Instantánea a lápiz de una amistad peligrosa |
Peligro que tienen, en efecto, las amistades peligrosas, como la de SATANATRIX LIANA FORSON, una
de las superenemigas de TERHLI TERANAMI. (Y, para los que estáis en la pomada,
sí, ah, ajá, la hermana de FORSON, el malo de LAS GRAVES PLANICIES. —Ahora que lo pienso, Liana es LA MUJER DE
CUERO de la novela. ¿Qué pasó con su bizarra indumentaria? ¿Y esas alas; y los piercings? Esta juventud…—.)
Tontear con gente con manías extrañas tiene estos peligros |
Las amistades peligrosas suscitan una reflexión. Creo que un baremo de la calidad moral de un país, de sus
ciudadanos, de la persona, está en el rechazo y aislamiento que generan hacia la víctima
cuando ésta denuncia a un canalla y la canallada que ha realizado, cómo otr@s
individuos prefieren arropar antes al sinvergüenza señalado a indagar y meditar
la continuidad de tal amistad y la importancia de su crimen.
Ahora, la revancha |
Un poco de equidad, señoras y señores; de
reflexión, de dignidad, de ética. De pensar en los argumentos de la denuncia
antes de condenar a quien la hace. Porque sucede luego que estas personas,
dotadas de un elevado sentido de la moral, están muy dispuestas a defender, con
gran nobleza, “causas perdidas” (lo de las ballenas, el Cambio Cli, los animales
en peligro de extinción, el Amazonas, la donación de órganos…), pero no a
auxiliar, siquiera a comprender, a un semejante avasallado sin escrúpulo alguno
por alguien que “les cae bien” y deciden, por tanto, ignorar su tropelía.
Eso les convierte en cómplices, ¿no? Se
sitúan al mismo nivel que el perpetrador, ¿eh?
Vuestro Scriptor.
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