viernes, 14 de enero de 2011

EL TANQUISTA – POLÍTICAMENTE INCORRECTO, GRACIAS A DIOS

Una de las "portadas alternativas" de
LAS GRAVES PLANICIES. Figuran:
LIANA, LA MUJER DE CUERO, EL
TANQUISTA y HERIDA DE MUERTE
Una vez que precisé quién debía ser “el protagonista” de LAS GRAVES PLANICIES, o sea, el GRAN ROBERTINI, exponente máximo de la virilidad y el peloteo (tengo unas pocas normas para tratar con la gente; una es “dime de qué presumes, y te diré de qué careces”. El Gran Robertini confirmó la regla: se jactaba de partirse el lomo currando, pero en verdad consumía más energía procurando escaquearse que en cumplir con su tarea. De haberla emprendido, aun le habría sobrado tiempo. –Pero no es el único: hace poco conocí a alguien que me apabulló con su titulación académica; a la hora de la verdad, los hechos afianzaron la norma-), pero bajo la forma del inepto y vanidoso, narcisista ALEX, descubrí que semejante torpe no podía entrar en contacto con los grandiosos personajes que habitan MARSOON, ‘cementerio’ de despreciadas glorias. El fallo del 92 amenazaba repetirse. Necesitaba un intermediario que se los presentase. Entonces le recordé a él, al hombre que renegó de su nombre, su raza y su pasado, el Jinete de la Retícula, arisco, malhumorado, avinagrado: el Tanquista. Idóneo para el trabajo, ajá.
Ya no tanto, pero solían preguntarme si había más historias del Tanquista; las hay, por supuesto, y estoy tratando de persuadir a un editor para que vea la luz la trilogía de FACTORÍA CINCO… que mientras la estaba escribiendo lo hacía con el firme propósito de que fuera un relato autoconclusivo. Bueno, quizás dejara un poco al final la puerta entreabierta, pero más que todo, en homenaje a mis películas preferidas de JOHN CARPENTER. Al fin y al cabo, SNAKE PLISSKEN dio algunas directrices sobre por dónde confeccionar al Tanquista. Era otra forma de rendir el tributo.
Fotograma de TERMINATOR 3. NICK STALH como JOHN
CONNOR. Así me imaginé siempre al Tanquista: alguien
inocente abrumado por una tremenda carga
Pero el Tanquista, supremo embustero que se hace llamar MONTANA, VÍCTOR, MAX, el primer nombre que se le ocurra en ese momento, es en realidad un personaje bastante difícil con el que trabajar. No es, desde luego, un personaje positivo. Y tampoco es porque no llegue a su hora al curro y pase de aportar soluciones a los problemas. Si se lo pides adecuadamente, aun obtendrás su colaboración, aunque siempre se quedará mirándote con esa invencible desconfianza que ha adquirido por nosotros, deseando volver a su blindado para engolfarse en su considerable misantropía. El último lazo de unión con la Humanidad (el que demuestra que todavía puede ser de los buenos), aparte de su compleja relación con DAMA DE PICAS, es su gato siamés. Es la prueba de que aún tiene corazón. Pero ese músculo simbólico es demasiado pequeño para poder imponerse o llamear con la suficiente intensidad, enderezando sus pasos “de vuelta al hogar”.
Este boceto hace alusión al parráfo
adjunto... más o menos
El Tanquista es complicado por mor del considerable número de fobias que almacena. Cuesta pensar tan destructivamente como él hace frente a ciertas situaciones. Por ejemplo: ¿cómo trata a NOVIEMBRE LEE, la lesbiana? ¿Le larga una fresca homófoba (¿por qué llaman homoX a las lesbianas? ¿“Homo” no es “hombre”, en latín?) o se contiene; la expresa verbalmente o la acumula dentro de sus sesos hasta pudrirse o espetarla? Oh, con MAURICE, el expedicionario negro, no se corta. Va a hierro, directo a la yugular. Quizás todas las mierdas que se reprime soltarle a Noviembre Lee se las endosa a Maurice, y eso a veces les lleva a ambos echar mano a las culatas de sus armas, o las empuñaduras de su bayonetas.
