viernes, 28 de junio de 2013

JUDGE DREDD — ¡YO SOY SYLVESTER STALLONE!

Afiche. Os recomiendo la novelización
A rebufo del estreno del remake en 3D (la nueva tontería para reflotar el cine; ¿por qué no financiáis mejor esos guiones con tramas flipantes que guardáis Dios sabe dónde?) del emblemático personaje de 2000AD, creado por JOHN WAGNER y CARLOS EZQUERRA en 1977, ¡un comentario sobre el fallido proyecto que acaparó Sylvester Stallone en 1995 creyéndose capaz de enmendar al sombrío y cítrico Judge Dredd!
Sé que se han vertido cantidad de comentarios críticos y horrores sobre el filme, pero aún queda espacio para girar la barrena y arrancar una lámina de tejido, así esperando complacer a mis estimados lectores. (Seguís ahí, ¿verdad?)
Al principio, se pensó que ARNOLD SCHWARZENEGGER era idóneo para encarnar a Dredd, por lo de su altura-y-corpulencia; además, estaba en el apogeo de su carrera y eso suponía un blockbuster de taquilla. La primera condición de Arnold fue quitarse, al menos una vez, el casco. Chirridos críticos.
Stallone como Dredd... ¿o como RAMBO?
Toda la gracia de Dredd está en que no se le ve el rostro. (En eso y en poder ser el Bien y el Mal en escalas cercanas a lo absoluto.) Algunas viñetas han registrado el suceso, pero siempre de tal modo que jamás hemos visto su cara. (Wagner explicó que así atendía al concepto de Ley que encarna Dredd. Pese a que sangre y sufra, Dredd es un arquetipo, y no conviene adjudicarle faz a la Ley.) Stallone, heredero del proyecto, no podía concebir tal asunto. Más aún: le horripilaba la idea, mecánica y visceral, que envuelve a Dredd, que un personaje tan siniestro ‘representase’ un procedimiento social que, sobre todo, debe ser justo. (A Stallone parece no haberle explicado nadie que aunque algo sea legal, no significa que sea justo.) Y se paseó, para más mosqueo, toda la santa cinta sin el casco.
El agriado MAX VON SIDOW es FARGO
Stallone, estimo, muestra con su criterio la imagen que parece orear el norteamericano, la del cowboy ingenuo de sonrisa radiante y sombrero blanco que emplea sus revólveres en bien del Pueblo y la Justicia y sólo tras una brutal ordalía de abuso-y-crueldad por parte del villano de turno. Su país ejemplos nos ha ido dando, a lo largo de la Historia, de que no funciona así. No digo que los americanos sean unos sacatripas por sistema, pero sí que sus cráneos contienen una noción del mundo ajena a la realidad… aunque luego su TV exhiba series como LOS SOPRANO o THE SHIELD.
O que, a espaldas de Wall Street, existan calles y solares que parecen arrasados por un núcleo, poblados por personas capaces de matarte por echarles una mala mirada. América (seamos justos: el mundo) parece padecer una incomunicación entre ambos hemisferios cerebrales. Uno sabe que la parte ‘chunga’ existe, pero no la cura. Prefiere ver defectos en el extranjero.
DIANA LANE jugando a ser JUDGE HERSHEY, ¿vale?
Y “el alma” de Dredd es ese chute de realidad-y-ansiedad que América, al menos en su ficción, desea ignorar, salvo en dosis moderadas y por ellos medidas. La Ley es cosa que puede ablandarse si el argumento a favor del reo toca la fibra. Dredd es inflexible.
Y Stallone quiso mostrar que podía enternecerle. En todo caso, era el actor inadecuado para representar al icono de la Ley en BIG MEGA (la ambientación del filme se debe encomiar; lograda, hace numerosos guiños a los cómics, aun a series de 2000AD), y más allá de que no diese la talla física, lo peor fue que entendió al personaje “a su manera”. Cosa sorprendente, pues en DEMOLITION MAN fue más Joe Dredd que Judge Dredd en su película. Demolition Man sí es una historia de Dredd.
Lo admito: la recreación de MEGA CITY ONE es flipante
Y meternos de alivio cómico-sidekick a ROB SCHNEIDER (un tocapelotas pretendidamente gracioso, como CHRIS ROCK o JACK BLACK, siendo su humor tan sano como una patada en los huevos), interpretando a FERGIE (porque este filme “refleja” la saga de EL DÍA EN QUE MURIÓ LA LEY), fue un balazo en las entrañas.
Y el incombustible MAX VON SIDOW, aunque intenta con todas sus ganas dar empaque al personaje del JUEZ-JEFE FARGO (donante del ADN del que clonaron a Joe y RICO Dredd), parecía un tanto perdido entre las maquetas y su uniforme de SS, que le cambian para parecer salido de HASTA QUE LLEGÓ SU HORA. Con alivio, sin duda, feneció.
ÁNGEL MALAMÁQUINA también convencía, sí
A ARMAND ASSANTÉ, encarnando al hermano corrupto y perverso de Dredd, Rico, tampoco podemos promocionarlo para OSCAR. Pero no quiero exacerbar la crítica a su labor. Quizás él entendió que la murga iba por ahí, de paranoico gritón desquiciado con ojos desorbitados, y se adhirió a ella con comodidad.
Quien de verdad parecía no saber dónde estaba, por qué, o para qué, era DIANE LANE, la JUEZ HERSHEY, pero entendemos enseguida su presencia si vemos que el elenco, principalmente masculino, necesitaba de un rostro femenino para eludir las consabidas críticas homofílicas.
ARMAND ASSANTÉ y JOAN CHEN (otro bulto del filme)
haciendo de los malos frígidos e histéricos
Y pensé vapulear al director, DANNY CANNON, uno de los artífices de CSI (lo-que-sea), pero recordé que Stallone estaba allí de Enmendador Supremo, apabullándolo con su robusta complexión, y alivié mi férula. Los argumentos de Cannon, afirmando ser fiel-constante seguidor del personaje, quedaron en la sorda retórica que a sujetos como vuestro Scriptor lo animaban a criticarle sin piedad, por permitir tal deformación de Dredd. Mas se salva, ya digo, porque Stallone estaba de Corrector, y Cannon… ¿quién era él? ¡Achántate, tirillas!
Un personaje que sí captó el DREDDVERSO fue ROBOCOP (gracias a la cínica visión de su director), y lo mantuvo con pulso firme mientras el asunto quedó en manos de europeos; sólo debemos comparar la nefasta ROBOCOP 3 con las precuelas para comprender la magnitud de este comentario.
Jesús, qué cara la de ROB SCHNEIDER, pústula póstuma.
Así no pueden hacerse películas serias, hombre
Recapitulando, Judge Dredd es una película de aventuras futurista resultona con varios fallos (pero ¿qué los elude?) y que decepcionó a los aficionados al personaje. Y tiene la peculiaridad de que, según el día, puedes aceptarla con pocos reparos, o detestarla. Tengo la brumosa sensación de que los americanos a Judge Dredd (serie que nunca ha tenido arraigo allí) le hicieron “el favor” de mandarlo a la pantalla de plata, para ver si hacía dinero, pero sin excesivo entusiasmo. Para más inri, Stallone proyectó su sombra sobre el icono y lo anuló. Por suerte, siempre hay un director “imberbe” a mano al que interponer ante los disparos de la crítica y salvar así la reputación.
Vuestro Scriptor.