viernes, 9 de febrero de 2024

EL JUSTICIERO DE LA NOCHE — CUTREIMPACTO SÚBITO DE ARRABAL

 

Afiche. Sin duda pésima cutrería
que, empero, ¡oye, se las apaña
para que la veas en la TV si la
pasan a hora conveniente!

Alguien con mando vio IMPACTO SÚBITO, el último DIRTY HARRY estrenado, y se puso de rictus erectus pensando que su concepto iba de puta madre magistral para la tercera entrega del vigilante “forzoso” PAUL KELSEY. Podía CHARLES BRONSON rivalizar con un justiciero CLINT EASTWOOD. Tal intención la delata el Wildey de .475, émulo del más elegante AutoMag .44 Magnum de Eastwood. El Wildey exteriormente se le parece, empero su robustez lo sugiere trasto aparatoso necesitado de algún rotundo soporte para ser disparado y acertar.

MICHAEL WINNER (financiado por la inefable Cannon) cuanto más rueda un episodio bestia de THE A-TEAM, sin sus televisivas limitaciones censoras; desaprovechando esa ventaja, Winner puebla el filme de insuficiencias e inexpresivos actores otoñales para crear un “balsámico” o “terapéutico” relato de catarsis ciudadana harta de criminales, a quienes aquí ve reventados a tiros, cosa imposible suceda en la vida real.

El cine de vigilantes conoció su auge durante Década Ochenta merced al rechazo del populux de las leyes izquierdosas que preferían exculpar a los criminales apelando a su procedencia marginal, antes que amparar a los asaltados trabajadores o esposas, o hijas, que podían ser violadas con impunidad y recibir el agresor sentencia leve. Eso duele. La gente se satura de injusticias. Ciertos temas sensibilizan a la población más allá de

El auténtico motivo que justifica este rodaje es,
imitación aparte de
IMPACTO SÚBITO, hacer
tronar ese calibre. De paso, imputarle a CHARLES
BRONSON la ausencia de emociones convincentes
en su papel de vengador venido a la ciudad a limpiar
las calles de ese barrio

(la Cúpula del Trueno)

lo que creen los mequetrefes progresistas, quienes se consideran más listos que el resto; se permiten menospreciarnos, infravalorar nuestra inteligencia. Nuestros sentimientos.

RONALD REAGAN encarnaba asimismo una idea de firme lucha contra al crimen; avalaba así el que cualquier menda (JOHN EASTLAND, Paul Kelsey…), ofendido por la máxima afrenta (y las de Kelsey son supremas), limpiase las calles de lumpen, aunque centrase su actividad en su pura venganza personal. No como THE PUNISHER (o su fuente, THE EXECUTIONER), cuya guerra-contra-el-crimen es más/menos global.

El ocio actual tiene estandarizado al vigilante. Pero en los tiempos a los que aludo, Harry EL SUCIO era un escarnio sangrante que merecía la más estricta inquina liberal. La Zoociedad de liberales de limousina siempre amparan más al verdugo que a su víctima, por postureo, dejar bien en el papel couché y ante los pares de tu entorno. Rarísimo será que uno de estos liberales sufra una tragedia criminal estilo Kelsey; mas, cuando les toca, rápido exigen sangre. ¿Dónde quedan tus escrupulosas sensibilidades socio-morales?

Bronson contagia la ausencia de emociones 
convincentes a todo el elenco, que, o se pasan de
histriónicos, o se quedan cortos, como este sujeto
con la caja de cartón; violan a su señora, que luego
muere por complicaciones médicas... y se queda
tan frío. Nada de pedir la venganza que Bronson
ejecuta sin tapujos, pues también le fastidian un
ligue que se hace casualmente

Destaco de El justiciero de la noche su nula calidad dramática, aunque excite primarios instintos (la defensa, la protección, la justicia). Los (económicos) actores eluden mostrar cualquier emoción real, despliegan habituales clichés “de conveniencia”; a Kelsey lo manipula/apalea/protege un arquetipo de policía de los años del Muro Azul. La actitud de Kelsey es la de a verlas venir cuando aparece en ese barrio neoyorkino como un cowboy vengador (el relato posee sutil reminiscencia de western). No refleja actitud fría, metódica, acechante, decidida, del justiciero que suponen/esperan es. Tiende groseras trampas predecibles que, sin duda, pueden parecer efectivas a un espectador poco exigente. A cualquiera con más verbos, ofende su tosquedad. Por su puerilidad incluso.

¿Entretiene? Sus taras la deslucen. Su previsibilidad es otro elemento negativo, sumado a la escasa calidad actoral/artística general, así como su factura de saldo. La historia carece de auténtica pasión; decide ser una distracción de desalmados violadores punkies cosidos a tiros, sin querer apelar a la habitual, aunque socorrida, inclusión de mafiosos especuladores inmobiliarios que quieren realizar violentos desalojos; eso donaría materia dramática. Sin embargo, su bajísima factura tiene la virtud de hacer que películas como EL EXTERMINADOR o LOS ELEGIDOS sean colosales, en contraste.