viernes, 27 de enero de 2023

ASESINOS CIBERNÉTICOS — LA CIEGA EVOLUCIÓN EFICIENTE DE LAS ARMAS

 

Afiche. PETER WELLER quizás
intentando escurrirse de su papel
(antológico) en ROBOCOP. Bien,
lo hace. Redonda, no sale la jugada

Su apariencia “barata” engaña; vale: los SFX no está tan currados como seguro el equipo quisiera. Empero, el guión muestra una sólida coherencia y calidad que ya quisiera una obra como MUNDOS para sí. A destacar, entre otras cosas: adaptan otro relato de PHILIP K. Dick, el cual está, ya antes comentado, siendo manantial casi “inagotable” de material para el parásito real: el cine. En especial, del de la ciencia ficción.

Desde luego, los SFX de ROBOCOP, que comprendías por su época de rodaje debían ser, por fuerza, stop-motion, estaban más logrados que estas infografías con las que intentan dar más caché a la producción, una de esas co-producciones internacionales con una larga lista de integrantes y rodada en Canadá. Consideré habían ido a Hungría, a lugares donde factorías arruinadas de la ruinosa Dictadura del Proletariado (léase: comunismo) perduraban a la espera de una recalificación para convertirlas en viviendas o parques. Si hay que rodar una cinta sobre el sitio de Moscú, o Stalingrado, y que incluya secuencias de fábricas bombardeadas: ¡escenarios ideales!

La película es, cuando menos, ocurrente. Y bien fraguada, repito. No es “tan tirada” como INFILTRADO, cuya factura televisiva resaltaba incluso demasiado. SCREAMERS (título original) perseguía estreno en pantalla de plata, a menos que una decisión de última hora la desviara a las novedades del videoclub. ¿Los recordáis? Eran palacios del esparcimiento, donde, en la misma balda, podías encontrar joyas o escorias.

Un hombre harto de una guerra idiota en un
remoto sistema solar. Ni que estuviera alistado
a las Tropas del Espacio
 

Screamers desarrolla argumento clásico: la codicia desmedida y la guerra como medio, o EL MEDIO, para conseguir una meta. De paso, pierden el control de los objetos para obtener la victoria. Puedo interpretar este filme, basado en el cuento LA SEGUNDA VARIEDAD, inteligente analogía de la posterior carrera de armamentos atómicos tras la Segunda Guerra Mundial. Los norteamericanos tiran sobre Japón dos bombas atómicas so pretexto de: a) acortar la guerra; b) crear el artefacto del Juicio Final, que inste a las naciones a rechazar las guerras. Y, c) hacer hegemónicos a los Estados Unidos.

Ocurre que Rusia, un compendio de recelos y desconfianzas, gobernada por un genocida paranoico (por mucho que en España un puñado de descerebrados le ¡ensalcen! como una especie de dios), empieza a desarrollar su propia bomba; Norteamérica se contagia de esa paranoia y combate la Amenaza Roja con el Senador MCCARTHY y la bomba H. Los rusos, deben superarles: ¡la Bomba Z! Los ingleses se apuntan a la movida. Los israelíes, iraníes, iraquíes, norcoreanos… en secreto o en público, tienen sus armas nuke.

Algo me sugiere, viendo este paisaje nevado, que
el cuento original en que se basa este filme hacía
alusión a la Tercera Guerra Mundial, no al espacio

Esto refleja Screamers: la ALIANZA (compuesta —al loro— por mineros y científicos, los que siempre dan la tabarra con el pacifismo) robotiza la espada; artefactos con sierras circulares merodean por el desierto radiactivo de Sirio 6B (lugar del conflicto; la Tierra no estaba para batallas y, menos, nucleares) destripan a los soldados del BLOQUE ECONÓMICO NUEVO (los Capitalistas, supones), que, en principio, originaron el conflicto bombardeando a los descontentos mineros de la Alianza con nukes.

Visto así: es una nueva prolongación de la revolución proletaria lo que estaban filmando.

A la sombra de THE TERMINATOR, qué demonio.
Es el siguiente paso de la guerra moderna, ¿no?

Junto a eso, vamos visionando el Argumento Matriz de Dick: la confusión de identidades. El no sé quién soy, o el mundo que creía familiar es artificio que acaba de desmoronarse, o mutó, sea dentro de mi cabeza, o en la auténtica realidad. Claro, que la realidad, ¿cuál es? ¿La que me rodea, o la que creía era mi cotidianeidad? Es a lo que nuestro entrañable PETER WELLER acaba enfrentado, en especial, en los últimos compases de la película; las espadas, de un eficiente aunque rústico artilugio, evolucionaron hasta el extremo de ser indistinguibles (salvo al momento de matar) de los auténticos seres humanos.

Sí, esta producción, sin ser excepcional, tiene bastantes puntos a favor, y no merece ser descartada por lo que simula su apariencia de Serie B tirando a Z.