Afiche lleno de forzudos para cautivar a una adolescencia que quería dedicarse a la halterofilia |
Suelo ver películas malas; pocas: pudren
el cacumen e insertan malos hábitos. Pero, lo peor de estas pelis, es que
contienen distintas buenas ideas que se malean, u olvidan, o descuidan, en el
corrupto légamo donde yacen; esto es: la producción filmada.
A veces, es la misma propuesta lo
sugerente. Y la trama de este inefable filme de ALBERT PYUM (que nos regalara
otrora un indescriptible CAPTAIN AMERICA,
en la línea —barata— de los SPIDER-MAN
del chándal karateka) estima una película mejor que la que sus reales al final
codificaron en 35mm. Cierto: no sería cinta reveladora, que conmocionara, pero
sí que se recordase con afecto.
Tal vez un SAM RAIMI, maestro de los
presupuestos ajustados, o un inspirado JOHN CARPENTER, habrían hecho un Cyborg más plausible y competente. Hasta
hubieran dado justa justificación al título, que bajo la batuta de Pyum queda
como una extravagancia sin concreta razón de ser, salvo malgastar $ en FX de saldo.
Desagradable fotograma que inculca la pregunta: visto el conjunto de la película, ¿qué justifica esta intervención? |
Cyborg es, ante todo, aparatoso vehículo de
lucimiento de un JEAN CLAUDE Van Damme en ascenso. Todavía estaba envuelto en
la nebulosa de las producciones baratas, una Serie B entreverada de Serie
Z, inevitable estación de penitencia en su carrera hacia el estrellato ¡y
más allá! ARNOLD SCHWARZENEGGER fue HÉRCULES, en Nueva York, antes que CONAN, o TERMINATOR.
Sólo que Van Damme quedó encasquillado en
la Serie B-casi-Z (de zombi) y filmes de argumento estrambótico que podían colar,
no obstante, porque por entonces todos tenían fiebre de cine de realizadores de
Hong Kong, y sólo esto ya era pasaporte válido para endosarnos cualquier
mierda.
Pues contra todos estos tíos tiene JEAN CLAUDE VAN DAMME que batirse el cobre y salir aún ileso |
Imposible negarle, al de Bruselas, una
copiosa actividad, índice de su deseo de prosperar y ocupar, por propios
méritos, su lugar en el Olimpo cinematográfico. Pero su sentido de la elección,
o bien su propia (in)capacidad para cambiar de registro, se ha mostrado
defectuoso.
Valorando su filmografía, puede afirmarse
que Cyborg la compendia entera. Ya,
en tan prematuro ejemplo, leíamos el porvenir de Van Damme, hombre que pensó poder
ganarse a patadas su casa zodiacal en Hollywood. Schwarzenegger puede ser
víctima de críticas sobre su registro actoral, pero siempre ha mostrado
instinto y versatilidad, con diferente éxito. No siempre procuró ser el cachas
mecánico-metálico, o el prehistórico forzudo. Quiso triunfar por más que sus
bíceps. Van Damme, no. A patadas, siempre.
Pero no le importa; tiene ese machete y la estresada cara de "me las pagaréis todas, ¡y las de la próxima película!" |
Cyborg, enésima cinta de apoqueclipses, despide
referentes que Puym empotró en el argumento a martillazos, esperando obtener un
producto bien lucrativo. Cuanto más, actualizó el HASTA QUE LLEGÓ SU HORA de SERGIO LEONE, en un entibado de
catástrofe global, jugando también con la iconografía de otro “grande” del western: el SHANE (ALAN LADD) de RAÍCES PROFUNDAS: el misterioso forastero
“con pasado” que pretende cambiar, pero…
Pero muy mal todo, porque Pyum orienta
las escenas a contiendas en que Van Damme demuestre qué máquina coceadora es,
descargando, junto a su refractaria expresión, patadas a los harapientos
canallas característicos de estas andanzas de cataclismo y Máximo Estrago.
