Pues prometía más. Pero... |
Comentario en verdad dominical y sin
mayor importancia que dar una intrascendente opinión coloquial sobre
producciones vacuas y relativamente recientes que resultan llamativas por su
espectacular nadería, pese a sus ínfulas en sentido contrario.
Aun tiene un tanto de médula el primer
título enunciado, y por eso prefiero empezar por él, aunque según consumimos
metraje, menos sustancial e interesante se hace. Cae en tópicos envueltos en
celofán de otro color para hacernos sentir que estamos ante una novedad y así retenernos
en la butaca hasta el the end.
BRUCE WILLIS insufla vida a otro sucedáneo,
o alter ego, de JOHN MCCLEANE, al que
presta la sutil mueca sardónica que prodiga tanto al malo (no tanto KARL URBAN)
como a quienes tiene a su lado/combatiendo con él.
Red comienza prometedoramente; resalta el
valor de la madurez y “denuncia” cómo una oleada de jóvenes y ambiciosos
burócratas sin escrúpulos y fría determinación de asesinos despiadados
reemplaza a los agentes vets. Éstos tienen a su favor su considerable
experiencia, la cual les otorga una visión de conjunto tanto más amplia como tolerante.
Cuando el peplum parecía acabado, llega el hippie ese del sombrero a pinchos y... |
Ciertos asuntos no poseen la naturaleza
de apoqueclipse que pretenden darle
unos informes confeccionados a la medida, no del interés del Gobierno o las
necesidades del país, como de los Lobbys refugiados tras letales siglas para
seguir alimentándose de las arcas estatales.
‘Inventamos’ enemigos y colocamos pruebas
de dudosa calidad para entablar batallas y así sostener un costoso tejido
industrial armamentístico (que, a su vez, enriquece a los dueños de tales
fábricas) apelando a la seguridad nacional y el terrorismo internacional, ciego
e inclemente que, golpeando a los Aliados indiscriminadamente, les obliga a
involucrarse en la Santa Cruzada Democratizadora mundial.
Pero Red
y sus FANTASTIC FOUR agentes
jubilados van quemándose, y la falsa impresión de ser parodia de filmes de
espías tipo BOURNE tampoco logra
mantener a flote honrosamente esta adaptación de otra novela gráfica. (El
cómic, al rescate del parásito cinematográfico. Vaya, vaya.)
Inmortals invita a echar a correr y parar bien
lejos sólo para verificar que le diste esquinazo. Es de una fría
insustancialidad absoluta. Lo único que mantiene un vago interés por una
película carente de él es la mezcla de 300 y FURIA
DE TITANES
enclaustrada en gélidos escenarios de color desamable y mal interpretada.
Bueno, esto es injusto: con caracterizaciones que dejan indiferente.
Mas aún puede ser peor. Esto lo muestra |
Estás contemplando al MICKEY ROURKE de la
Edad del Bronce tocado con un casco extravagante que recita su parlamento con
tediosa monotonía. Persigue esta presunta solemnidad darle a su personaje una
contumacia que ese yelmo desmonta del todo/completamente.
Tampoco el héroe de una cinta de corte
“homérico” está en situación de surtirte de la ración de catarsis que la
industria usualmente proporciona al espectador mediante esas figuras. Dos o
tres aciertos, demasiado tenues y aislados, no benefician esta cinta llamativa
por eso: su extravagancia. ¿El ejemplo? El panteón olímpico. Sus estrafalarios
tocados identificativos.
Speed
Racer (otro cómic
adaptado) sí demanda correr sin parar jamás. Los HERMANOS WACHOWSKI nos disparan,
en plenos morros, un artefacto de brillante colorido psicodélico capaz de
quemar las retinas, alimentado por un plantel de actores al que daban cuerda
antes de empezar la filmación y consiguen que, a los cincuenta minutos de
visionado, busques otra película.
Impactante imagen, mala película. Es la norma |
Casi cualquier cosa es preferible a ver
un derroche de SFX y escenarios
estrambóticos en un ‘adrenalítico’ sucedáneo de LA
CARRERA DE LA MUERTE DEL AÑO 2000
con coches retrofuturistas que compiten por mor de sostener los intereses
económicos de un lobby automovilístico.
La saturación cromática de dibujos
animados, el nulo corte interpretativo de los actores (¡Cristo, el niño y su
mono atacan los nervios!) y las “proezas” de los bólidos, más allá de la
(i)lógica de la ficción de este tipo, así como la insustancial trama, fuerzan a
abandonar el filme con notable sensación de estrago-y-cansancio.
Para rematar, debería comentar algo sobre
el desafortunado “remake” de CONAN, EL
BÁRBARO. Pero es domingo. Otro día.