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Ardiente afiche. Dato: STAN WINSTON creó los efectos especiales del filme |
Tanto el personaje que interpreta CHRISTOPHER GEORGE, el detective JAMES DALTON, como el JOHN EASTLAND de ROBERT GINTY, El Exterminador, comparten una misma cosa: desarraigo. El de Dalton podría, en principio, parecer más agudo, porque vive en la comisaría donde trabaja. Eastland tiene residencia, al menos, pero mientras que Dalton está arropado por el Cuerpo de Policía, Eastland está solo.
Aun se ve obligado a matar a su mejor amigo, MICHAEL JEFFERSON (STEVE JAMES), rompiendo así todo lazo que lo uniera con la Sociedad, el pasado, la Historia. Emprende cierto camino, y debe transitarlo solo. E intuye su terrible final. Por lo tanto, mejor no crear víctimas colaterales. Es un rasgo de profunda generosidad, más que un síntoma clínico psiquiátrico con el que maltratar al justiciero urbano.
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JOHN EASTLAND (ROBERT GINTY) capturado por los vietnamitas, y obligado a confesar |
Este filme de JAMES GLICKENHAUS causó fuerte impacto en su momento. Por entonces, CHARLES BRONSON ‘poseía’ la ‘patente’ del vengador cinematográfico; había ‘establecido’ el ‘canon’ para convertir a un ciudadano inofensivo en un implacable ejecutor padeciendo una muerte o injuria íntima excepcional. Obedeciendo a un rasgo de originalidad, Eastland no sufre una muerte en la familia, pero la salvaje agresión a Jefferson colma su medida. En su decisión de actuar quizás influyan los traumas que arrastra de la guerra de Vietnam, donde fue maltratado por el Ejército vietnamita cuando éste lo capturó, pues se intuye que adoptando la identidad de El Exterminador aplaca tales complejos.
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Y su más avispado camarada, MICHAEL JEFFERSON (STEVE JAMES) atento a la oportunidad de liberarlos |
Y comparando El Exterminador con la saga de PAUL KELSEY (el inescrutable Bronson), esa serie manifiesta carencias. Glickenhaus debía estar en gracia, y atinó con un relato sobrio y lleno de escabrosidades que perjudica no obstante con el abuso de la cámara lenta, en un intento (fallido) de emular a SAM PECKINPAH, realzando concretos momentos. Pero El Exterminador es sólida; junto a LOS ELEGIDOS, es la mejor película que hay sobre vigilantes urbanos. Evita ciertos clichés. Se centra en aspectos “menos populares” del género, buscando la singularidad, no la emulación.
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Pero los peligros no terminan en Vietnam: su trabajo en Nueva York les reporta estas desagradables violencias |
Eastland representa al hombre corriente en lucha con el abrasivo mundo de cada día. De entrada, nada en él lo hace extraordinario. No es como MACK BOLAN, un tirador de elite con nervios de acero excepcionales, o THE PUNISHER, otra fiera curtida en Vietnam y saltimbanqui de las viñetas por mor del diálogo circense del tebeo. Trabaja, junto a Jefferson, en una plaza de abastos, y su vida transcurre anodinamente, hasta que sorprende a unos pandilleros, los GUETTO GHOULS, robando cerveza.
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Los GUETTO GHOULS cometieron el error de provocar a Eastland, fiel camarada. No sólo los matones tienen socios |
Aun entonces, Jefferson lo debe salvar de ellos. Jefferson sí parece más preparado para ser El Exterminador; al menos, eso induce a pensar su mejor preparación marcial. Pero Jefferson es un responsable padre de familia; tiene cosas serias en las que pensar, truncadas cuando los pandilleros lo dejan cuadripléjico de una paliza brutal.
Eastland pasa a la acción calladamente; no hay un desgarrador reclamo o un arrebato dramático que podría frisar lo ridículo por lo insincero de la emoción. Tampoco tiene en mente ser El Exterminador. Se limita a devolver ojo por ojo, sintiendo que nunca la sentencia del tribunal alcanzaría el necesario grado de justicia. Tras eliminar a los pandilleros, su intención es fundirse en el anonimato otra vez. Sí. Ajá. Júralo.
