viernes, 14 de febrero de 2025

EMPIEZA EL CALOR — MINORÍAS DROGADICTAS

 

Esta misma portada valdrá.
Una idea subyacente de estas
novelas es que las minorías
también están llenas de malas
personas y que sólo los progres
de limusina se niegan a admitirlo.
Son sacras. Y así nos va

En su momento declaré que hallaba sumamente importante la aportación a la literatura noir de CHESTER HIMES, quizás al todo literario; aunque deberíamos excluir a la Alta Literatura por su claro discriminatorio carácter esnob.

Himes no rehúye el racismo en sus obras, en sus parlamentos. Describe el lado negro del noir, el submundo del lumpen nubio sin tapujos, personajes ásperos, codiciosos, crueles o estúpidos, tal como JAMES ELLROY (¡aclamad al escritor!) hace, protagonizado empero por caucásicos. ¿Qué les diferencia? Mientras Ellroy ha ido evolucionando su estilo (la frase corta-machetazo), Himes se mantuvo en uno académico (que también un poco subvirtió ROSS MCDONALD) que le resta algo de la fuerza como sus párrafos pudieran golpear al lector.

DONALD WESTLAKE lo consiguió también, dio con una tecla; McDonald y él están a la par en la búsqueda de una forma de narrativa que “intranquilizara” del lector. Himes se mantuvo fiel al clásico. Hombre con estudios, estimó que esa era la mejor forma de atraer público (no sé cuánto de raza negra; si se percató de la universalidad de sus textos; que en Estados Unidos podría tener detractores biancos, mas amplia aceptación en Europa —adonde vino a empadronarse—), ofreciéndole un amansado escrito sin sobresaltos que garantizase la continuidad de la compra de nuevos relatos.

Cuando digo “sobresaltos” señalo al estilo; mis lectores habituales conocen mi aprecio por los autores que arriesgan con ‘narrativas innovadoras’ (aunque comprensibles) por encima de los que perpetúan la anodina línea cultureta manida por habitual, una conservadora continuidad inofensiva que corre el riesgo de volverse insustancial, tediosa. Himes los “sobresaltos” los reserva para la acción que contienen sus historias.

CHESTER HIMES y su confidente felino. Hay
que estudiar esta relación entre los gatos y los
escritores; si hay algún misticismo extraño o qué

Submundo. Harlem. Queens. Manhattan desnuda en su concepción de pobreza, drogas y miseria. Crimen. Negros incultos apaleándose por los motivos más mínimos-nimios mientras rudos policías irlandeses racistas les zurran por no tener su color de piel, sean o no culpables. Cero conciencia de clase, excepto la que exhiben los detectives protagonistas, auténticos tíos destroyer (muy merecedores de filmes; esperemos esta mierda del WOKE pase de una puta vez y enquicien de nuevo los relatos, porque SEPULTURERO JONES y ATAÚD JOHNSON no encajan en esa adamada concepción de la “nueva masculinidad” WOKEDisney, y empotrarlos en ella es cargárselos), que empuñan enseguida el revólver, bien para dispararte, o partirte los piños a culatazos.

El Dr. MARTIN LUTHER KING pudo tener un sueño; sin embargo, Sepulturero y Ataúd se mueven por entornos donde ese “sueño” no cala; muy pronto se haría pesadilla. Las aspiraciones del pacifista eran nobles, mas la gente con la que tratan ambos agentes lo adulterarían y retorcerían para que potenciase sus delitos. No pueden dejarse embromar con buenos sentimientos rechazados por lo más ruin/bajo de la Humanidad.

FRANK MCCARTHY ilustra a los protagonistas
de esta saga de novelas. Me hace pensar en LUKE 
CAGE, POWERMAN, que dio la paradoja de que
mientras autores caucásicos lo trabajaban, tenía
más éxito que cuando lo hicieron autores negros,
que se suponían más pegados a esas realidades
étnicas sociales que podían denunciar

Investigan un curioso caso de drogas. Un enorme negro albino, PINKY, retrasado mental (de formidable fuerza; peligroso cabrearlo), urde un elaborado plan para impedir un asesinato, plan el cual nadie le imputa por su misma condición de minusválido mental. Himes aprovecha la estructura para, aparte de poner en danza a sus justicieros del NYPD, retratar de manera más/menos escueta el racismo del Cuerpo y explayarse con el infernal submundo del violento hampa toxicómano y los traficantes en que viven esos yonquis.

Podía haber sido un hipócrita y escribir como SPIKE LEE manifiestos contra el racismo que sufría “su gente”, suprimiendo en todo momento la propia culpabilidad. Hay sin duda poderosos elementos que empujan al individuo al delito; mas, no importa el color de su piel, hay tipos que nacen malos/torcidos, y sólo un balazo los endereza en el ataúd. Himes lo aceptó. Lo describió. Soy negro, pero hay negros malos. Míralos. Y los retrató con cuanta presteza supo y pudo. Y esa sinceridad hace aún más encomiable su prosa.