El reflujo de adrenalina permite paso a la amargura |
—Pronto podremos parar, espero —acaba deseando
Dama de Picas. Tarda unos instantes: en decidir si mi tono era de reproche o
no. No lo era. Indicaba una situación. Pero, crispados nuestros nervios: todo
tiene sentido equívoco—. Primero, deshacerse del deportivo. Luego…
—…otro almacén abandonado, otra granja
expropiada pero abandonada, otro almiar abandonado… oliendo aún a lo cosechado…
abandonado… —miro al inmenso campo gris Grey que nos rodea, engulléndonos en su
nada—. La historia de nuestra vida. Iluminados apenas por esas cosechadoras
robot que parecen máquinas asesinas de Skynet según arrancan de los caballones
los cultivos programados por Stefan Roslov y sus Probetas de los cojones.
—Pausa—. La historia de nuestra vida. Abandono. Marginación.
—Las cartas que nos repartieron —y
pronuncia mi nombre real.
—Ya —amargado sueno—. Otra cosa que
imagino… —demoro añadirlo. Dama de Picas: me enfoca un instante. Solicita su
ceño ligeramente fruncido: prosiga—. Esos capitostes de tercera… ya sabes… los
de Crepúsculo…
En esta entrega se hace referencia a material aparecido en esta divertida novela. ¡No te la pierdas! |
—Sí. Esos. —Mencionar a Crepúsculo: la pone
de rictus erectus hostil ipso facto.
—Pudieron largar algo. Encerrados en un
Cuarto 101… ¿cuánta tortura crees que pudieron soportar antes de confesar lo
ocurrido? Ese clip… por cuidadosa que fueses al eludir ubicaciones… —nos
soslayamos— no ocultaba la identidad de esos sujetos.
»Cinco segundos recibiendo hostias con
defensas de goma en lugares estratégicos… tipos tan blandos pero tan sádicos…
delatarían a sus puñeteras madres sin demora. Ya sabes cómo son esas “entrevistas”
en los 101…
—Lo sé. En las Dunas estuve en los
suficientes interrogatorios —tres, en realidad— para entenderte perfectamente.
No necesitarían métodos más invasivos —y ambos sabemos a qué se refiere. Cosas
metálicas. Punzantes. Sacacorchos— o eléctricos. O como has sugerido: varios
golpes con porras de goma en las pelotas y…
—Tu nueva Ivy Manor delatada. Casi creo innecesario tener que mirarlo en la
web. Puede —agrego con tono evasivo— que alguna de las otras sumisas, pillada
en algo, también haya largado. O algún cliente externo. Tantas opciones… —El
día empieza a intensificarse: al otro lado del parabrisas. Noto el olor extraño
del dueño de la Jonathan Kent aquí
incrustado. Como olfatea mi siamés—. Creo que el resultado sigue siendo una Encuesta Salvaje en un 101. Quien haya
sido no habrá podido impedirlo, de todos modos.
—De todos modos.
Creo haberlo dicho; pero éste es la modelo de la indómita DAMA DE PICAS |
En las Dunas: clasificaron, debido a sus
especiales “actitudes”, a Dama de Picas como Interrogadora. Tooodo el sadismo
del ancho mundo: podía aplicarlo. Cobertura legal. La carne a romper:
interminable. Ocurrió: ¡así no la molaba actuar!
Debía ser algo… íntimo. Con contenido… emocional.
No un trabajo de picar carne y saltar dientes porque sí. Lo de “torturas terros
dispuestos a estrellar Skyhighs en otras Torres Gemelas y con lo que les
arranques evitarás tantas muertes” funcionó tres veces. La causa de la defensa
del Corporativismo… no tenía intimidad. Contenido emocional.
La destinaron, como castigo, al frente. A
Blindados. Donde: le conoció a él. Al
siamés. Con el tiempo: terminó amadrinándome. Pero antes: batallas despiadadas.
Satanligrado. Ese látigo hecho con pelo humano, de terros de SEÍSMO.
Experiencias que marcaban. Fraguaban pesadillas. Apenas esbozadas en charlas
como ésta.