viernes, 1 de marzo de 2024

LA NUEVA ATLÁNTIDA (II) — RELATOS MELLIZOS

 

Concluye el examen de este
libro con esta reseña; convenía
hacerlo así debido a la variedad
de los textos

La colocación de los relatos realizada por el editor de este tomo hace descubrir que sitúa seguidas dos historias de temática casi gemela. No sé si con ánimo de efectuar comparación, o por descuido. De todos modos, de ser la primera intención, triunfa la de GENE WOLFE por LA SOMBRA (no la que sabe qué anida en el corazón de los hombres), pues el relato de JAMES TIPTREE cuenta con estomagante redundancia; narración de cincuenta páginas supera el centenar por arrogancia de literato. Tiptree la espesa tanto repitiendo lo mismo distinto que causa hastío; peligra seguir hasta su interesante clímax.

Comparten estos textos teorizar sobre cómo afecta a una tripulación de colonos-exploradores un viaje espacial de décadas dentro de una gigantesca nave; cómo las condiciones y el encierro distorsionan psicologías e idiosincrasias. El relato de Wolfe se muestra más exuberante al incluir elementos “místicos” o “cabalísticos” en la trama. Además, no relata sobre la habitual expedición de bravos norteamericanos, sino de alemanes, o austríacos, que han ido dogmatizándose durante la larga travesía.

No sé; hay un momento en que piensas estar leyendo una historia marginal de soldados de El Alamein abandonados a su suerte en un oasis, y para no sentirse descorazonados del todo/completamente, constituyen logias y cultos abstractos que permitan mantener su moral y fe en algo, no por fuerza el III Reich.

GENE WOLFE, veterano y premio autor del género
que nos entrega una más compacta historia sobre el
"primer contacto" en un planeta al que se tarda
décadas en llegar y que pudiera ser el que una
superpoblada Tierra precisara para que la raza
humana sobreviva

Tiptree, aparte de la redundancia grandilocuente, hace un dibujo excesivo de los protagonistas. Si desde el principio se hubiese ceñido a contar cómo de dramático es el primer contacto con una civilización vegetal-nósfera de Próxima de Centauro (toda esa parte es magnífica), habría escrito un quasihito referencial de la ciencia ficción. Pero tiene la manía sanasimoviana de hacerlo todo quasipsicológico, que… aburre. Señalo que ambas historias sobre la superpoblación bordean el hard science fiction, esquivando sin embargo los densos elementos HITECH que le arrebatarían su atractivo como evasión.

¿Dónde peca Wolfe? En la conclusión. La ciencia ficción tiene un feísimo defecto: el de, por darse corpulencia competitiva con géneros literarios “respetables”, se hace “la interesante” dejando al albur del entendimiento del lector la conclusión. En La Sombra, un ente ¿sobrenatural? se “posesiona” de JOHAN, el protagonista, al ¿proceder? del planeta con trazas de habitabilidad humana que están orbitando.

JAMES TIPTREE, JR. No, no es
un travelo, sino la escritora ALICE
BRADLEY SHELDON. Adoptó alias
masculino, al parecer, por mor de su
labor en inteligencia militar... o quizás
consideró que, "como hombre", la
respetarían más. Descubierta su
género, empero siguió cosechando
premios y lectores.
Lo siniestro de su historia es que
acabó cometiendo asesinato-suicidio
por aparentes motivos humanitarios.
Eutanasia de calibre .45

Wolfe aclara cómo el ente llega a bordo; si los primeros exploradores lo trajeron al regresar, lo sedujeron los sueños de Johan, al que un puñado de tripulantes elige su mesías (!), o atravesó la órbita desde la superficie, merodeó por la nave y encontró psique “hermana”, adecuada a sus intereses. Más: ¿existe tal ente? Como el relato de Tiptree, supone qué pasaría de tropezar con inaudita vida alienígena y cómo podríamos superar el trance sin recibir demasiada lesión. O sucumbir a su “abrazo”.

La idea de abductores hombrecillos verdes está tan arraigada que cuesta contemplar la vida de otros planetas de maneras exóticas: coles que vampirizan mentes, seres-sombra que hacen algo parecido; necesitan de definición humana para cobrar forma, sugiriendo que lo que Johan ve no es en realidad un nativo de ese planeta, sino su recreación subjetiva, proyección de sus fobias y filias, no un individuo extraño.

No sabes qué decisión final toma Johan al cambiar de rumbo: ¿regresa a la Tierra, o decide seguir viajando hasta encontrar un planea más benigno para la colonización? El relato de Tiptree mejora eso: la averiada nave Centauro derivará hasta vete a saber dónde llena de muertos y un borracho delirante. Lo peor es que la trampa del ente vegetal está cerrada: millones de colonos de una Tierra superpoblada/barrenada por el hambre aterrizará en Alfa para ser… violados… por su hipnótica flora. 

Resume este volumen la consideración de que estos dos autores exploran el impacto en la Humanidad de un largo viaje interestelar. Y, luego, el resultado del presunto contacto con otras especies cósmicas, que pudiesen ser también de avanzados predadores.

Luminosos vegetales pensantes. Sombras vivientes. Criaturas que el vulgo no aceptaría puedan ser nuestros (peligrosos) vecinos del espacio por no parecer los aliens que ametrallar a gusto.