Espectacular afiche foráneo; vende admirablemente la película. (Y entonces, cualquier cosa nos alucinaba tela) |
En atención a su sustento y carrera,
puede que, sin proponérselo, ni esperarlo aún, JOHN CARPENTER gestó, para la
CultuPop, uno de sus más destacados iconos antiheroicos: el desconfiado e
iconoclasta SNAKE PLISSKEN (KURT RUSSELL), que, a modo, servirá de patrón para
personajes de pelaje parecido (y peor avatar, tanto en el cine italiano como el
americano).
ESCAPE
FROM NEW YORK, cinta con
nítidas trazas de cómic filmado (personajes entre el tópico y lo original,
situaciones heroicas forjadas ex profeso
para destacar las cualidades del protagonista, un mundo “imposible” que, no
obstante, se desarrolla desde facetas del actual, llevándonos a preguntar si
evolucionaremos desde esa ficción, o será la consecuencia inevitable de
nuestros actos presentes…), recrea una de las fantasías norteamericanas
“favoritas”, excluyendo la clásica del western
y el mal hombre bueno que pintara SAM
PECKINPAH en filmes como DUELO EN LA ALTA
SIERRA o el más celebrado GRUPO SALVAJE.
Uno de los sicarios de EL DUQUE (ISSAC HAYES) aprieta las clavijas, ahora que puede, al Poder, representado por el jefe de policía HAUK (LEE VAN CLEEF) |
Por la pertinencia del tema en distintas
obras, algunas tratadas en este blog, la fantasía americana “por excelencia”
parece ser su mutación en dictadura, como si fuese una prueba de madurez que
tienen pendiente: saber si cuentan con el carácter para oponerse a algo así,
saliendo reforzados, victoriosos, de la prueba, aun purificados, o fracasarán.
Algo (en este caso, una elevada criminalidad) transforma Estados Unidos,
Arsenal de la Democracia, en fortín que ha cuarteado sus más elevadas virtudes
democráticas e imitados principios, sean legales o morales. Su mayor ejemplo:
la isla-prisión de Manhattan, donde han volcado toda la población reclusa,
dejándola al pairo de sus propias reglas.
Providencial antihéroe de visita: SNAKE PLISSKEN (KURT RUSSELL) recibirá la misión de su vida, en todo sentido |
Se terminaron las reducciones de condena,
la libertad condicional, la reinserción. Allí sólo hay reclusos y “el mundo que han creado”, liderado por
EL DUQUE (ISAAC HAYES), despiadado convicto que ha agrupado, a su alrededor,
suficiente número de adeptos (y a BRAIN —HARRY DEAN STANTON—).
El predio de El Duque es incompleto. En
distintos puntos de la isla-prisión mandan otros, lo que permite suponer que,
pese a las soflamas de El Duque, su poder puede quedar circunscrito a un puñado
de calles, no todo el recinto carcelario.
Estos gráficos cutres, ahora, eran la bomba en 1981, en serio |
Aquí aterriza, en misión claramente
suicida, Snake Plissken. Debe rescatar al PRESIDENTE DE LOS ESTADOS UNIDOS
(DONALD PLEASENCE), que ha sido lanzado, por una facción terrorista de
izquierdas, al más destacado logro de su Administración, racista y tiránica: la
isla-prisión.
Carpenter, con limitados recursos aunque
de indiscutible aprovechamiento, incita a reflexionar sobre la seguridad, sus
extremos, y cuántos sacrificios en libertades sociales e individuales estamos
dispuesto a hacer. También, si realmente el futuro (aquél 1981, año de
realización de la cinta, hacía 1997 todavía un momento lejano del
mañana-mañana) será tenebrosa distopía por mor del pertinaz hábito del Hombre
de torcerlo todo al Reverso Tenebroso. Y otro estudio, inserto en la película,
es la figura del Héroe, distinto al aseado galán del tradicional sombrero
blanco.
Un trío fundamental en la aventura de Plissken y el rescate del PRESIDENTE. (ADRIENNE BARBEAU, como MAGGIE, nos alegraba la película) |
Plissken es “residuo” de algunos
antihéroes que CHARLTON HESTON había ya protagonizado, como el DETECTIVE THORN
de SOYLENT GREEN y el ROBERT NEVILLE
de OMEGA MAN. También Snake tiene
raíces en los pistoleros crepusculares de Peckinpah, que, al filo del fin,
acorralados por la cierta idea de haber malgastado sus vidas, intentan
remediarlo con un sacrificio de extrema generosidad.
