miércoles, 1 de noviembre de 2017

ROAD TO SOGUETTO — ENTREGA 14

El desgrane de las terribles circunstancias de este futruro
distópico prosigue
—Una condenada lástima —reconoce Dama de Picas. Tuerce su expresión estilo Julie Strain, apartando mechones del cabello castaño oscuro de ante su rostro—. Qué vamos a hacerle, sin embargo.

La consterna desprenderse de la excelente máquina. Cada día cuesta más mercarse una. Porque: el puto PragmaSoc prepotente limita la venta de los deportivos. Infinitas preguntas. Indagaciones. Malas miradas. Otro cochino capitalista monárquico opresor bélico atlantista machista queriendo compensar su impotencia mediante un deportivo.

Preguntas… que terminan conduciéndote a Comisaría. Y si el pasma, el enemigo, no queda satisfecho con tus respuestas, lo que encuentre en FUERZA sobre ti… acabas en un Cuarto 101 cantando ó-pe-ra… a porrazos con defensas de goma en las pelotas.

El PragmaSoc se ha jurado por sus muertos controlar hasta el más mínimo-nimio segmento de nuestra vida privada ¡y va a conseguirlo!

Por si deseas saberlo, nuestro joven y atormentado narrador
tiene esta pinta... o parecida
También me apena tener que dar ese fin a tan excelente vehículo. Aprendí a conducir en él. Casi nos matamos cuando pensé le había pillado el tranquillo. Bueno, exagero. El buga casi volcó de un costado. Dama de Picas lo castigó con la fusta después (dos toques), siendo más expresiva con sus improperios contra mí que con sus ademanes. Luego: terminamos riéndonos.

Pero ¡menudo miedo pasamos mientras casi volcábamos!

—Hay que limpiarlo —se arranca Dama de Picas de la pena que la produce destruir el importante tesoro—. La CB, sobre todo. Espero que esa Jonathan Kent sea un cambio justo. Eh, chico. Embarra las matrículas. Quizás convendría machacar un poco su carrocería, por si su dueño, al denunciar el robo, da detalles precisos sobre su estado.
—Primero habría que pintarla —sugiere Bujías. Tuerce el gesto facial de modo acusado—. No sé si tendríamos los medios y la oportunidad. Tampoco podemos cogerle cariño. —Otra mirada consternada al Relámpago Rojo—. Pronto tendremos que cambiar de vehículo. Uno que nos lleve a Nueva Orleans sin resultar demasiado estridente.

¡Claro! ¿Cómo esta estupenda película
no iba a ser uno de tantos referentes?
Durante un instante: casi pregunto por qué Nueva Orleans. Recuerdo: gente del Canadá francés acabó allí. O tiene contactos con los de allá. Bendita Bianca Beauchamp aparte: ¿qué tiene Bujías con Montreal? ¿Parientes; fijación fetichista; promesa religiosa?
Imagino: el mismo glamour que pide me zambulla en las doradas playas de Australia. Cada uno tiene su tierra soñada y quiere conocerla. Me percato entonces: nadie quiere visitar EE.UU. No porque esté balcanizada entre Estados proPragmaSoc y contraPragmaSoc. En Segunda Civil War de facto.

No nos atrae, cuando debería ser el Gran GRAN Objetivo. Sé que parezco contradictorio: estamos en Tejas. Estado de los USA. Pero me refiero a esa aglomeración ‘cosmopolita’ de Nueva York, o Los Ángeles, lo que nos vende metaTV mediante sus teleseries, en Canal Reposiciones, por ejemplo. Fuera de eso, Estados Unidos parece algo borroso, que cobra nueva identidad gracias a los westerns. Pero de una forma tangencial.

Esos tiroteos… algo estilo Sergio Leone… tampoco perfilan más Norteamérica que lo que dura el duelo. Esa evocación western… tiene aureola de mitología, no de cosa real. Y, la verdad, teniendo Méjico a cien kais de distancia, no crees que esta parte de Tejas sea los Estados Unidos realmente. Sólo prolongación de la miseria que ves por doquier al otro lado de la frontera, línea borrosa, pese al carcomido Muro Trump.

Continuará