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¿Alguna vez antes viste a un todopoderoso mafioso acabar triturado en una picadora industrial de carne? |
Pero así activa mecanismos que lo retrotraen a tiempos más simples aunque viscerales. Su secuela se aprecia en su indumentaria, asumida voluntaria o involuntariamente: se viste con prendas militares. Los circuitos dentro de su cráneo establecen el contacto de que regresó a los manglares, y para sobrevivir en la agresiva jungla neoyorkina necesita camuflaje. Acaso en Vietnam tenía la ventaja de que el enemigo podía liquidarlo de modo expeditivo durante el combate. En Nueva York, a la muerte le suman el sadismo.
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JAMES DALTON (CHRISTOPHER GEORGE), detective encargado de lidiar con EL EXTERMINADOR, visita a una de sus víctimas, y topa con su amiga, la DRA. FOSTER (SAMANTHA EGGAR), entablando una grata relación |
Es verdaderamente al toparse con la prostituta torturada cuando Eastland decide ser El Exterminador (¿retorcida analogía de JESÚS perdonando a MARÍA MAGDALENA?). Podía quizás (y como concesión a un tópico frecuente del género) haberse erigido en él cuando secuestró al mafioso que luego ejecuta en la picadora de carne (y, de nuevo, sin palabras; Eastland pulsa el botón y se marcha. No se regodea con esta muerte, pero su impasibilidad lo torna implacable), pero eso formaba parte del “asunto Jefferson”. Era algo personal. De la familia.
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Futuro trabajo para El Exterminador. De momento, una diversión depravada para el fondón de las gafas, un Senador norteamericano |
El Exterminador es un ente que gravita sobre todos y golpea cuando llega la ocasión. Una forma de justicia que intranquiliza al Poder (encarnado por el AGENTE SHAW —PATRICK FARRELLY—, CIA), que durante las elecciones hizo multitud de ardorosas promesas que jamás pretendió cumplir, su habitual estratagema para encandilar a la masa ignorante, que no cuestiona nada nunca; se alimenta de consignas radicales, que suenan bien, sin pensar en “después” o el contenido de las soflamas. El Poder tiene el monopolio de la justicia. Y no permitirá intrusiones de desquiciados advenedizos. Presiona, pues, a Dalton.
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El Poder, urgido por la limpieza de El Exterminador, pasa a la acción. La encabezará el agente SHAW (PATRICK FARRELLY), de la CIA |
Él es la imagen del poli íntegro que pasa de todo. Tanto desde arriba, como desde abajo, lo agobian para hacer, o no intervenir, pero siempre en atención de intereses que sólo benefician a los promotores de la presión. Al contrario, empero, de PAUL SMECKER (el agente del FBI que en Los elegidos encarna WILLEM DAFOE), Dalton no envidia a El Exterminador. Lo considera amenaza de grado parejo a los criminales que el vigilante ejecuta. No necesitamos que cunda su ejemplo.
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El Exterminador liquida la cuenta aún pendiente con los Guetto Ghouls a fuerza de MAGNUM .44 |
Pero le pone las pilas. También Dalton es vet de Vietnam y cuando finalmente identifican a Eastland como El Exterminador, abandona su aspecto de poli (con el que “seduce” —supongo— a la DRA. MEGAN FOSTER —SAMANTHA EGGAR—, un mero e insustancial apéndice del filme) para enfundarse una suerte de uniforme de combate. El enfrentamiento definitivo se producirá entre pares. La Ley, el Reverso Tenebroso de la Justicia, no pinta aquí nada.
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Dalton es la primera víctima del Poder celoso de la eficacia de El Exterminador, que pone en evidencia su 'justicia'. Eso hermana a estos antagonistas, llamados al enfrentamiento |
Ambos, Eastland y Dalton, han encontrado un hogar, una causa que justifica sus existencias. Tiene aspectos negativos, pero les hace sentir vivos. Al final prevalece la traición (el agente Shaw), pero, durante un instante, Dalton y Eastland son camaradas; mutuamente se entienden, y el policía se sacrifica por El Exterminador, el único que fue leal en todo momento. Eso merecía conservarse.
El Exterminador sobrevive para combatir otro día, pero en películas muchísimo menos brillantes. De verdad, dale una oportunidad. Ésta, se la merece.
Vuestro Scriptor.
Documentación adjunta: