viernes, 6 de agosto de 2021

BANDIDAS — OTRA BIRRÍA LUC BESSON

 

Semisáfico afiche para señalar una
película manida, tonta, sin sesos y
muy alejada aun del "espectáculo"

Este presunto… remake de ¡VIVA MARÍA!, de BRIGITTE BARDOT, “destaca” por su pobreza argumental, estilística y actoral. Tan desafortunada cinta obtuvo merecidísimo fracaso en taquilla, lo cual demuestra, de forma definitiva, que Besson puede tener ideas interesantes, inspiradoras, bien orientadas, empero como suele hacer: las remata mal.

¿Qué es este esperpéntico femme-western sino un imbécil vehículo de lucimiento para sus protagonistas? Pobre en novedad, parco en interpretaciones, maltrata los preceptos de las buddy movies compuesta por sujetos contradictorios que, a fuerza de roce, acaban creando capilaridades entre sus disímiles procedencias, que fortalecen con una pizca de sentimentalismo, pasable romanticismo y comedia que, en este caso, no consigue arrancar ni una triste sonrisa de conmiseración. (Aunque, en justicia, hay buddy movies masculinas igual de horribles. O aún más.)

Meten a un bien intencionado metepatas que termina rompiendo con su clasista entorno de origen para abrazar a las audaces bandoleras y su mundo de desperadas galopadas desenfrenadas por los secarrales mejicanos mientras mugrientos sicarios los persiguen tirando de Peacemaker casi más por malgastar proyectiles que por hacer diana.

Los tiros van por aquí (nunca
mejor dicho). Salvo que, en esta
cinta, lo hicieron mucho mejor

Puedes apreciar de tan insustancial cinta “de aventuras” que sigue la estela de EL ZORROinterpretado por ANTONIO BANDERAS. Salvo que el filme de nuestro compatriota tiene más enjundia e interés, los elementos de humor, camaradería y acción están equilibradamente insertados, mientras que aquí sólo sacan a dos esbeltas “tías buenas” en ajustados corsés que revuelven un masculino mundo de negocios, expropiaciones y robos de haciendas y bancos desde un punto de vista… feminista. No me molesta esto, pues cowgirls y cattlequeens hubo, y varias, tremebundas. Me irrita la superficialidad política, estúpida y “reivindicativa” como quieren justificar este despropósito.

Y, por supuesto, acaba de hundirla la ausencia de un villano de auténtico peso e interés. A los dos minutos de ver la torpe manipulación de los revólveres, los pasos de gigantes en tablados polvorientos, la vehemencia en enaguas de las protagonistas, advertí la falta del malo que sirve para “templar” al bueno, ese LEE VAN CLEEF que debe dar carácter y carisma a la producción. Porque el purrioso “villano” que sale, ataviado de negro y con ínfulas de cacique, con su tropa de mugrientos desharrapados, cliché escoltado por otros aún más “clicherosos”, no daba ni la mitad de la mitad de la talla.

Luc Besson, pregonaba a gritos aquello. Disparates que Hollywood sigue financiándole, con o sin coproducción, no sé por qué motivo. Parece ser no hay uno de esos productores con traza de tiburón implacable que le siente en su despacho y le lea la cartilla. Vale, tío; reconocemos tu instinto, la idea comercial. Mas su concreción es una cara por-que-rí-a.

Pese a algunos demarrajes un
tanto desconcertantes, esta
ANNIE CAULDER supera, en
años luz, a la cinta reseñada

En estos procelosos tiempos de la ‘igualdad’ y el “radicalminismo” de Quinta Generación, donde la importancia de la mujer debe valorarse (insisten) por actitudes intelectuales o profesionales de gran rigor, no por su aspecto más/menos provocador/seductor, que las protagonistas exploten su sensualidad de forma tan descarada como hacen aquí, desmonta por completo el incongruente catecismo que se han montado “las tales” y que supera, en rigidez y prohibiciones neopuritanas, a muchos textos sacros, católicos o no.

¿Cómo concitan taquilla? Así: explotando su físico, no su cerebro. Jugada astuta, porque los heteroX no van a dejar de valorar “la mercancía”, y más si es de espléndida crianza, ofrecida de manera tan gratuita, suculenta como generosa. ¿Ante qué estamos, pues, con ese tipo de actitudes? Son las que denuncian por sexistas, ¿no? Mas… ¿una mujer puede apelar a esas conductas, a la explotación mercenaria de su físico, no considerándose eso sexista, pero por el contrario un hombre no puede expresar frases (no digo ya conductas) supuestamente “machistas” sin que se hunda el cielo? ¿Dónde está el límite? Esto no es sino una interesada hipocresía política que debemos denunciar con toda rotundidad.

Y no cerremos el comentario sin
dedicarle unas palabritas a ésta,
que también va preparada. De lo
peorcito a encontrar en el videoclub