viernes, 26 de marzo de 2021

EL QUE CAMINABA SOLO — LA (VOLUBLE) FIDELIDAD DEL RECUERDO

 

Vehemente afiche, sobre todo, para
un hombre al que estas relaciones
carnales se le hacían un mundo. No
como a su
CONAN

Película “biográfica” basada en el libro homónimo de NOVALYNE PRICE centrado en su “romance” con ROBERT E. HOWARD. Esto me plantea recelos, suspicacias, pues, ¿cuán fiel, o tendenciosa, es la información que transmite una novia despechada por no haber podido consumar la relación? ¿Acaso deforma el dibujo de BOB DOS PISTOLAS; lo pinta como a un bipolar con un apego mórbido por su enferma madre que, de golpe, pasaba de la afabilidad y la instrucción literaria a un irascible proceder infantil inestable, depresivo, aun megalómano? ¿Hay más objetivos datos con los que poder contrastar todo eso?

Porque si nos basamos en los que suministraba LA ESPADA SALVAJE DE CONAN y adláteres en Década 80, resulta que Novalyne Price, en vez de ser maestra de escuela, era la bibliotecaria de Cross Plains, lugar que suponías plató de western spaguetti, por lo de ser Tejas, y no una electrificada ciudad de ladrillo. Ni palabra de sus aspiraciones literarias, que pudieron unirles. Como del padre de Howard, médico. Inculcaban la suposición de que Howard era un mimado huérfano estilo LOVECRAFT, empero tejano.

De Howard vierten cosas. Oscilan entre la genialidad literaria y su extravagante conducta paranoica. Locura, vaya. La cinta presenta a un hombre cuya abnegación por su madre moribunda, de cuya sombra no logra levantarse, hace sacrifique su propia existencia (donde Novalyne quiere “interferir”) y formar peculiares construcciones mentales que VINCENT D´ONOFRIO, como Howard, intenta trasladar con verosimilitud.

Entre tanteos y reseñas literarias, la joven intenta
pontificar hasta el corazón del ofuscado ROBERT
E. HOWARD (o VINCENT D´ONOFRIO, quien
parece especializado en personajes excéntricos),
con un éxito casi fantasmal

Howard dispara rotundas afirmaciones “machistas”, siendo muy realista sobre qué al mundo mueve. Era visionario. Habla del sexo, del erotismo, de cómo va impregnándolo todo. Predice la chabacanería de la programación televisiva actual. Mas, pienso, que no era la desinhibida manifestación de un carácter culto (que no solapaba un racismo, que, tejano aparte, parece legado materno), sino rebelión de un protestante sometido por una rígida castidad victoriana que refleja STEPHEN KING en sus novelas del Maine profundo donde reside. Howard se vanagloria de ‘humedecer’ “de porno” sus historias de Conan, entendiendo que tal sensacionalismo suma lectores. Escribía para una amplia masa de público, que exigía ¡diversión!, no complicaciones eruditas estilísticas elitistas.

Howard va madurando; ambiciona escribir la gran epopeya histórica tejana. Se siente capaz de ir más allá de la Cúpula del Trueno. Comprende que es por un proceso orgánico: Empiezo relatando pulp, me perfecciono, asalto las Grandes Gestas Literarias cuando no sólo tenga dominado mi estilo, sino también labrado un nombre. Lectores. ¡Buen plan!

Howard en la tejana tradición de JOHN WESLEY
HARDIN: la imponencia teatral del relato

Hoy día, a la creación (que siempre ha estado “tutelada”) la manipulan para “potenciar” un nefasto “empoderamiento femenino” que es mera moda política estrafalaria, aunque bien subvencionada. Howard advertía que debes limitarte a contar la historia. Ella misma indicará el camino. Creará los personajes que convenga. Forzarla a contentar a concreto público, pusilánime y veleta, así como a una recua de “lectoras” que desprecian el género, que tampoco piensan leerlo, es censurar, destrozar la creación, violar el Arte.

El filme propone cómo debes “entender” a Howard: ¿como el mochales de la conducta risible según se paseaba por Cross Plains, como un atormentado dividido entre la fidelidad materna y su noviazgo con Novalyne, la cual lo obligaría a tomar decisiones que sentía traumáticas (como pasó a Lovecraft), pues limitaban su individualismo, o un autor brillante aunque excéntrico al que las presiones de su vida no-literaria acabó matando?

Amoríos hubo pocos; conflictos: sobraron quizás.
Ocurre cuando chocan dos poderosas voluntades

¿De veras alguna vez Novalyne le entendió, fue objetiva, inmersa en la marejada de sus sentimientos, o quedó a distancia, cegada por su admiración por el escritor, tejiendo en su magín una idealización de Howard, que es la que, años después, con recuerdos borrosos, condensa su libro, retrato de un débil Howard inconstante, pese a su aparente fortaleza, tanto anímica como física? ¿Qué vemos/sabemos de él, en verdad?