viernes, 11 de marzo de 2016

IRONWOLF - LLAMAS DE LA REVOLUCIÓN — STEAMSPACEPUNK

Portada inglesa para recopilar, en
plan lujoso, estas andanzas esterales
HOWARD CHAYKIN, JOHN FRANCIS MOORE, MIKE MIGNOLA y P. CRAIG RUSELL conforman alianza para proporcionarnos una lúdica epopeya espacial con llamativos elementos steampunk y pinceladas de LA ISLA DEL DR. MOREAU. ¿Te parece poco? ¡Atento a los elitistas vampiros! Todo junto anima a entablar, en distintos momentos, vibrantes duelos a espada al amparo del complot que pretende destruir un despótico imperio refocilado en la época de MARÍA ANTONIETA, amén.

Bajo el formato “novela gráfica”, Ironwolf reproduce una aventura llena de épicas resonancias destinadas a admirar, en su total esplendor, las muchas y encomiables virtudes contenidas en sus planchas. Su poderío motiva sucesivas lecturas, las cuales siguen revelando detalles obviados la anterior vez.

El lector descubrirá que, pese al ardor de las ‘motivaciones políticas’ que esboza BRIAN IRONWOLF (el protagonista, cosmomarxista con tics de ROBIN HOOD, revolucionario de salón —a su pesar— y amante de los deportes de riesgo extremo), éstas no son sino la excusa para chinchar a su hermano, TYRONE, feudalista entregado, en cuerpo-y-alma, al Imperio Galactika y a su cabeza “ordenante”: la supina emperatriz ERIKA de los muchos más títulos y nombres.

El enfrentamiento fratricida entre
personajes claves del relato tienen
esta pintoresca secuela de secuoya
Bryan y Tyrone disputan por la heredad y sus riquezas; de poseerlas Tyrone, reforzarán al despiadado Imperio, abortando la casi totalidad de posibilidades de triunfo de los revolucionarios. Las más elevadas y proletarias ideas de Bryan terminan forzándolo a sacrificar su legado, al considerarlo el mal menor del drama.

La ambientación dieciochesca que Chaykin, padre del concepto, impone a este Universo de barrocas/vistosas naves estelares de madera, ataviando a sus ocupantes con ropajes de “aquélentonces”, pareciera forma de sugerirnos que la Historia tiene aprecio por lo cíclico, y esto debería inspirarnos a pensar. No en vano, además, introduce al (irritante) reportero ciego HOMER GLINT, trasunto de MARK TWAIN, quien, en su momento, acuñó lo de que “la Historia no se repite, pero rima”. ¿Cómo rima en Ironwolf? Los arcaicos sables compiten con calibres láser que zumban según abaten, bajo su resplandor, al populacho revolucionario.

Todo esto está, de modo frío y hasta mezquino, observado por las eminencias de Omicron, tecnocracia cósmica que alzó altos muros buscando así tener buenas relaciones con los planetas aledaños. Mas, desde sus elevadas atalayas, los miran con desprecio, y aun fastidio, cuando éstos irrumpen, de vez en cuando, en sus pagos y asuntos, mezclándoles en la prosaica (según ellos) política de sus turbulentos vecinos.

Este abigarrado Universo no se priva ni
de tener elitistas nósferos entre ellos
Omicron parece parodiar el extendido ‘mito’ de la ciencia ficción (hard) del mundo tecnocrático, pródigo en glorias y éticas, protocolos y restricciones, que FRIZT LEIBER caricaturizara en UN FANTASMA RECORRE TEXAS o, más recientemente retrataran, implacable, en ELYSIUM. Suponen que, al estar compuesto por eminencias científicas, sus valores superan toda escala. Dignos de inspiración y emulación, sus mantras pacifistas, empero, no les impiden mutar felinos para convertirlos en su poderoso ejército, que visita las sucias callejas de los mundos revolucionarios/feudalistas recuperando artefactos omicroneses sumamente valiosos, y potentes, de esos planetas.

Ironwolf puede contemplarse, ¿por qué no?, como una versión mucho más animada del DUNE escrito por FRANK HERBERT. No deben, en todo caso, compararse buscando “la mejor”, porque ambas historias ofrecen vertientes de una “realidad” que motivan al disfrute, no a ensañarse con sus variaciones. Acaso, el mesianismo que nimba la figura de PAUL ATREIDES puede causar repelencia, en diverso grado. 

Pretenderá socializar la galaxia, pero
termina medio canonizado en el proceso
Bryan Ironwolf, en cambio, es uno de esos calenturientos revolucionarios, cuya exaltación les ridiculiza, decididos a salvar a la masa obrera desde el desprecio a su alta cuna. Pero no ayuda por convicción: aquí, vimos, por fastidiar al pijo Tyrone. En casos actuales, por aburrimiento. Ser líder del populux es forma de distinguirse cuando comprueban su escasez de talento o habilidad.

Todo esto contiene las páginas dibujadas por Mignola. Hay también mensaje social en lo que aparenta ser simple aventura espacial/steampunk confeccionada para nuestro ocio. Las grandes obras son así: tienen de todo, confiando contentar a todos.