domingo, 27 de noviembre de 2011

NOSOTROS LO HICIMOS ANTES

Muestra del tríptico que publicitaba el
evento, obra de ÁNGEL CORDERO. De
esta ilustración se hizo un cartelón
enorme que consumió el presupuesto
Sobre cómo nos amigamos es parecido a esas películas en que un chaval con cierta inquietud conoce a otro y descubren que comparten la misma afición: ¿Tú lees tebeos; y además, los haces? ¡Toma, como yo! Hasta ese momento, has vivido aislado, sitiado por erotómanos futbolísticos y alevines de progres. Tu afición les parece una chiquillada de tarados. Te miran como a un loco velando, eso sí, su homoX reprimida, manifiesta en la babosa adoración por sus futbolistas queridos. Y como éramos, ya todos juntos, gente de acción, decidimos, joder, ¿por qué no?, ajá, ¡SÍ!, hacer un Salón del Cómic. Innovadores. Potentes. Audaces. No sé de dónde sacábamos la energía y el entusiasmo para emprender aquellos proyectos.
En honor a la justicia, aquí ya habían organizado un Salón del Cómic, allá por 1975, creo, pero parece no quedar registro de esta iniciativa, trocándose leyenda urbana. Ignorándolo, pues, nos autotitulamos LOS PRIMEROS, LOS ÚNICOS, en hacer esto, cuando hollábamos una senda trillada. Pero, dado el tiempo trascurrido, habían vuelto a crecer matojos y la cosa parecía virgen. Nadie tampoco nos informó de que anteriormente se había emprendido una acción como la que esperábamos perpetuar, in saecula saeculorum, amén, y dadnos los créditos que nos correspondan. SÍ, ajá, porque esto no se hace sólo por amor al arte.
El mencionato tríptico. Aquella
loca, fértil y talentosa juventud...
Tanteamos la Administración (el sector privado fue ipso facto refractario/estéril). Nos recomendaron acudir a la Diputación, donde tuvimos la suerte de topar con un funcionario, colocado en puesto clave, que compartía La Afición. Para él, esto era un símil del cielo, porque manejaba asuntos “regionalistas” y quería variedad. Mas me resumió la situación en que estábamos de esta manera: “El problema es que venís con una actividad inusual. Si propusierais hacer una exposición sobre botijos, o cerámica andaluza, o algo folclórico, tendríais presupuesto. Ahora mismo, no hay dinero y la partida que os asignen será pequeña”. Y tan pequeña. Tanto, que tuvimos aun que poner dinero nuestro a la iniciativa (14.000 pesetas). Y luego, este ‘ultimátum’: “O lo hacéis ahora, o Dios sabrá cuándo”. A la falta de presupuesto, unieron esta maratón.
Me impliqué a fondo. Contacté, visité, apremié, telefoneé… y finalmente compusimos el monstruo tan bien como pudimos… y nos dejaron. Pero de los errores se aprende. O eso esperaba yo.
Cierta persona 'entendida' calificó nuestro Salón del Cómic de cutre. Lo era, pero por las razones que le expliqué de falta de fondos. Hicimos lo que pudimos con lo que nos dieron y, repito, nos dejaron hacer. Porque ahora es cuando toca echar bilis. Entonces, había en Bellas Artes un grupo de alumnos decididos a innovar en el cómic (matraca europea antimainstream-manga). Y ellos proyectaban hacer, más adelante, lo estamos estimando, consideramos que, un Salón del Cómic. Plan paralelo que desconocíamos. Mientras ellos esperaban la divina conjunción estelar que propicie la Era de Acuario, nosotros ¡hicimos! el Salón del Cómic. Eso les escoció. ¡Y vaya cómo! Les pusimos en evidencia, ante todo.
El actual comisario/encargado/organizador de las Jornadas del Cómic, mediocre a quien se le invitó a participar (declinó, claro; no éramos como sus amigos de Bellas Artes, sólo sucios trabajadores), empezó a abominar de la iniciativa y nuestras personas. Lo más bonito que dijo sobre nosotros, ampliamente jaleado por ese grupo de Bellas Artes y otros sayones, era que habíamos robado 375.000 pesetas (presupuesto del Salón; sumad a eso las 14.000 que hubo que abonar  por el envío de cómics de PLANETA –monstruoso, tres cajas llenas a rebosar-) y que revendimos el regalo que hizo Planeta a ciertas tiendas de cómics de la localidad. O sea, nos montamos en el dólar. Bueno, ese ladrón piensa que todos son de su condición. También yo sé de él maledicencias que, de momento, no voy a propalar desde este blog.
Lo que en CSI llamarían 'una prueba exculpatoria'. Espero que sirva para sacar los
colores a un sinvergüenza en concreto y remuerda la conciencia de otro
que presume de ser coherente con sus filias y fobias

Hubo suerte con esto último, como podréis comprobar en la carta escaneada, la cual nos exonera de tales calumnias. No nos quedamos con nada; no revendimos lo que no teníamos; nos apartaron de las futuras ediciones, que desde luego, dejarían de ser cutres, porque habría presupuesto para pagar invitados, estancias, ponentes, como esta persona crítica, porque NO TENÍAMOS EL CARNET del PARTIDO. Y, el actual organizador, sí lo tiene. Tanto él como el núcleo primigenio de los integrantes de las primeras Jornadas. Y en un país rojipolitizado como éste, hombre, el Carnet cuenta ante el Mérito SIEMPRE.
Sus Jornadas  son malas, dignas de un amateurismo cicatero y extremo, ¡y eso que hace años que las organiza! ¡Nada ha aprendido-mejorado en estos años! ¡NADA! Acaso ha ganado, este año, un ponente que se autoproclamada acérrimo enemigo suyo. En serio, si en aprender de los errores hay virtud, en este caso eso no se aplica. Hace poco, cierta persona, conocedora de estos hechos, me comentó que no era ‘de caballeros’ orear el asunto. Claro: el actual organizador puede calumniarme cuanto desee, pero yo debo callar. No, amigo. Toca contar unas verdades.
Vuestro Scriptor.