Le imagino ahí, sentado en la penumbra, con el WAC de comando a mano, acariciando con lentitud el lomo del gato, mirando al pequeño grupo de expedicionarios atribulados con WASTEWORLD, y la luz de la hoguera que se atreven a encender, pese al riesgo de atraer a los mutados caníbales y los Degolladores Motorizados del Afuera, hace refulgir malignamente sus ojos. Es una aguda/crítica mirada donde se puede tasar el enorme desprecio que siente por la Humanidad, y su respiración parece en ciertos momentos el aullido de las nubes que eclipsan el alto cielo, agitadas como flámulas salvajes por todos los vientos. Las cicatrices del lado izquierdo de su rostro tampoco ayudan a hacerle confortador. Le empeoran.
Pero, para mí, como su creador, quien le dona voz, plasmándole en el papel, era obligatorio concederle esta “segunda oportunidad”, en pago por Factoría Cinco que tanto me ha dado.
CHRISTIAN BALE como John Connor en
TERMINATOR SALVATION. Esta vez,
es la indumentaria lo que cuenta
Las graves planicies tuvo una versión previa que escribí a principios de 1992, y en ella, pese a mi impericia, ya noté que algo no funcionaba. Aquél primitivo Alex (pobrísimo, comparado con el actual –normal: me faltaba la experiencia “formadora” de conocer al Gran Robertini-) no lograba encajar de ninguna forma. Y el modo como contactaba con todos aquellos dioses de la literatura en el exilio… Catastrófico.
Y era porque le necesitaba a él, al arquetipo (nunca he pretendido que el Tanquista fuera otra cosa), una figura intermedia entre los grandes héroes generosos y altruistas, y la bajeza moral y mezquina que llega a describir a Alex. Una vez que me planteé ver la escena a través de sus ojos, todas esas piezas que estaban flotando incapaces de encajar o se negaban a insertarse en el esquema, de pronto se soldaron, hicieron terso el tapiz, y terminé el primer borrador de la novela en veinte días.
En este boceto, se aprecia una
importante mutilación del Tanquista
No obstante, algo que me agrada del Tanquista es su honestidad, su decencia, aunque tenga ese carácter del demonio. Es capaz de reconocer que estaba equivocado en algo, admisión que sin embargo efectuará con reluctancia y cuando le parezca prudente, si la hace ante ti. Y su integridad, oh, sí: sobre la nueva ley tirana del tabaco, diría: “Dadle a una hija de p*t* un ministerio y saldrá la fascista que lleva dentro.”
El mejor elogio que le hicieron a Factoría Cinco en su momento fue: “Me gusta porque el personaje es auténtico”. Bueno, depende mucho de ciertas figuras de ficción (¿acaso Noviembre Lee, psicóloga, no le diagnostica “Síndrome de MAD MAX?”?), pero se referían al que al amontonarle defectos, fobias, misantropía, le humanizaba, contactaba con la gente con mucha más facilidad que algunos otros héroes cuya integridad, o aureola, o política, les hacen irreales.
Fotograma de FANTASMAS DE MARTE. El blindado del
Tanquista tiene el aspecto de la locomotora
El Tanquista trasunta la impresión de que está viviendo el peor día de su vida siempre, y no será el único que sufra. Repartirá dolor. Al contrario de JOE HORSEMAN (un personaje con una gran dosis de ingenuidad, pese a su tremenda inteligencia), o de GABRIEL T, que de secundario para-salir-del-paso se está volviendo capital en el eje que mueve las facetas del Prisma Universo, el Tanquista es esa clase de sujeto que no querrías tener por vecino. No porque ponga la música muy alta o tenga una conducta vandálica, sino porque no vacilará a la hora de pegarte un tiro por cualquier nimiedad.
Vuestro Scriptor.