Afiche. Hay un insoslayable juicio histórico sobre el talento y la calidad. Este filme viene a ratificarlo |
Destaco de este supuesto biopic dramático sobre la vida de
WOLFGANG Amadeus MOZART dos cosas: una que la figura de ANTONIO SALIERI es
conocida ahora (convendría aclarar que relativamente)
gracias a este filme; dos: que ese pueblo, siempre hambriento de ilusión,
también supo de Mozart merced a esta película.
Sí, sí. Distraídamente podría haberle
escuchado, antes, en alguna emisora perdida. Algún fragmento de su vasta obra,
iniciada a tierna edad. Pero el vulgo, el siempre hambriento de fantasía,
preferiría ceñirse a sus costumbrismos regionalistas flamencos o los vítores o
denuestos futbolísticos antes que aguantar entero un concierto de música
clásica.
Admito que no puedo. Renegar de la música
clásica sería excesivo. Pero no la soporto. No me produce sinestesia. Sin
embargo, recuerdo el boom del estreno de esta cinta. Todo Dios adquiría hitlights de Mozart. De las piezas que
suenan más a pop o rock; más ligeras, melodías pegadizas, que activan el
sistema nervioso. Otorgaban un aire de entendido al agraciado comprador que
parecía, ¡por fin!, entrar en el gran mundo de la cultura elitista que a veces
tanto satiriza FRASIER.
Siempre, empero, me centro en que Salieri,
contemporáneo de Mozart, y creo que apenas tuvo contacto con él, era hasta Amadeus un perfecto desconocido (no sé
cuánto incluso entre los culturetas elitistas estilo Frasier, que te disparan
un dato ‘académico’ que asimismo desconocen pero les hace quedar de eminencia
para arriba). F. MURRAY ABRAHAM realiza vigoroso trazo de un hombre envidioso
que termina corroído por la impotencia hasta enajenarle para tramar un
elaborado asesinato para vengarse de un Dios al que estima cruel por haberle privado
del talento natural que Mozart derrochaba sin cesar.
Por ahora, aún no son enemigos, aunque algo ya se incuba. Qué curioso es que el SALIERI histórico fuese reflotado por esta película, no por su propio trabajo, famoso en su época |
Salieri, en su tiempo, gozó de reputación.
Hoy día es esa imagen de un avejentado suicida frustrado que parece borrador
del DRÁCULA de GARY OLDMAN. Pero aun
así lo diluye la corriente de este mainstream
de novedades epatantes que bombardean sin compasión desde internet. Vuelve a la
oscuridad. Y si Mozart se mantiene un tanto en ON es casi por esta falsa
biografía como por ese intento a parecer listo que a algunos les entra al
hablar de música clásica.
¿Un músico clásico? Claro, hombre: ¡Mozart!
¿Otro? ¿JOHN LENNON? Es así. El pueblo llega hasta ahí. El individuo será culto,
pero la masa: no. No piensa. La llevan donde quieren siempre que el oropel sea
lo bastante brillante. Los populistas lo saben muy bien. Por eso plantan ante
el desesperado Pueblo un gran telón de mentiras fantabulosas que les afirman
serán hechos ¡posibles! siempre que les entreguen el Poder. Luego, pasa lo que
pasa.
Pero es significativa esa correlación. El
que un poderoso en su época quede olvidado y después sea recordado, de
carambola, por el enemigo que tanto procuró aplastar en su momento, rival que
las décadas posteriores ensalzan Ensalzan ENSALZAN sin parar. Otro caso similar
es POE. Compartió época con sus adinerados DAN BROWN… que ahora son recordados,
no obstante, por reseñas que Poe les dedicó. De lo contrario, hoy no serían ni
el recuerdo soñado de alguna evanescencia mental distraída.
Sobre la esmerada puesta en escena, o las
elaboradas interpretaciones, siempre destaco ese detalle; lo voluble y sic transit gloria mundi est de la
popularidad. El opulento y acomodado Salieri, triunfador por tanto, contempla
cómo su decadencia sucede día-a-día, mientras que el manirroto aunque genial
Mozart sobresale, traspasando los siglos, su legado perdurando de forma inimaginada.
¡Cuántos casos se siguen, y seguirán dando, parecidos! Hay un insoslayable
juicio histórico sobre el talento y la calidad. Y los Salieri modernos, esos de
las redes sociales, pese a su ostentoso plumaje, desaparecerán como pelusa gris,
olvidados por todos... salvo por su enfrentamiento con su Mozart particular.