El Presidente (DONALD PLEASANCE) en una situación en la que más de uno querría ver a muchos políticos. Aquí, su vida no vale apenas nada. Su resonancia es estéril, inútil |
El retrato del poder que Carpenter hace, mediante Pleasence, Presidente-bulto de clase alta, tratado como un baúl, ora
por El Duque, ora por Plissken, es muy desamable. Puede haber un pequeño
sarmiento de anarquía en 1997: Rescate en
Nueva York, en cómo se dibuja al Presidente, cuya gratitud por el rescate,
oneroso en vidas, la resumen en una frase tópica e insincera. Carpenter creo
que, mediante ese político, ‘previene’ sobre la naturaleza del líder electo,
“pide” recelemos de ellos. Sólo son caras-y-nombres, ubicados en un reino
remoto.
Plissken, de larga leyenda urbana, procura abrirse camino por la ruinosa Manhattan, rescatar al Presidente y evitar que la bomba en su cuello estalle |
No les conocemos de nada. No son
“íntimos”; tampoco “familiares”. Su mensaje: sarta de mentiras, elucubradas al
gusto del populux, masa aborregada que sigue esas propuestas irreflexivamente,
porque son las que quiere oír, sin reparar en su contenido (fatuo, falso,
populista), ni cómo pretende materializarlas, su coste.
El veterano ERNEST BORGNINE es otra pieza clave de la trama; este TAXISTA, ¿por qué acabó en esta isla-prisión? |
Acaso el apoyo a este Presidente vino de convertir uno de los más representativos puntos de Norteamérica en inexpugnable
prisión, donde ningún derecho reconocido, o aplaudido, impera. El dilema,
empero, no tiene fácil contestación. Ante una criminalidad desbocada, unas
leyes obsoletas, o incapaces, una creciente saturación penitenciaria, la
verificación de que las habituales medidas de gracia redentoras son ganzúas que
los convictos emplean para reincidir… ¿qué hacer?
¿Cuánta mansedumbre tiene el cordero
social? Porque conviene señalar que muchos de los que abogan por medidas
penales tenues, lo hacen desde un parapeto de comodidad, lujo y seguridad que
el ciudadano común no disfruta. Desde tan espléndida fortaleza, puede pedirse
la abolición de las cárceles. Pero, cuando el crimen vive en el portal vecino,
y sufres sus terribles secuelas…
Snake Plissken bastante harto de todo, pero temiendo morir a cuenta de la bomba alojada en su cuerpo |
El equilibrio imposible: ¿qué derecho
sacrificamos, ahora, para garantizar la seguridad? Porque la mano dura podría,
repentina e indiscriminadamente, golpearte también. Por infracción mínima-nimia
aún. ¿Quién te defiende ahora; cómo? El ejemplo lo aporta la Revolución
Francesa, o la rusa, cuando el Poder descubrió que los adalides del Cambio
eran, también, ¿por qué no?, ¡adelante!, culpables.
Sediciosos. Conspiradores. Lo que fuese, con tal de que, quien trincó las
riendas con republicanas promesas de mariscadas diarias al famélico pueblo,
retenga el mando y sus privilegios para su goce exclusivo.
Plissken representa al hombre torcido en
mal sentido pero que, en virtud a su prístina buena esencia, se reivindica gracias
al extremo heroísmo. LEE VAN CLEEF (HAUK) lo pone en un aprieto, pero adviertes
que urdido para mostrar el carácter indómito y descreído de Snake, para constatar
que no es sujeto/héroe plano. Ahí dentro, debajo de su arraigado cinismo, hay
facetas, grises.
Es lo que diferencia a los grandes
autores de los del (gótico) montón. Pueden mostrar, con éxito, la complejidad
de sus personajes junto al esbozo de una inverosímil Sociedad creíble al
límite, y preguntarte tanto cómo se llegó a esa situación, como si estamos abocados
a ella…
Vuestro Scriptor.
También en: http://spnkgirl.blogspot.com.es/
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