domingo, 1 de junio de 2014

PREMIOS LITERARIOS — NUNCA A GANADOR; FINALISTA, Y GRACIAS

Todos recordamos el escándalo que rodeó
ese año al PREMIO MINOTAURO, ¿eh?

No tienen muy buena reputación en nuestro país. Ignoro cómo será afuera; quizás de la misma forma, aunque más disimulada cara al exterior. Igual escarbando un poco, encontramos los mismos miasmas de corrupción que aquí. Y sólo un sentido equívoco del pudor patrio los presentan menos hediondos.

Lo más flipante de los premios literarios españoles es que todo el mundo sabe qué saco de corrupción es; podemos desmontarlos en “certámenes”, “premios” o “concursos”, darles el nombre que deseemos, pero, en lo que cuenta, es que el ganador ya está elegido con antelación y en atención a no sé qué oscuros e interesados fines. Del PREMIO PLANETA todos abominan; es una máquina engrasada con títulos escogidos entre una masa de nulidades lamebotas (por no ser más grosero) que han sabido reptar ante los mandamases literarios hábilmente para aborregar aún más a la aborregada plebe lectora del cuero hispánico, afecta a la pose esnob “cultural” de estar leyendo el último Planeta. (O eso dicen.)

Alguna vez (es estadístico) escogerán una novela digna de ser ganadora y del apetitoso botín del premio. Pero suele ser una rara avis en un corral de gallinas.

Recupero otra de mis novelas por ser
eslabón de otra, publicada por
EDICIONES B:
FACTORÍA CINCO
En España nunca participas en un concurso literario (esto es extensible a otras áreas, como la ilustración y/o el cómic —de esto tengo experiencia—) para ganarlo. Aspiras a la segunda posición; a lo más, a finalista. Cuando el gran GRAN escándalo del PREMIO MINOTAURO del cual quedé entre los finalistas, por las planicies, en numerosos chats y blogs se comentaba que lo guay era eso: ser finalista, porque se trataban (¡cópiatelo!) de las mejores novelas. ¡Siendo el caso: ¿por qué finalistas, pues?!

Vaya país estamos construyendo: uno de finalistas, segundones, perdedores.

Aún concurso. En Minotauro y UPC, sobre todo. Un ramalazo masoquista, sabiendo cómo está el percal. Algo pasa en ambos concursos literarios e ignoro hasta qué punto la crisis económica está perjudicándolos. El Premio Minotauro debió ya fallarse por estas fechas. Pero hasta Octubre, no se conocerán al ganador y finalistas. Seguramente, habrá nuevas sombras de enchufismo, porque un Minotauro sin escándalo de ganador-ya-escogido, con bodrio de novela, no es un Premio Minotauro… decente.

Para darte las buenas noticias, la Editorial envía un PDF de
este modo
Si algo tiene, o tenía, Minotauro, era respeto por las fechas. ¿A qué viene esta demora, que aplaza el fallo un año largo tras haber realizado la convocatoria? ¿Falta de dinero, o la calidad, finalmente, del “ganador” necesita de una manta agotadora y agobiante de nulidades publicadas para hacer resaltar sus mediocres párrafos como agua de Mayo?

O… ¿esta demora de Minotauro puede indicar que el concurso va a pasar a ser bienal, como el de UPC, y que su sustanciosa dotación económica desaparecerá? ¿Se apañará al ganador con una publicación y porcentaje de ventas?

¡Menudo apoyo el género recibe en el país! Y los más interesados en que esto no sea así: dispersos, cainitas y callados como tumbas, sin ganas de luchar por su supervivencia, que es la de la CF.

Que, para ilustración del respetable,
enderezo la captura de pantalla
UPC, por la crisis, se hizo bienal. Este 2014, habemus Premio UPC de CF. Pero: sin dinero. La pasta era, es siempre, el motor que mueve tu interés a concursar, sobre el prestigio que pueda poseer el concurso. UPC hace años que perdió su prestigio. Cosas del sectarismo lingüístico y territorial. Las bases de este año sólo premian con publicación al vencedor, que cobrará de lo que venda la novela.

Apañados vamos, porque si a una editorial como EDICIONES B le costaba colocar el siempre interesante tocho de novelas cortas premiadas, una oscura publicación como la de la Universidad Politécnica no logrará hacerse hueco alguno en el mercado… ante todo, porque el ganador será del terruño (siempre lo es), y tirarán a la lengua, causando desafección entre los lectores del resto del territorio español. La cosa política actual no ayuda, tampoco. (Puesto que UPC no paga, este año no concurso.)

¿Qué ha pasado con estos premios; tanto les ha mermado la crisis? ¿O hay causas más profundas que escapan al análisis? La verdad es que, sondear esas marismas, es muy desagradable. Lo sé pues conozco estas inmundas entretelas editoriales con respecto a los concursos, así como recuerdo un par de conversaciones con personas muy metidas en la pomada, que resultan de lo más esclarecedoras… y desalentadoras.

Y más buenas noticias procedentes del otro gran premio
prestigioso del género: no hay dinero, sólo promesas de verlo
Estaba por escribir eso de “esto no puede seguir así, ¡cambiémoslo!, es por el buen futuro del género y su calidad”, pero paso de lides quijotescas. Nada de lo que yo, o cualquier otro, con sentido y razonamiento razonado, escribamos, modificará nada.

Pero pensemos en qué está ocurriendo con nuestros premios literarios, porque si son espejo de nuestra producción artística, y deben defendernos en el exterior… y se escoge a los menos válidos para ganar esos certámenes… vaya imagen estamos proyectando…

Vuestro Scriptor.