viernes, 24 de septiembre de 2021

CASA CAPITULAR: DUNE — DOS TIPOS HABLAN (MUCHO) EN UN DESPACHO (III)

 

Portada a lo superhéroe para un
denso libro plagado de personajes
que te cuesta precisar de dónde
salen o para qué sirven. Ecología,
feminazismo estelar y artimañas
que consiguen aburrirte
 

Aislemos de este tocho (que bordea lo plúmbeo, lleno de jactancia) la situación personal y familiar que FRANK HERBERT atravesara durante su redacción, que pudiera haber influido en el manuscrito, para centrarnos en la obra per se. Y el último relato, con su jugoso “continuará”, que Herbert escribiera sobre la saga que le hizo famoso, es claro ejemplo de la “ciencia ficción para flojos”.

Especifico: el exasperante protagonismo coral de Casa Capitular: Dune pudo solventarse en doscientas páginas, o poco más. De hecho, las ciento y pico finales, donde adquiere brío, pregonan: Hey hey, wey, ¡esto es la novela en sí! Dos acciones militares resumidas (un tanto inspiradas por las de TROPAS DEL ESPACIO —que, cualquier día, definen “ciencia ficción para fachas”—) y un par de muertes de gerifaltes que desembocan en una inestable situación de hibridación entre la vetusta, conspirativa y anquilosada BENE GESSERIT, y su rabioso y sexual Reverso Tenebroso: las violentas HONORADAS MATRES, quienes merecen posterior “análisis”.

Mas, primero, lo de la “ciencia ficción para flojos”. Una corriente de lectores y autores considera, por no sé qué escrúpulos, impostados o sobrevenidos, que una “buena novela” del género es aquella que tiene cientos de páginas de “pajanoso” relleno que agotan la paciencia del lector “todoterreno”, creándole mala impresión tanto de semejantes libros como de sus autores. Por pereza, o soberbia, o combinadas, este escritor-flojo/para flojos (cuyos lectores son los que rompen a sudar apenas atisban alguna acción) considera que debe sacudirnos con un mamotreto lleno de impotencias porque eso da aureola de culto esplendor sibarita a su trabajo. Tiene una idea, de sobre cien páginas, pero como por escribir ciencia ficción se siente mínimo-nimio ante HERMAN MELVILLE o JANE AUSTEN, quiere compensarlo con extensa cantidad de adverbios para describir, más/menos somero, entornos, situaciones, con un puñado más/menos diverso de personajes y UNA ÚNICA SITUACIÓN: el (monótono) palabreo con boca y con culo.

FRANK HERBERT que no lo
pasó nada bien durante la
redacción de esta entrega

Dos tíos en un despacho (o donde sea) garlan vanidosas tonterías envueltas en un hueco vocabulario presuntuoso. Esto describe al escritor flojo/para flojos. Así camufla su incapacidad para soltarse en escenarios de situaciones extremas. Su inhabilidad para, en un conflicto, narrarlo con debido detalle. Porque es deshonesto hablar de movimientos bélicos y liquidarlos con un: En el Frente Oriental pintan bastos. Debes desplazarse allí. Describir las carnicerías. El miedo. La brutalidad. El heroísmo. La supervivencia.

[El socias del escritor flojo/para flojos es el poetastro gótico. Una mamarracha sad copy ‘becqueriana’ que va inventando miserias sobre sí, como que fue “violado de niño”, o pena por un “engaño amoroso” cuyos cuernos sofocó con whisky; este lindo finge sufrir un trastorno, más mental que físico, ampliado por el abuso de drogas, porque “piensa” que colocado obtiene relumbrón poeiano; inspira así su “poesía” (flatulencias escritas “a ratitos, como debe ser”), disparadas hacia un Universo de poéticos perroflautas igual de mandrias que “veneran” su fatua figura dramático-melancólica de vago embustero-fracasado amoroso-literario al pensar es la propia del sublime artista romántico”.]

Herbert hace su guerra en dos mundos, pese a relatar constantes holocaustos en otros, y, sin explicarlo, su victoriosa armada vindicativa es repentinamente derrotada por las feroces Honoradas Matres. ¿Cómo? Ni idea. Sólo sabes que, de sentir el ghola MILES TEG una “perturbación en la Fuerza”, estratega y tropas están o muertas o cautivas por las que, al principio, fueran las aplastadas. ¡Buen trabajo, Frank!

Portada estilo MATRIX para
ir rellenando este comentario

Suspense. Mogollón de introspectivos personajes. Religión hebrea e HITECH. Los gholas (sujetos resucitados clónicos, dueños de interminables memorias raciales). Apuntes sobre el tema ecologista (sigul de la saga). Abundante pseudofilosofía tao-trascendentalista, adobada para crear la presuntuosa impresión de grandiosidad que cubra el escuálido argumento que va, sucintamente, de convertir la feraz Casa Capitular en el incinerado Dune-Arrakis… trasplantando su ejemplo por toda esta Galaxia del Remotísimo Futuro del Millón de Planetas por doquier.

Y confirmo qué fuerte influencia volcó STAR WARS sobre Dune, no siendo simbiótico el efecto, sin embargo. Las Bene Gesserit, con sus memorias raciales heredadas puliendo sus defectos o aconsejándolas (el émulo de la Fuerza), sufren extinción bajo sus Sith (las Honoradas Matres) e, incapaces de vencerlas, planean asimilarlas porque la Gesserit ha entrado en decadencia, y las Matres han acelerado, por ODIO racial, su exterminio.

Mas veo que, mediante las Honoradas Matres, Herbert profetizaba el aspecto virulento, dictatorial, discriminatorio, del actual radicalismo feminista. Ha mutado de ser una fuerza que pide justas reivindicaciones a ser una plaga decidida a arrasarlo todo, queriendo imponerse despiadadamente sobre todos, sean leales o “enemigos”. Despiden fuerte grado de insensatez las Feminazis, digo, las Honoradas Matres, entregadas a su fanática victoria final. En resumen: incluye una obra que tiende al tedio otro augurio que ignora la mayoría por mor del delirante desprecio dedicado a la ciencia ficción, sea prospectiva o no.