¿Son internet y las populares redes sociales las telepantallas descritas en este clásico de GEORGE ORWELL? (Que, sin tener red social, ¡publicó!) |
Llevan tiempo dándome qué pensar, su
muy cuestionable “bondad”. En esos espacios se proporciona información
particular cuyo último receptor es desconocido. Alguien VIGILA y no con buenas
intenciones.
Nuestros datos se venden corsariamente a
organizaciones, públicas, mercantiles, privadas, de información gubernamental
(lo peor), y cualquier oscuro agente de rostro impasible puede urdir un expediente
sobre nosotros especulado (¡aún peor!) que podría generar una vigilancia muy
especial de nuestras vidas.
En las redes sociales cuelgan libre y
temerariamente fotos de hijos, hijas, esposas, comentarios sobre aficiones,
colecciones… pistas de cómo perseguirte o qué intentar venderte. Los blogs
medio funcionan igual, pero tienen una especie de control superior. O así lo
estimo. Quiero decir: un blog no parece, de entrada, un álbum agradable para
mostrar fotografías familiares. Semeja un lugar de trabajo, como un escritorio.
Mas las redes sociales… Santa Miriam Amén, qué cosas íntimas se publican (susceptibles
de promover una vigilancia gubernamental mal pensada, que cualquier día te
lleva al MINISTERIO DEL AMOR orwelliano).
¿Cuántos padres ponen al servicio de inmundos
pederastas fotos de sus retoños? Esas alimañas abundan en la red; camufladas de
identidades amistosas. Y cuánta gente pica, nutriendo esa infame perversión con
renovado material.
Pero la cuestión que me absorbe de las
redes sociales es cómo muchos (por casos que conozco) las emplean ávidos de aprobación
ajena. Buscando la palmadita en la espalda, insincera además. Invierten
numerosas horas en obtenerla. Más allá de una saludable (y necesaria) promoción
de la labor efectuada, lo suyo es: Hago esto, ¡mira qué bien!, ¡¡aplaudidme!!
¿Te publicitas, o pides con tácita desesperación beneplácito ajeno así?
Un chorreo-goteo de parabienes en cortos
mensajes de texto que alabaran un material del que quizás tus “fieles” ni
siquiera tuviera la más mínima-nimia noción. Aun pudiera haber un interés
espurio en elevar loas-y-preces a la figura ¡aclamada! Su nombre concita cierta
reputación a la cual much@s
Un malhadado ejemplo de verborrea estilística escrita que no conduce a parte alguna (en plan literatura gótica, vaya) |
(mediocres)
se
adhieren como rémoras, esperando así beneficiar sus “carreras literarias”…
lanzadas como locomotoras desbocadas en la, está cada vez más claro, filfa de AMAZON.
Amazon es filfa. Una estafa elegante, basada en
el supuesto de la libre capacidad de publicación, en principio remunerada, y la
total falta de control de calidad del material en venta. Ya traté esto. Y, si
bien se me observó que el potencial de Amazon
está por venir, se me aprobó que el peligro de leer cantidad incontrolada de
basura es enorme.
Estos autores-Amazon (la GENERACIÓN KINDLE
—¿o KINDER-sorpresa?—, o sea: yo escribo,
lo que me parece, sin bagaje, ni escuela, habiendo logrado enlazar párrafos sin
corregir que componen capítulos, dando estructura de “novela” a mi esfuerzo) abordan
las redes sociales buscando apoyo recíproco de semejantes. Todos escriben.
Alguno (o muchos) será un crack
inédito, víctima de la mala suerte de no ser distinguido por el también
arbitrario dedo de un editor (dependiente de la nota, caprichosa, de un lector
que, ese día, estuviera de mala leche, y por tanto condena una obra maestra al
olvido), pero la mayoría es gente que leyó, en artículos diversos, que Amazon es Jauja y vendes e-books como rosquillas y te montas en
el dólar ¡YA!
¿Qué hacen, en verdad? No se promocionan.
Buscan “aprobación de los mezquinos”, de otr@s con idéntica capacidad y/o
carencia, muy faltos de autoestima, y forman una apretada-abigarrada piña que
destaca por su tono vocinglero, su compacto seguidismo sectario de un
nosequién, macho o hembra, la verborrea como agasajan al tal iconillo que,
desde su espacio/altar/púlpito, recomienda, advierte, aconseja, etc., cobrando loas
viscosas a cambio, y que, en réplica, esperan de esta “deidad” la merced de su
atención-aprobación… surfear en su estela de reputación, confiando esto logre
beneficiarles.
Hay poca personalidad y estima entre los
escritores, he ido apreciando. Al repasar mi biblioteca, he destacado mi
preferencia por los autores con una prosa, una composición, fuera de lo
habitual. Su literatura imprime en tu ánimo la certeza de estar ante una identidad,
no una entidad amorfa que persigue más el estilismo que el relato. Suelen
achacar a H.G. WELLS estar más interesado en lo que contaba que en cómo lo
contaba. Sinceramente: prefiero eso a soportar a un autor que pone tal énfasis
en “cómo lo cuento” que no acaba narrando nada.
La novela origen del mito de RAMBO. Magnífico ejemplo del análisis de los personajes y su entorno. (Tampoco DAVID MORRELL tenía red social entonces, ¡y publicó este libro!) |
Pueden abundar quienes empleen su red
social para promocionarse. Este mundo actual así parece demandarlo. Pero,
conforme a los casos que conozco, veo que muchos se zambullen en su red social favorita
a la caza, cuan vampiro anímico, de afecto electrónico, que ni llega a rozarte
(no es una caricia; no sientes el calor de la mano amada-amiga en tu piel),
impersonal e impropio, y aprobación, sobre todo. Autoestima. Y le da igual si
es o no sincera.
Las redes sociales son un placebo para
llenar vidas inseguras y solitarias en un mundo cada día más aislado, pese a
contar con potentes herramientas de intercambio y comunicación jamás vistas.
Irónico, ¿eh?
Vuestro Scriptor.
También en: http://spnkgirl.blogspot.com.es/