El malo tiene también cuchillo, no vaya a creerse Van Damme el único con instrumento cortante del filme |
De hecho, esta intención de
desmedido/salvaje lucimiento de Van Damme ahoga entero el argumento, que Pyum
intentó hacer más glamuroso, de Gran Cine, merced a la cámara lenta y los flashbacks que Leone introdujo en la
interpretación de CHARLES BRONSON en su citado filme. Pero surgen las
preguntas; para empezar: ¿por qué la doctora PEARL PROPHET (DAYLE HADDON) tuvo
que transformarse en cyborg?
No pensaba combatir; no era una
TERMINATRIX, modificada para sobrevivir al hostil ambiente. Tampoco era una JANE MNEMONIC para obtener ese remedio a
la plaga en Nueva York: sólo contrastaría datos previos. Dependía de un
guardaespaldas para su protección. (Y que, al morir, la dejaba a los “tiernos
cuidados” del hierático Van Damme, que así explicaba qué hacía en la película.)
Hubo un ayer en que pensaba ser distinto, mejor, pero... |
FENDER (VINCENT KLYN) es sólo un canalla
unidimensional y rutinario forzudo con absurdas metas presidencialistas y
delirios de grandeza. Al menos, HUMUNGUS quería algo inmediato y palpable.
Fender brujulea por ahí, con sus Ray-Ban
de espejo y pinta de Terminator
parsimonioso pensado para poner a Van Damme en bretes que autoricen la
violencia y conflictos que abonan la historia.
La violencia de Cyborg no es consecuencia de la trama: es su argumento. El resto, el adorno necesario.
¡Malo! Lo han herido. Pero Van Damme puede superarlo |
Cyborg es esparcimiento barato con dosis de
violencia gratuita sin ánimo de producir catarsis, como pudiera ser algún
conseguido filme de vigilantes. Palpando su contenido, descubres
cuántas buenas ideas laterales quedaron embrionarias por la ‘manía’ de Pyum de
poner a cocear a Van Damme en situaciones que perseguían una directa deriva: la
crucifixión, en plan Conan, del protagonista.
Otro “hito” de emulación planteado para
ganarse al personal (poco exigente con el menú visual servido) e incrustar a
Van Damme en el martirologio de los que han sufrido mucho antes de salir
vencedores.
Vaya, pues le complican aún más las cosas. (A la espera del buitre que le picotee el trapecio y lo mate de un mordisco) |
Ignoro si esto andaba ya planteado en el
borrador del libreto, o Van Damme lo sugirió (para eso era el sufrido prota)
como añagaza que, pensaron, remarcaría la película. YUL BRINNER, en la muy
superior NUEVA YORK, 2012 (otra
influencia que toma Pyum, pero a la que no sabe —por negado— dar adecuado tributo),
no necesitó ese martirio. E hizo que el filme de ROBERT CLOUSE destaque frente
a Cyborg, ¡y mucho!
Tras esa atrocidad, Cyborg (bastante aburrida per
se) acaba. Lo que queda es la paliza vindicativa contra un malo sádico tan
arrogante como incompetente. Está cantado, son sólo minutos de redundante
metraje adobados con presunto “mensaje” y recuerdos de una niñez estragada por
la violencia insensata que persiguen impostarnos el que algunos hombres buenos
deben cometer maldades para proporcionar un inmenso bien común, y su recompensa
es un autoexilio lleno de aflicción e incomprensión.
¡Asombroso! El malo es tan poderoso que, de un solo grito, logra desviar la patada de Van Damme. O quizás resbaló en los hinchados músculos, escurridizos debido a la lluvia... |
Van Damme ofrece una actuación limitada.
No parca, por mor de su personaje. Su rol es todo Van Damme como actor. Pero no
es el único de escasas aptitudes histriónicas. El resto del elenco ofrece inconvincentes
actuaciones, manidos tópicos mal llevados, víctimas de un presupuesto moderado
y un director incapaz de superar sus trabas, exprimir al máximo sus contados
recursos y aprender de la experiencia.
Cyborg es como muchas mascotas: reflejo anímico
de sus dueños. En este caso, la más destacable mediocridad.
Vuestro Scriptor.
También en: http://spnkgirl.blogspot.com.es/
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