viernes, 4 de marzo de 2022

INFILTRADO — OTRO K. DICK ADAPTADO AL CINE

 

Afiche. Frente a la pomposidad (y
difusión) de SAN ISAAC ASIMOV,
el que más se está adaptando al
cine es el drogota de PHILIP K.
DICK. ¿Cómo se explica?

La insignificancia más absoluta puede describir a este filme, de clara factura televisiva, si no fuese por dos detalles: uno, el citado de adaptar otro cuento de PHILIP K. Dick. El segundo: sale el ‘icónico’ VINCENT D´ONOFRIO interpretando a un cínico oficial de seguridad planetaria que no duda en descuartizar personas con tal de salirse con la suya. Lo malo es cuando yerra; aunque la situación es de tal gravedad que se aceptan estas pérdidas con disciplina y sacrificio. Consuélense: vamos afinando. Hemos matado a diez pero salvamos a diez mil. ¡Magro consuelo tanto para la víctima como los suyos!

Quizás “insignificancia” sea adjetivo apresurado y duro para describir un telefilm que tiene algunos atractivos, aunque no los suficientes como para librarle de la palabreja. Han intentado suplir la ausencia de chicha del cuento original con una situación de TROPAS DEL ESPACIO (sin empacho aprovechan metraje de la adaptación de PAUL VERHOEVEN, tratando de hacer tiempo y dar empaque al resultado final) donde juegan al suspense, al engaño, a eso tan de HICHKOCK del falso culpable y el mcguffin que tiene un repentino giro que, en el primer pase, consigue el resultado perseguido: funcionar.

Por lo demás, el casting rebosa de actores que luego han medrado en la pequeña pantalla (el ODIOSO CSI-DONDE SEA) tratando empero de dar lo mejor de sí para convencer de que estamos ante una inversión dispuesta a rentabilizar hasta su último dólar gastado. Los efectos computarizados se notan superpuestos (de haber sido de slow-motion lo habríamos perdonado; cuando te meten sin embargo por los ojos lo fantabulosos que son los a imitación de ILM y ves esto, naves muy falsas que parecen calcomanías moviéndose por el metraje, haces mueca de disgusto) y asimismo delatan que no había ca$h para conseguir algo más depurado.

De lo mejor de la película: el arrollador y hasta
extravagante personaje que interpreta VINCENT
D´ONOFRIO. Características de este actor, parece

Bueno, comprendido. Pasemos pues a la historia en sí y las interpretaciones. Sin llegar a mediocres, se superan suficiente. GARY SINISE se pone intenso a veces. El problema de Infiltrados, al contrario de DESAFÍO TOTAL, MINORITY REPORT o aun ASESINOS CIBERNÉTICOS, es que nadie decide suplir la falta de créditos con una más esmerada labor actoral. Lo de los decorados, es tres cuartos de lo mismo que con lo de las naves.

La extraña población de desheredados de fuera de las cúpulas electromagnéticas que cubren los grandes centros urbanos, aunque sugerente, parece ocurrencia para darle un portante más impresionante al filme. Mas artimaña destinada a espectadores que no exigen mucho, les resbala bastante la ciencia ficción y, en esa franja horaria, no tienen nada mejor que ver.

Entre los excluidos, OHLAN encuentra ayuda para
demostrar que es quien dice ser, no otro. y peor

Siendo ese el plan: conseguido. Aunque cuando estás metido en la ciencia ficción, has visto considerable número de cintas del género con las que poder hacer contraste, descubres el engaño, que entonces se insinúa desesperado truco para aumentar metraje, y parte del interés que pudieras regalarle se escurre suavemente por los costados de tu atención. Es algo tópico/típico ya visto, mejor (o aun peor) hecho, en otra parte.

De nuevo sin embargo encontramos el predilecto argumento de K. Dick, a saber: no soy yo; sino un simulacro que adopta una vida o momento vital específico y, maldita SEA, quién soy en realidad y por qué esto me está pasando. Era pura obsesión (entre tantas) del escritor californiano.

Y, allí, los esposos Ohlan en el fondo de la fronda,
encuentran la aterradora verdad...

Uno de sus muchos miedos, gestados o producidos por las drogas que consumía, y con el que se nota trabajó con bastante extensión. Algo le impulsaba a cuestionar su propia identidad, la realidad en la que discurría su vida, muestra del pánico que podría sentir al descubrir que era una simulación, no él mismo. Y su insistencia en centrarse en este tema podría deberse a un esfuerzo desesperado por analizar la situación, desde diversos ángulos, y encontrar cómo huir de ella, solucionar el problema, y encontrarse, por fin, a sí mismo. Libre de esta… patología.