viernes, 13 de octubre de 2023

EL TIEMPO EN SUS MANOS — MOLICIE IMPERIALISTA

 

Afiche con peculiar textura de
portada de TBO. Los wokies del
tenebroso submundo quieren
comerse al limey victoriano y
su chorba aria

Hasta donde sé, esta es la primera adaptación a la pantalla de plata de la novela LA MÁQUINA DEL TIEMPO de H. G. WELLS; si hay otra previa, ni me he molestado en averiguarlo. Empero creo acertar.

GEORGE PAL husmeó ca$h en la prosa del británico y le adaptó dos novelas: ésta y LA GUERRA DE LOS MUNDOS, la cual contemporizó con los cincuenta-sesenta por una cuestión puramente económica, aunque adujera que el espectador no podría encajar con normalidad lo de que los marcianos nos invadieran a finales del siglo XIX. (Pienso hiciste la adaptación en tu época porque la stop-motion de los trípodes pondría por un pico inasumible la producción. Haberlo admitido, señor Pal.)

Esta versión encaja sin embargo con la impresión de superioridad colonialista propia de cuando la novela. Presentan a un “George” con todas las trazas del excéntrico inglés de entonces que, en vez de ser amante de LADY CHATERLEY, o investigar casos para chinchar al inepto INSPECTOR LESTRADE, crea una Máquina del Tiempo. Eso a su vez es muy contemporáneo de Wells. JULES VERNE, el gran adalid del mecanicismo steampunk, también voceaba las bondades del progreso tecnológico que haría retroceder a sus bituminosos abismos fungosos a la superstición y la ignorancia, valiosos aliados de la Iglesia para imponer sus oscuros designios “emanados” de la Voluntad del Altísimo (cuentos, nada más).

El protagonista de la andanza ante el salpicadero
de su prodigioso artefacto. Resalta la limitada visión
que tuvo H.G WELLS de un aparato capaz de
cambiar la Historia de manera radical-dramática;
todo lo deja a una excursión al distópico 802.701..

Wells prefirió más ver cómo el progreso afectaba a la Sociedad. Esta carga sociopolítica se elude en la cinta protagonizada por ROD TAYLOR, caballero que en batín y comodidades postvictorianas se desplaza al Remoto Futuro de 802.701. Llega el señor, conoce a los ELOIS, inicia su peculiar odisea, para descubrir que lo que parecía el epítome de la vagancia, la molicie y las conquistas progresistas, encarnado en esos efebos indolentes incapaces de sentir empatía por sus semejantes en peligro, tiene un Reverso Tenebroso subterráneo/antropófago, constituido por noctámbulos seres humanos deformes, guardianes de las últimas máquinas operativas.

El viajero del tiempo termina descubriendo que
es amarga la sabiduría que no reporta beneficio
al sabio. Y aquí recibe muchos tazones de acíbar

Wells parecía desarrollar una elaborada y muy nebulosa parábola sobre lo que iba a ser la evolución de su época; veía en los Elois a los ricos potentados de las grandes mansiones excluyentes londinenses, y a los MORLOCKS a la iletrada masa obrera que trabajaba en calidad de esclavitud, hacinada en sórdidos distritos donde criaban camadas de hijos dispuestos a ser sacrificados a la Opulencia Capitalista sin esperanza de mejora. Los Morlocks eran sus descendientes, condenados a una condición aún más inhumana: privados del derecho a la luz del Sol, les empujaron a un claro canibalismo vindicativo. Un giro curioso sobre la idea del comunismo rampante de su tiempo.

Los comunistas devoran al rico convertido en pasivo ganado. Considerando el humanista fabianismo (ese proto-socialismo hoy extinto en España) de Wells, es llamativo que escribiese una obra en la que denunciaba a un tiempo a los ricos por deshumanizar a los pobres, mas que éstos se vengaban devorando a los ricos. Así sugería que los pobres no tienen intención de superar atavismos, progresar, sino que prefieren convertirse en degradadas alimañas sanguinarias que desmontan el flatulento armatoste “humanista” cacareado por la progresía para conseguir poltronas antes que aspirar a las estrellas.

Si tengo razón... ¡estos son los comunistas del
futuro! Caníbales subterráneos contentos de ser
una suerte de subespecie infrahumana. Tanta
progresía para tener bombillas por ojos...

Todo esto borran de esos fotogramas; lo sustituyen por una explicación de porqué existen colonias morlocks (antiguos refugios antiatómicos de la guerra nuclear, terror palpitante de cuando el rodaje). El filme constituye una sucesión de afables colorines y un inventor que expresa el espíritu imperialista británico: dueños de las olas, llegamos imponiendo las costumbres de Albión doquiera sea, con nuestra flema característica y saber hacer que nos sitúa por encima de todos, ¡lo cual nos permite civilizar paganos y negros de todo continente y/o época! En resumen: familiar evasión a observar sin acritud, queda como un grato hito del género de la ciencia ficción y poco más.