PHILIP K. DICK posando con quien quizás fuese su principal y felino confidente (anónimo) |
No estoy seguro, pero parece ser que
P.K.D. es el autor de ciencia ficción más adaptado al cine. Y no
específicamente por las novelas, sino por su ingente y llamativa cantidad de
relatos cortos.
Esto es singular hecho que debiera
recabar toda nuestra atención, a tenor de los taquillazos que ha generado y,
probablemente, su obra siga originando. Otros relatos han tenido una acogida
menor, o más fría, pero han mantenido, con fidelidad pienso, las constantes de
la producción del atormentado escritor norteamericano.
Estas claves
son el intento del profundo análisis psicológico del protagonista que, de
repente, descubre horrorizado que no puede demostrar que es quien afirma, y que
lo que estima sólida, constante y prosaica realidad palpable, no existe. Puede
ser, tal realidad, un coágulo maligno enquistado en sus sesos que, sumiéndolo
en un coma (más que delirio de cualquier naturaleza), ha urdido una
pararrealidad que se construye de amorfas maneras, ora con falsos recuerdos,
ora con estímulos procedentes de Dios sabrá dónde.
Empecemos con algunas de las más famosas, o conocidas, adaptaciones de sus relatos al cine |
Esto fue lo
primero que resalté al leer ¿SUEÑAN LOS
ANDROIDES CON OVEJAS ELECTRICAS?, adaptada a la pantalla de plata como BLADE RUNNER (ya sabemos), el que
DECKARD no pudiese demostrar que era el funcionario de la policía de San
Francisco que alegaba ser, y que un aluvión de datos y hechos contradecían lo
que estimaba su día-a-día, reemplazado por un frío y alienado dominio del que ‘huyó’
sin causa conocida.
Es un
problema considerable, si lo meditamos con atención. ¿Cómo puedo probar que soy
yo, que habito determinado entorno, y no que agonizo en el piso del cuarto de
baño al haber resbalado y me he golpeado el cráneo con el sanitario, y estoy
sufriendo una potente alucinación que llamo “mi vida”? En tal alucinación, el
tiempo es materia de elástica propiedad, y un segundo, un siglo. Pero ¿cómo
saberlo, diferenciarlo?
Otro superconocidísimo. (Me han dicho que el -innecesario- remake es malísimo) |
La alienación
preocupaba bastante a K. Dick, víctima de adicciones que ahondaban cualesquiera
que fuesen sus problemas mentales. El cine ha tratado de reflejar, la
alienación, al menos en tres filmes: Blade
runner, DESAFÍO TOTAL e INFILTRADO. En estas cintas, el
protagonista descubre que es otro, no quien dice ser, y vive (o intentan
persuadirlo de que es así) una falsa existencia creada a partir de recuerdos
sintéticos implantados, el remedo de las drogas que ingería K. Dick y
erosionaban aún más su cordura.
Incluso MINORITY REPORT procura tantear ese
argumento, como demuestra cuando JOHN ANDELTON descubre que su futuro ha sido
modificado por un augurio y la seguridad en que vivía, el familiar día-a-día,
se desmorona y esfuma, dejándolo desnudo y en una hostil intemperie.
Otra más. De San ISAAC ASIMOV, la LETRA de la ciencia ficción, ¿cuántas van? |
A K. Dick
también le martirizaba qué nulo control (o muy escaso) tiene el sujeto de su
vida y sus elementos. Nos persuaden de que somos los “capitanes de nuestra alma” y que existen mecanismos y salvaguardias
que lo garantizan. Pero, de pronto, ocurre algo (pongamos un desgraciado
ejemplo cotidiano: un desahucio) y descubres que no controlas nada y que tu
seguridad personal, aun tu identidad, se esfuman o modifican de forma radical.
Comprendía,
con pesimista amargura, que somos tristes y desesperados juguetes del destino,
y que una macabra tirada de dados, efectuada por un ente superior, lo puede
truncar todo hasta irreversiblemente.
Otros muchos
autores desarrollan su obra en esta dirección; también STEPHEN KING construye
precisos y meticulosos análisis psicológicos de sus personajes, que los hacen
cercanos, íntimos, familiares, aborrecibles, temibles. Pero, al tratarse de un
cuentista de lo grotesco y el terror arabesco, cae mal a la crítica refinada y
especializada, y se niega a reconocerle esta capacidad suya. Crítica, empero,
dispuesta a ¡aclamar!, y obliga a ¡aclamar!, a escritores con talento más
mediocre, o menos cultivado, que el de King en esta faceta. La literatura está
tan preñada de prejuicios sectarios…
Otra. Entretenida, sobre todo. Agradable de ver. Pues sí que K. Dick ha surtido al cine de material, ¿eh? |
¿Por qué? Oh,
“sus autores” escriben ese tipo de novelas que a ellos les gustan, y que, debido
a la presión clasista que ejercen, deben agradarnos también a nosotros… aunque
las encontremos inferiores al elogio vertido.
Esto me reconduce
al tema de las adaptaciones cinematográficas. Vamos a estimarlas un máximo
galardón, el mayor reconocimiento posible. La ciencia ficción (materia que nos
ocupa, por si aún no lo habíais notado) se ha encargado, un poco por
sectarismo, otro por méritos propios, de encumbrar determinadas firmas frente a
otras que pudieran ser más imaginativas y fecundas.
Aquí es donde
campan (por poner, ¿eh?) San ISAAC ASIMOV y el Beato ARTHUR C. CLARKE, que nos
tumba el ánimo con la farragosa y sobrevalorada 2001, tomadura de pelo que contribuye a hacernos junto a STANLEY
KUBRICK.
Es este fin de semana, la gran fiesta de los anti-Philip K. Dick y escritores similares |
Veamos: de la
considerable obra de San Isaac, ¿cuántas películas se han rodado? Otro “por
poner”: tres. ¿De K. Dick? Diez. Entonces, y en virtud a lo importante y
trascendental que es que Hollywood te adapte, ¿por qué K. Dick no ocupa el
sitial honorífico del que parece imposible mover a Asimov o Clarke? ¿No ha
demostrado mayores méritos?
Pues, se
intuye, porque ambos se han labrado una potente reputación entre los clasistas
(de todo género) que supera a los méritos, y se prefiere su cómodo
convencionalismo al desafío, escalofriante, que plantea K. Dick, el de que sólo
usted cree ser quien es, pero tenemos datos que lo contradicen. Y son
incuestionables.
Según lo
entiendo, la ciencia ficción es un género del que, desgraciadamente, se han
adueñado unas marcadas elites que, como jueces del Radamanto, ya han elegido
sus firmas a ¡aclamar! y ponen igual empeño en anular las demás. Y ¡ay de ti!,
si no les sigues el juego. Han escogido ese muelle tradicionalismo, narrativo,
literario, estilístico, creativo, a las complejidades de escritos más
montaraces, pero que tienen estímulo, imaginación, un nervio ausente en las
obras por ellos encumbradas borrascosamente.
Me pregunto
cuántos K. Dick hay en nuestro país, saboteados en vida debido a lo distinto de
su producción, frente a la ‘elegida tradición’ del grupo dominante. Espero que
no haya que morir, como le sucedió a K. Dick (y tantos otros) para que los
tengamos que descubrir y admirar su trabajo, preguntándonos qué pasó PASÓ para
que antes no disfrutáramos de su talento…
Vuestro Scriptor.
También en: http://spnkgirl.blogspot.com.es/
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