Llegamos a la undécima entrega. Aún no se atisba arreglo |
Una crispada sonrisa: aparece un momento
por mis labios descamados por el estrés, la repentina sed. Hurgo empero en el
interior de mis miedos confiando encontrar ente supremo, o superior, de esa
naturaleza aludida que acepte lo que sugiere Dama de Picas.
Mantengo la mirada fija: en la parte
trasera del Relámpago Rojo. Pareciera: decidido a dejarnos MUY ATRÁS según se
zambulle en el preamanecer que empieza a ser más el orto que tanto andamos
temiendo. La noche: todavía brinda un segmento de discreción por el cual poder escaparnos,
pese a los potentes dispositivos de rastreo HITECH del enemigo. Una vez salga
el Sol… Nada podrá ya ocultarnos.
En el ínterin, produje esto para ver si cuela para la posteridad |
Dama de Picas se esfuerza por seguir
bastante cerca del poderoso deportivo. Bujías no tiene su destreza al volante,
pero no debe envidiar nada a Joe Viterbo si la situación lo impone. Ascendemos
pequeños badenes. Protestan los amortiguadores: en los baches mal disimulados
que se disimulan a nuestros faros. Rozamos buzones corroídos y polvorientos.
Los árboles sacuden sus agostadas copas: según los rebasamos.
Adiós-adiós, parecieran despedir, con ese
movimiento negro que define sus copas.
De vez en cuando: miro atrás. Por la
ventanilla opacada por la tierra que la cubre. Esperando ver: las luces
giratorias salvajes de los Ranger abalanzándose sobre los tres porque han
intuido, sí, ajá, que nos pasaron de largo.
Pues su fuerte instinto policial: nos
delata. Les propone retrocedan. Indaguen. Pregunten al tío de la luz del cuarto
de baño: ¿Falta ALGO en su jardín? Montones de patrañas similares: van
acumulándose en mis sesos conforme las ruedas que asustan a las cacatúas
engullen los kais en “persecución” del Relámpago Rojo.
—No, Bujías —murmura Dama de Picas—. Recto,
tío. Sigue recto. Olvida los carteles que indican poblaciones. Por ahora, al
menos…
Pues: lo ve frenar. Vacilar ante doblados
rótulos tercermundistas clavados en palos torcidos que parecieran instalados
allí por el propio John Chisum. Indican sitios, pueblos como Buen Rey, inmersos
en la feroz decadencia que impone la Pax PragmaSoc, abandonarlos para
concentrar a la gente en urbes extrañas como ese tal Soguetto y así tenerlos
controlados a todos.
Recuerdo al respetable que todo se originó aquí |
Caso de telepatía: Bujías sigue recto.
Obedece a Dama de Picas. La vi: acercar los dedos a la palanca de las luces.
Para lanzarle dos destellos. Como cuando otro circula con las luces largas,
deslumbrándote. No es necesario. La telepatía, comenté.
—¿Cómo nos habrán descubierto? —repite Dama
según se esfuerza por ver, allende el horizonte, dónde deshacerse del poderoso
deportivo. Una fronda espesa. Un arroyo o río. Una cantera. Algo que obligue
bastantes días a la pasma, el enemigo: encontrar el Relámpago Rojo—. ¿Alguna
idea?
—Alguien se chivó —termino imaginando. No
quiero repetir lo del castigo kármiko producto del
(sacrificio)
asesinato de Crepúsculo. Eso luego podrá
discutirse. No añadas más tensión a la existente, muchacho—. Podría
averiguarlo, supongo. —Pienso: en introducirme en metaNET. Rastrear indicios.
No. En otra fuente. Más fiable. Una que: suele advertirme con antelación de
sobresaltos como éste, permitiéndome eludirlos. ¿Qué falló hoy?—. Pero el
traqueteo es demasiado para ponerme a teclear ahora.
Continuará