se granjee tu benevolencia. Veamos esto:
Unos samoanos cósmicos abducen a los
astronautas (macho-hembra) PAUL GORDON y TERRY ASHLAND. Tras desmaterializarlos,
aparecen en el planeta Torio, donde les cuentan que están bordeando la
extinción, parte de su población empieza a mutar a anfibios, unos robots (sin
más detalle; si son TERMINATORS o qué; antropomorfos, deduces) antiguos
esclavos suyos quieren eliminarlos por continuado maltrato y, para más inri, se
la tienen jurada unas gigantescas plantas carnívoras nativas semipensantes.
Indicios en las primeras páginas sugieren
que los Valios exiliados a Torio (emigraron allá cuando devastaron su mundo
natal) están cosechando especímenes terranos para una repoblación mestiza.
Luego queda todo en Gordon y la rubia Ashland. Los muy longevos valios acusan
decadencia a nivel intelectual u operativo, y si no llega ser por la audaz
pareja, los comen los óxidos de los robots. Esto de la edad (nunca te dicen
cuánta; sí que han frenado el envejecimiento) nos embota la creativa audacia,
muchachos; perdonad. Ashland y Gordon se ponen en plan TOP GUN con un
par de cazas HITECH, libran a los decadentes valios de palmarla, sacan a los
anfibios de la tisana y… ¡aún regresan a tiempo a la Tierra para evitar que
unos belicosos reptilianos antipáticos la conquisten!
Otra de sus obras; a ver cómo es posible agenciarse más libros suyos |
Pensó Regaldie que el lector iba despachado con un planteamiento tan bianco (como minimalista). Pero esbozó atractivas tramas como que los esquivos (y vagos) valios (sólo dos dan la cara, cosa que inducía pensar en juego sucio) escrutaban a los terranos para conquistarles a su vez, engañándoles con un lacrimógeno dramón sobre su acelerado ocaso. Abducían terranos a los que mantenían aislados y engañados como a esa pareja para afrontar algunos aviesos cometidos pasados por hechos de armas heroicos. Los robots podrían haber contado otra historia sobre el motivo de su rebelión. Las auténticas causas de la devastación de Valio narradas por una disidencia en la sombra. El montaje en la isla de marras es a su vez tan ambiguo que propicia sospechas. Por ahí yo hubiera tirado. Por el más suculento Reverso Tenebroso. Mas querían una historia sin dobleces o sinuosidades, y hela ahí. Bien. Nos vale. Cosas a la sencilla vieja usanza son necesarias.