Portada de tantas que hay. El aventajado "alumno" de ROSS MCDONNALD concluye su explosiva Tetralogía de Los Ángeles con esta novela |
Una destacable característica de las
novelas de JAMES ELLROY (¡aclamad al escritor!), es que incluyen
una lección de Historia sobre Tinseltown y sus asombrosos vericuetos de
corrupción y delito. Traspasa el ámbito habitual de esta literatura, ceñida al
crimen. Retrata sus numerosos niveles, incluyendo la homofobia y el racismo como
elementos hasta decisivos de ese gigantesco decorado rodado por Hollywood. Añade
el jugoso cotilleo del glamouroso mundo del oropel y las lentejuelas de
los grandes estudios y sus fulgurantes estrellas, creando una colosal simbiosis
entre la policía, la política y el delito.
Ser hoy astro y mañana escoria dependía del
capricho de un abusivo directivo de estudio, o un escándalo sexual. Eso sigue
igual; empero la distancia en los años y el cuidado como procuraban presentar a
las estrellas, avalados por campañas publicitarias que aupaban o hundían con
idéntica premura o diligencia, hacen que parezca cosa impropia de una ciudad y
un mainstream que generaba falsas imágenes soñadoras de otra-realidad
donde quisiéramos despertar. Todo níveo, regulado, sin pasiones abruptas,
buenos vecinos.
Retrato de una Patriótica Norteamérica Protestante, Blanca,
Conservadora, medidamente xenófoba, que apenas tolera(ba) a los negros e
hispanos y podía permitirse mirar con altivez a diversos países europeos. Cultivaba
su supremacía aprisa; delineaba el asalto a la Luna mientras se embarbascaba en
Corea, calentamiento a Vietnam (como refiere GRAHAM GREENE en EL AMERICANO IMPASIBLE)
y sostenía el colosal pulso contra la Amenaza Roja. Complejo país, carcomido
por miserias que cada día le costaba más Más MÁS ocultar.
Ellroy las desnuda sin compasión pero no por un afán de morbo, sino de desmitificar una época que se hacía más daño al vivir en ese embuste de Hollywood, uno atacado a partes iguales por el FBI y una prensa amarilla que sí quería desgarrar las entrañas del negocio que la alimentaba. Piensa que, mostrando la carnal mortalidad de esas falibles figuras, las obligará a ser honestas consigo mismas y los demás, ajustando las lentes de la percepción, aceptando nuestras limitaciones, confiando podamos superarlas.
El reino rutilante que ocultaba la homoX de
ROCK HUDSON o el sadomaso de JAMES DEAN le parece hasta injurioso; creó unos
mitos irreales donde la gente anheló reflejarse, negando la dolorosa realidad
de su imposibilidad. La puta perra vida: se encarga de tirarnos al fango desde
este idealizado pedestal de nuestra concepción. Y eso duele.
De cuantas llevo leídas, Jazz Blanco,
colofón a la Tetralogía de Los Ángeles, es la más brutal. El
protagonista, un teniente corrupto del LAPD, asesino a sueldo de SAM GIANCANA,
como antes lo fuera de MICKEY COHEN, empieza siendo sujeto sin escrúpulos,
aunque con leves accesos de remordimientos y profesionalidad. Acepta la
podredumbre que lo roe (el deseo incestuoso de poseer a su hermana, MEG), que
intenta anestesiar con las conductas delictivas, racismos, homofobias de baja
intensidad, codicia.
Y ¿qué tenemos aquí? ¡Si ficha policial de juventud! Menudo era de joven... según confiesa en la biográfica MIS RINCONES OSCUROS |
DAVE KLEIN es producto de su época,
personaje fascinador por sus grados de corrupción y en cuyas garras temerías
caer. Envuelto en la lucha de poder por la fiscalía, entre demócratas y
republicanos, y sabedores sus superiores de su pertenencia al Reverso
Tenebroso, uno y otro bando procuran explotarle en su beneficio. Klein sin
embargo encuentra ese punto de inflexión (los traficantes de drogas armenios,
que le tocan la fibra y él mismo ignora el motivo de tal animadversión; el amor
que brota entre él y una actriz de segunda fila) y empieza a ascender, aunque
el gigantesco lastre de su vida delictiva es un peso tal que sigue tirando de
él hacia el légamo pútrido del que viene.
Hipocresía, ambiciones, delito, explícita violencia cruda, contiene esta eléctrica novela de poderoso lenguaje literario “a martillazos”, donde consta aun una velada referencia a VAMPIRA, ED WOOD y BELA LUGOSHI, mediante la recreación de una ínfima película al estilo del inefable director mas financiada por Cohen, futuro confidente del FBI.