viernes, 23 de junio de 2023

EL PRECIO DEL PODER — LA CAÍDA DE LA MANSIÓN MONTANA

 

Afiche, eficiente por su simple
presentación. No pienso entrar 
a valorar carajotadas sobre la
elección de los colores y tal

Un excesivo AL PACINO protagoniza este filme de BRIAN DE PALMA, basado en un filme de cuando DOC SAVAGE. Hace elogio a la hyperviolencia estética que, a modo, SAM PECKINPAH “instaurara” en GRUPO SALVAJE. Los 80 estaban por romper techos de cristal, mojigatos prejuicios y señalar de manera descarnada diversos problemas que, hasta entonces, los citados prejuicios habían anublado/anulado por mor de un concepto del Comité HAYS sobre la moralidad en el cine y el puritanismo luterano norteamericano en general. Y este filme fue uno de tantos arietes al respecto.

Muestra: el escritor JOHN IRVING abandonó la proyección durante la escena de la motosierra; ejemplifica lo “hipócrita” que esa cultura, de “esto no pasa ni en pesadillas”, empero ocurre y en peor dimensión de la supuesta (los asesinatos investigados de la Mafia consignan el prolongado sadismo de algunas ejecuciones). Es una negación de una realidad que palpita a nuestro lado, y no desaparece ignorándola. Es eso de “si no buscas problemas, los problemas te eludirán”; es dudosa regla, pues si el problema quiere ir a por ti, irá.

Y negar desertando de la sala según masacran en pantalla a un tío con una motosierra no ayuda; ni decir que son desagradables excesos de calenturientas mentes cocainómanas (la de OLIVER STONE, en este caso) y que la vida real es como uno de esos patéticos westerns de los Cincuenta, que con el único tiro podías abatir a un menda a cien metros y prevalecía el impoluto cow-boy del sombrero bianco como auténtico/único defensor de la justicia. Es de una aterradora ceguera, porque el andoba de la motosierra te entra en casa cualquier día y con negarse a admitir su existencia, no desaparece.

MICHELLE PFEIFER, antes de CATWOMAN,
fue cocainómana novia de cocainómano a punto
de perder la olla

SCARFACE denuncia los graves problemas del abuso de las sustancias controladas; la coca, en boga durante los 80, la droga estilosa (casi constante denuncia que hacían en MIAMI VICE) que te situaba en la más alta órbita social, y cuyas secuelas no suponían fuesen tan dramáticas como la heroína, sucia por lo de inyectársela, era un espejismo del que podías despertar en la más trágica situación.

Mas era eso: lo social, en boga. Además, países anticomunistas contaban con el beneplácito de la ADMINISTRACIÓN REAGAN mientras zumbara a los rojos. Cuando el megalómano e incestuoso TONY MONTANA (cuan otro RODERICK HUSER) desborda Miami con toneladas de coca y dinero de la coca que no sabe dónde meter, o cómo gastar, sin llamar la atención de LOS INTOCABLES, advirtieron que el problema era de incontrolable gravedad. Porque los consumidores ya no eran los chics de las fiestas donde acudían SONNY CROCKETT y RICARDO TUBBS; era tu hijo/a. Quedaban hechos harapos por el consumo. Hay que eliminar esta mugre de nuestra bandera cuajada de estrellas… sin soliviantar a los Gobiernos colaboracionistas, claro. Equilibrio complicado/imposible.

La película muestra que el crimen, pese a todo, rinde. Sólo cuando Tony M esnifa sin parar (algo le advirtieron evitase), paga sus culpas. Lo abandonan y condenan los mismos que nutrían con el infausto tráfico los Gobiernos colaboracionistas que, con la anuencia reaganista, complotan para matar al que denuncia la monstruosa dimensión del negocio. Tony M no supo hacerse útil; por tanto, murió. Sus compinches perduraron en el negocio.

Mira, mamá, estoy en la cima del mundo. No pude
follarme a mi hermana, empero me vengaré en
todas esta cucarachas que invaden mi palacio. Y
así acaba uno de los potentados que movían el
mundo mercadeando con las drogas

La polémica sobre legalización/ilegalización de drogas está envenenada; apelan a que legalizar controlará el negocio (reportando, de paso, pingües réditos al Estado); ahora, ilegalizada, es un Miami Vice harto conocido por todos. Soslayan, sin embargo, el que una Sociedad drogada es sumisa, indolente. El Estado les someterá negándoles el vicio, y dóciles aceptarán cuanto legisle siempre que permitan sigan flipados. La salud del drogota les importa un carajo. Procuran destruir su raciocinio, mente, voluntad, albedrío. Rebeldía. Por eso debes oponerte a la legalización, pese a lo que sus sirenas afirmen. Porque persiguen imponer una dictadura cuasiperfecta e incruenta.