Cubierta del pulp comentado; obra de GIL COHEN. Lo sé, es el cuatro |
En esta entrega de la encarnizada guerra de MACK BOLAN contra el titánico ente de la Mafia se atisba una fisura en la determinación del guerrillero urbano sobre la pureza de su cruzada. Hasta ahora, fue sembrando las páginas de este serial PULP de cadáveres de gente a la que arrebató todo sentido de humanidad para, por tanto, dispararles, o quemarlos vivos, o degollarlos, sin posteriores remordimientos.
La Mafia pegó primero, infligiendo al linaje Bolan una grave injuria. Por lo tanto, el Verdugo se va a encargar de retribuirles ese daño aumentado mil veces. De momento, siguió esa senda, ciñéndose a sus márgenes. Refuerza su parecer el que el hampa extendió a todos los ámbitos sus tentáculos y sus numerosas víctimas abalan, merced a su sufrimiento, las acciones del expeditivo ex sargento.
Pero en Miami sucede algo que le hace ver que su guerra tiene secuelas y consecuencias indeseables. En ningún momento, no obstante, se ha detenido a considerar que sus enemigos, a su vez, posean familia y que, matándolos, esté procediendo como los hampones que extermina, causando el crimen que a él le ha obligado a emprender esta terrible vida.
El muy satisfecho autor, DON PENDLETON |
DON PENDLETON trata tanto a la Mafia, como a la policía, como organismos con elementos sensibles a la presión pero en realidad apenas muy distintos de los edificios que el Verdugo destruye en sus berrinches vindicativos. Este tomo cuatro además demuestra que la policía es incapaz de enfrentar a un elemento revolucionario como es Mack Bolan. Sus técnicas bélicas de combate les superan. Bolan es el siglo XXI.
Pendleton caracteriza al oficial JOHN HANNON como un hombre dedicado y feroz cumplidor de la ley al que escandaliza que el FBI le pida a su Brigada Dade que dejen a Bolan masacrar cuantos mafiosos quiera. El Verdugo conoce las fronteras y no las traspasará, insinúan al policía. A lo que replica que quién es Bolan para marcar límites y qué pasará si se los salta. Al FBI le importa una higa el tema; Bolan sanea América. Y, ¿no fue uno de sus agentes, LEO TURRIN, quien como infiltrado prostituyó a la hermana (difunta) de Bolan?
Una curiosidad: MACK BOLAN, THE EXECUTIONER, en cómic. ¿Los veremos alguna vez por España? |
Esta injuria, curiosamente, se le ha “olvidado” a El Verdugo. Difiere la furia por esa canallada acabando con tripudos sicilianos, gánsters estereotipados por la TV o el cine, gente mala, desde luego, que bajo el poderoso rifle de francotirador de Bolan pagan todas sus culpas (con lo que, de este modo, Pendleton induce en el público sensación de catarsis; Bolan aniquila al delincuente que pudo atracar al lector; ergo: así sanciona a El Verdugo).
Pero, en cambio, en sus momentos de intimidad, cuando Pendleton decide mostrarnos lo moralmente asqueado que está Bolan, humanizándole ante sus acciones expeditivas, el justiciero sigue sin establecer los contactos adecuados para evocar aquella injusticia.
No se plantea: Conforme, el cáncer a extirpar es la Mafia, fuente del Mal. El Gobierno está obligado a reprimirlo. Pero lo hace actuando como el hampa. ¿Y la diferencia moral? ¿Lo que asegura que somos los buenos? Turrin, como padre de familia, como agente de la ley que abomina de esos negocios, ¿cómo puede prostituir jóvenes como mi hermana? En esos momentos (imaginémoslo así) Bolan no se levanta de su asiento en un cuarto de hotel en penumbras y da una calada reflexiva a su Pall Mall, frunciendo el ceño, abrigando siniestras ideas.
EL MERCADER DE LA MUERTE, un PULP que, infiero, estaba en la estela emprendida por Bolan |
El Gobierno no tiene inconveniente en malear a mi hermana. La sacrifica (porque si la pillan en una redada, la empapelan; Turrin no intervendrá para aislar a esa gente de la ficha policial; quedará enmarronada) por mor de un nebuloso bien supuestamente superior que luego los tribunales no materializan, porque el procedimiento tiene kilómetros de papeleos, abogados y recursos.
Bolan nunca pondera esto. Manosear sus armas, atacar con intrepidez fortalezas del hampa, esparcir seseras con regusto italiano por las paredes, es una excusa tras la que se pertrecha evitando pensar en qué títere es. Se deja enredar en los tejemanejes de HAROLD BROGNOLA, el superior de Turrin, que ve en El Verdugo un ejecutor del estado que aniquile a quienes usan los recursos legales para quedar impunes.
La marioneta Bolan, en estas páginas, acaba aceptando el regalo envenenado que le proporciona Brognola, “facultándole” para exterminar mafiosos en ultramar. Pero al lector (al menos, a mí) empieza a planteársele ya preguntas de esta o parecida índole. ¿Tan tonto es Bolan?
Y, vaya, este sí que no puede negar sus 'raíces'. THE ENFORCER: pues N(i)P(uta)I(dea), macho |
Con Infierno en Miami, Pendleton intenta dar un relieve más profundo a las andanzas de El Verdugo. Hasta ahora la masacre de indeseables funcionaba, pero el gusto de matar por matar pronto pierde atractivo. Por lo tanto, en esta aventura, Bolan conoce a unos guerrilleros anticastristas (¿serán cabrones? ¡Oponerse a los CASTRO! Con el paraíso comunista que han construido en Cuba, donde hay abundancia y libertad para todos), con cuya causa se implica (¿no iba a hacerlo? La bendita revolución, ¿no se surtía del tráfico de drogas?), pensando en echar al tirano en poco tiempo. Este gesto muestra la ingenuidad de la época, pues la Historia ha demostrado cómo la Comunidad Internacional Democrática cuida de sus déspotas.
Pero es la muerte de MARGARITA, una guerrillera con la que Bolan comparte “roce”, salvajemente torturada, la que introduce la esquirla de duda en él, admitiendo los daños colaterales de su lucha. Hannon tiene razón: se le fue la mano.
Y otro más. Este parece cruzado mejor con RAMBO. En todo caso: material incógnito para nosotros y que pudiera llegar a interesarnos. Según parece, el pulp en España empieza y termina en CONAN |
La presencia de los sicarios mafiosos HERMANOS TALLIFERO aportan una dimensión de continuidad a la saga. Implacables e indistinguibles, los Tallifero se perfilan como supervillanos que darán futuro enfrentamiento con Bolan, destinado a ser épico.
Como siempre, Pendleton ofrece un dinámico relato donde las palabras están escogidas para, en su concisión, ser ampliamente descriptivas, resonantes. De nuevo, el “poderoso” llena el párrafo, y más cuando Bolan empuña el arma. El final quizás se nota precipitado, chapucero. Por otra parte, destruir el crucero Merry Drew pone en un serio aprieto moral a Bolan, pues lo muestra asesino tanto de mafiosos como de los que, inocentes, siendo meros empleados, les acompañan. El Verdugo se luce, ¿eh?
Vuestro Scriptor.
Documentación adjunta: