viernes, 25 de octubre de 2024

EL PROFESIONAL — AGENTE SECRETO TRAICIONADO

 

Afiche. Te ponen un revólver a lo
DIRTY HARRY y ya han lanzado
el anzuelo. Película aceptable, pese
a ese aire de superioridad a lo galo

El cine galo se atreve a imitar al cine estadounidense en el terreno de la acción o la ciencia ficción; el resultado es donde la cosa flaquea. No obstante manifiestan que no temen al fracaso, atreviéndose a hacer grandes cosas. No se quedan con los pobres de espíritu, que ni conocen victorias ni derrotas (el cine español, actual cutre parodia de comedietas de JENNIFER ANISTON o similares, cintas que sus participantes critican designándolas mediocres o malas. —Mira quién habla—. Eso, o el fatuo cine de maricones, camioneros y camioneros-maricones estrafalarios para solaz de unas elites esnobs que abominan del esperpento en su fuero interno. Pero atrévete a criticarlo, y ¡facha serás!).

Sucede que el cine francés posee ciertas peculiares características que parecen querer desdeñar al espectador foráneo. Es muy casero. Puedes ver competente el espectáculo, su acabado eficaz, las ideas sugerentes, casi todas bien aprovechadas. Mas está ese indefinible savoir faire patrio que… repele, o así. El galo es muy de sus Galias. Para un comunista francés, Francia está antes que el comunismo. Pues con el resto, sucede igual.

JOSSELIN BEAUMONT, agente secreto militar enviado a un confín ficticio africano a matar a un dictador, los suyos dejan tirado al fracasar el complot. Se las hacen pasar putas al hombre en un gulag nativo hasta que consigue reunir la suficiente fuerza y suerte como para evadirse y retornar a Francia. ¡Venganza obliga!

BEAUMONT, traicionado por su Gobierno, las
pasa moradas en una prisión cumpliendo trabajos
forzados. Ya lo reventarán de una paliza

Beaumont emplea sus enseñanzas en infiltración y espionaje para devolver la faena a sus jefes. Esto es el grueso de la cinta protagonizada por JEAN-PAUL BELMONDO, que tuvo una racha a mediados de los ochenta de películas de acción de clara inspiración estadounidense y que, sin ser por entero redondas, se defendían. Explora esta cinta la infiltración de potencias coloniales menguadas en antiguas colonias o centros tercermundistas de riquezas (diamantes, petróleo, gas natural…) en los que espera influir (o controlar) subvencionando a un rival del dictador local, aunque si todo se tuerce, como es el caso de Beaumont, ¡no problemo! Lo sacrificamos y en pax.

Es eso tan trekkie de “las miserias de uno valen un ardite comparadas con las de todos”. Al glorioso fanfarrón del espacio, el capitán JAMES TIBERIUS KIRK, quisiera ver en el trance de Beaumont, a ver cómo asumía el puñetero lema. Claro: a él se lo ponen a wevo; protagoniza una situación de dramatismo bélico Nivel MAX que le hace quedar no sólo heroico, sino triunfante contra la adversidad, esquivando el insidioso lema comunista.

Empero encuentra un compi igual de rabioso
y emprenden una fuga plagada de combates

Lo despreciable, aparte de la inmoral actuación de un gobierno que se cree con posibles o influyente, está en cómo a un entrenado agente leal lo abandonan sin ningún reparo. Viola todo predicamento de que están por el bien, la verdad y la justicia, la más sublime moral, la democracia y defensa radical de la libertad. ¿Cómo? ¿Enviando a un agente leal al matadero y desinteresándote luego de él? Imagino esos agentes asumen ese riesgo… confiando que la integridad más elemental vele por ellos en los despachos ministeriales al final. 

Con Beaumont no sucede. Como le ocurre a RAMBO o a los soldados de MÁS ALLÁ DEL VALOR. La patria por la cual sangraron ahora no tiene reparos en olvidarles en el más pútrido albañal o campo de arroz vietnamita.

Nunca debisteis abandonarme, bastardos. Ahora
os la haré pasar putas, promete Beaumont de
retorno a París

La película, fotogramas heroicos aparte, insta a reflexionar al respecto, trasladándolo a más domésticos conceptos. Paradigma: el desmedido amparo que recibe el Lobby HomoX y adláteres. ¡Pobres criaturitas abandonadas de Dios! ¡Merecen ahora de todo, empezando por cómodos despachos, lo valgan o no! 

Los artífices de estas movidas, como las de las femirulas, son oportunistas políticos sin entrañas a los que tanto les da ‘luchar’ por el Colectivo como por proteger mofetas. La cosa es estar ahí, en falsa primera línea de la defensa del Colectivo. Buscan ganar unos euro$, despacho, coche oficial y parecer arcángeles del progresismo. Si mañana el clima social cambiase… ¡no habría homófobo peor en el mundo! Esta es la moraleja oculta detrás del .357 que empuña Beaumont.