Afiche bastante similar a la portada del número uno de KAMANDI |
Todo espectador medio entrado en el
género de la ciencia ficción, al menos, no registra una sola idea original en
este filme protagonizado por TOM CRUISE. Empero, sus tópicos están tan
hábilmente articulados que consigue confundir. Seguro que el inmenso populux
que asistió a las salas, para solazarse un rato, ni notó el fraude.
¿Qué es Oblivion? Algo extraño con naves espaciales en el páramo madmaxiano (que recordaba, más, a la Tierra Maldita
de JUDGE
DREDD o la Zona
Prohibida de EL
PLANETA DE LOS SIMIOS)
con aparatos de un blanco níveo que entablaban un duelo aéreo similar al de el Halcón Milenario en EL IMPERIO CONTRAATACA. Repasemos: ¿alguna idea original,
hasta ahora? No, ¿eh?
Hasta el tenso drama existencial que Cruise desarrolla, repleto de suspense para
tenernos ataditos a la butaca durante la proyección, deviene del paranoico
Universo que P.K. Dick se montó a base de falsas identidades,
pseudorrecuerdos y memorias sintéticas que permitían al atribulado clon, o
NEXUS 6, tirar día-a-día mientras su tiempo vital asignado se consumía, amén.
JACK HARPER. De algún modo, intuye ser un modelo NEXUS enésima generación. Por cierto: eso de los extractores de agua los empleaba GALACTUS para calmar su eterna hambre |
Oblivion no es película de acción propiamente, sino de ‘descubrimiento’. Lo disimulan con los fenomenales SFX que recrean parajes desolados y una fotografía impecable. Hay, sin embargo, parcelas de ‘movimiento’ para que el público, que asocia ‘ciencia ficción’ con ‘peleas extremas urbanas contra robots medio indestructibles’, ya hábito inapelable e incuestionable, no deserte de las salas.
Los drones quasiesféricos recuerdan a una
versión HITECH de las bolas con
pinchos que lanzaba el HOMBRE ALTO de la saga PHANTASMA. Un elemento ‘novedoso’ menos. Y de esos objetos dimana
el peligro, no de un territorio hostil radiactivo quizás poblado por
degolladores motorizados o extravagantes mutaciones gigantes tipo cine ROGER
CORMAN.
Su chabola. Que sea casi completamente transparente, ¿remite a las viviendas de la novela NOSOTROS? Sin sitio donde ocultar secretos. Todo: a la vista |
Mas el absoluto misterio de Oblivion se desvela prácticamente
durante el prólogo de voz en off que
efectúa Cruise. Eso de que los SCAVENGERS y su nave que rompió la Luna (catástrofe que debió causar desastres perdurables en el
tiempo, no solo “hace sesenta años”) y el borrado obligatorio de memoria (el
recurso P.K. Dick aludido) exponen desnuda la trama.
Sospechas, atinadamente, que Cruise es un
clon cebado de órdenes procedentes de una manipulación orwelliana. Tópico de la
ciencia ficción presentado en numerosos relatos bajo distinto pelaje. El saqueo
del planeta, por parte de una entidad extraterrestre, aun remite al hambre
sideral de GALACTUS, el caníbal siempre apetente.
Nuestra pobre Luna padeció un castigo malo y de verdad. ¡Qué perra con destruirnosla! |
Con los elementos revelados, permaneces
mirando su decurso sólo para verificar cómo tus cábalas encajan en el esquema
personal diseñado. El espectáculo también está embalado en un brillante celofán
de píxeles que edulcoran con un romance medio imposible para aumentar la agonía
existencial del protagonista, que va planteándose las preguntas que ROY BATTY
esboza, durante su agonía, ante RICK DECKARD.
Es el fuerte del filme, un intento, algo
esforzado, de dar una suerte de dignidad dramática al género de la ciencia
ficción. ¿Veis? No son sólo tiroteos entre cazas espaciales o robots casi
indestructibles que acosan humanos quasimesiánicos. ¡Hay teatro isabelino
también!
La amenaza principal de este devastado mundo procede de los artefactos que Jack tiene encomendado reparar |
Oblivion es de sentarse y verlas venir, insisto.
Por poco, no aburre, porque, ya digo, ¡todo está bastante visto! No debes ser
Gran Maestre del género para desentramar su estructura, cuajada de temas de la
ciencia ficción. Sólo estar un poco puesto, recordar tres o cuatro elementos
básicos que han sentado cátedra, y ver a Cruise emporcar, víctima de distintas
vicisitudes, su uniforme antibalas blanco, intencionada elección del color.
Un oscuro hombre oscuro con oscuros secretos |
Presenta la pureza, aun virginidad, que contiene
en sí el mecánico de drones cuya labor la desempeña en la inhóspita superficie.
Y según los acontecimientos se apilan, abriéndole los ojos, y se ensucia su
ropaje, adquiere oscuras nociones sobre él y su entorno. Sufre un recuerdo
total.
De nuevo, o de otro modo contado, se
trata de qué triste es la sabiduría que nada reporta al sabio. Aunque, esta
vez, tenga final feliz familiar.