Otra portada de ANTONIO GARCÉS para la saga de EL MUNDO DEL RÍO; esta vez, la novela colofón |
¡Terminado! PHILIP JOSÉ FARMER concluye con
este libro la influyente saga de los grandes nombres, o los más anónimos y
modestos, que fueron resucitados a la orilla de un largo-largo y retorcido río.
La ingente masa revivida procede de antes de las cavernas hasta finales del
siglo XX. Habitan aquí con ligeras estrecheces, y rozan sin parar sus
diferencias, que liman con guerras tribales. Mas todos deben resolver por qué
fueron resucitados. Con qué objeto real. Porque les han hablado de una
finalidad, pero se resisten a creerla en su más íntimo fuero. La desconfianza
es innata del Hombre. Procede de arcaicos instintos, de cuando éramos fieras
más básicas. Intuiciones muy fiables. Reveladoras.
En estas novelas, Farmer hace constar,
mediante los distintos participantes del extenso relato, que la Humanidad, por
fin liberada de ciertas penurias y atavismos sociales y morales constrictores,
degradantes, causa de enfermedades y epidemias, prefiere hacer la guerra antes
que entregarse a un placentero y bien abonado ocio como el que brinda el Mundo
del Río.
PHILIP JOSÉ FARMER, el autor, bien pertrechado por su extensa biblioteca |
Pero esta licencia no quiere que la
Humanidad se entregue a perezas e indulgencias carnales diversas. Debe emplear
el tiempo que les consumía en tareas agotadoras y que acortaban mucho-mucho la
vida en sanear su carácter y purificar su alma. La estancia de los renacidos en
el Mundo del Río es limitada. Deben evolucionar hacia una última y definitiva
meta: la absoluta integración con Dios. Para eso regresaron a la existencia. Es
la única exigencia que les imponen sus bienhechores.
El potente y prometedor comienzo de la saga; repasemos sus componentes |
Al protagonista por excelencia, SIR
RICHARD FRANCIS BURTON, el dinámico y audaz aventurero, espadachín, lingüista,
etc., le subleva tal propósito. Individualista de carácter, abomina perder su
albedrío para, a cambio, ganar esa difusa meta moral con estructura de
mentalidad de colmena.
Farmer escogió un elenco protagónico
compuesto, en esencia, por individualistas. Los héroes que cita, como todos los
que podamos señalar, ora la realidad, ora la ficción, son individualistas natos
que pueden combatir por el bien y la justicia, pero “a su manera”, siempre, y fuera
del marco legal por el común acatado.
El héroe es un anarquista bien
intencionado. Admite que las leyes son indispensables; para nosotros, no para
él. Apenas vislumbre algo torcido, lo endereza saltándote todo reglamento (que
subyuga al resto). Reposa entonces, pero siempre vigilante. Semeja un tácito
acuerdo que el héroe llegó con la Ley, el Reverso Tenebroso de la Justicia: no
te perjudico y aconsejo serte obedecida, pero cuando algo se desmande, la única
norma que acataré es la mía. Y, a modo, el pacto se respeta.
Continuaba con creciente brío aquí |
Una de las claves como al norteamericano
le gusta describirse es como individualista. Y Farmer, socarrón estadounidense,
parece que cumplió la consigna. Eligió héroes que solían encarar el mundo “a su
manera”, ¿reflejo de su sentir nacional?
Debemos considerarlo. Pues la meta que
describe en estas novelas, ni él la cree. De sutil modo, se mofa de ella; la
desdeña. LOS ÉTICOS, los desconocidos benefactores del Polo Norte (¿ironía a
costa de SANTA CLAUS?), tienen un Plan que tampoco dimana la bondad que
presume. LOGA, el Ético rebelde, declara: su raza concede a la Humanidad un
plazo para evolucionar. Pasado, todos volverían a morir. Para siempre, esta
vez. ¿Es eso ético? ¿No lo sería darles cuanto tiempo fuese indispensable? ¿No
es por eso, esta salvación, por la que se denominan Éticos?
Discurre por aquí, novela de más extensión y aparente calado... |
Su apreciación rebosa razón, y es como
Farmer desconfía del altruismo Ético y la nebulosa salvación prometida. Y Loga,
así vemos, se vuelve el individualista-contra-el-Sistema que podría encajar con
la figura del héroe. Loga es el héroe de la Humanidad. A toda costa quiere
nuestra salvación inmaterial; así lleve la eternidad conseguirla. Sus
compañeros, no. (Pícaramente, empero, omite sus personales y más egoístas
fines.)
Dioses
del Mundo del Río, por
otra parte, intenta ser estudio de las flaquezas y fortalezas humanas. Sitúa a
sus esforzados protagonistas, los que sobrevivieron a tantas luchas y carnicerías,
en un entorno donde la avanzada HI/TECH de los Éticos les convierte en seres casi
omnímodos. Para que el engreimiento no termine de nublarles los sesos, incluye
Farmer un misterio quasidetectivesco
en la trama (el asesinato de Loga por un desconocido, otra serpiente que se
deslizó en este extraño Paraíso tecnológico con fines nefarios), que a su vez
le vale para efectuar especulaciones biográficas más profundas de sus
personajes.
Este es otro fondo de la novela: una gran
semblanza sobre ellos y que, sin duda, quedó colgada del material principal que
componía la saga. Por condicionamiento editorial, o porque ralentizaba el curso
del relato, se amputó. Lo reciclo así y gano unas perras. Soy listo, ¿eh?
Aun poseyendo elementos de interés, sin
embargo Dioses del Mundo del Río deja
la desamable sensación de ser superflua, apéndice a un tiempo necesario y del
que podíamos pasar. Farmer lo ceba de intriga, acción y aventura; hace un
bosquejo pseudohistórico con las hazañas de los personajes que semeja un intento
de mostrarle a un gran público, no lector de ciencia ficción, su talento para
otras letras. Pero… ¿la necesitábamos? EL
LABERINTO MÁGICO cerraba el ciclo tan admirablemente...
Creo que esta novela impulsó a POUL
ANDERSON escribir LA NAVE DE UN MILLÓN DE
AÑOS, su anti-Mundo del Río. Pero mientras Farmer, pese a todo, lo cuadró,
Anderson nos sumió en un pretencioso sopor, de fecunda fatua erudición.
Aquí aparece un cuento cuya trama influye al tronco principal del ciclo |
Resalta de Dioses del Mundo del Río el que los esforzados elegidos, dueños del
poder inconmensurable que reciben al morir Loga, en vez de abocarse a cumplir
promesas (como resucitar, prioritariamente, a los camaradas caídos durante el
viaje), se entregan a distracciones y libertinajes que desacreditan su presunta
evolución moral, ética. Lo reflexiona Burton, percatándose de que, aunque
mejoró de forma considerable durante todos esos años y demoledoras peripecias,
está lejos de ser el distinto hombre por
el que ahora se tenía. Ninguno ha mejorado lo suficiente.
¿La moraleja a sacar de la novela, pues,
es que, inquilinos del Paraíso, siempre estamos condenados a perderlo?
Vuestro Scriptor.
También en: http://spnkgirl.blogspot.com.es/
De esta saga:
http://unahistoriadelafrontera.blogspot.com.es/2013/08/el-laberinto-magico-el-mundo-del-rio4.html