viernes, 24 de mayo de 2024

CALLEJÓN INFERNAL — TÍTULO-GANCHO PARA UN DESPERDICIO

 

Voluntarioso afiche que trata de salvar
lo insalvable. No sólo esta macarrada
estuvo antes de
MAD MAX. Hubo
otras con más calidad y modestia

Es producto propio de Década 70: catástrofe pesimista como la que reflejaron títulos como NUEVA YORK, 2012, CUANDO EL DESTINO NOS ALCANCE o EL ÚLTIMO HOMBRE… VIVO. Se compaginaban con distopías como ZARDOZ ROLLERBALL, NAVES MISTERIOSAS, o LA CARRERA DE LA MUERTE DEL AÑO 2000. Todas esas superan por casi increíbleble margen a esta desganada y bastante absurda cinta regida por JACK SMIGHT (semeja alias) sobre la novela de ROGER ZELAZNY. Considerando que algunas adaptaciones al cine suelen ser superar al original literario… ¡miedo da pensar cómo es realmente la novela!

Quizás un embrollado rollo pseudopacifista reflexivo sobre la Guerra Mundial Terminal librada por superpotencias empero impregnado del concepto de la Administración EISENHOWER de que semejante conflicto sería como el bombardeo de Dresde, aunque a lo bestia, con secuelas decrecientes en un par de años.

[Hoy sabemos que un intercambio nuclear total/radical dejará daños por siglos. Y a saber cuántos lograrían sobrevivir a un Invierno Nuclear más prolongado de lo que los primeros estudios aducían: un lustro.]

Este conceto abriga una historia ceñida al único argumento que existe: el viaje. Tanto el físico como el emocional que sufren los participantes. Personajes planos bastante estereotipados que bordean la desafección. A grandes rasgos, esta cinta es una payasada televisiva que, al loro, hasta una pésima obra inefable como LOS NUEVOS BÁRBAROS supera (y soy consciente de qué ejemplo pongo). Todo lo concentran en mostrar el poderío mecánico-metálico del vehículo todoterreno-anfibio que atraviesa los Estados Unidos achicharrados por los átomos (la Tierra Maldita, qué carajo; el Páramo sin HUMUNGUS asediando) bajo un firmamento de perpetua aurora boreal.

El anfibio cacharro todopoderoso que es el
verdadero protagonista. Es increíble cómo una
película que versa del drama de la Tercera
Guerra Mundial no suscite ni una vez una
pregunta como: ¿Sobrevivieron muchos más?
¿Cómo le fue al resto del mundo?, o similares.
Una evidencia de su burda nulidad

[Este extremo pudiera tener aun base científica. Una guerra termonuclear barrenaría la capa de ozono, quizás el escudo electromagnético, permitiendo el paso a partículas del espacio casi letales, y que se manifestasen de esta manera en el alto cielo drenado por todos los vientos.]

Y cuando no es la máquina rodando por eriales carentes de ruinas, es el macarra de la moto macarreando entre escorpiones mutados gigantes (guiño al cine del difunto ROGER CORMAN y sus filmes de insectos enormes radiactivos), o a GEORGE PEPPAR pre THE A-TEAM afeitándose o a la tía groupie cuya única función parece esa: berrear. BILLY resulta tener más cuajo y redaños que los dos entrenados soldados de Aviación cuando los amenaza el hatajo de purriosos estigmatizados por la radiación (supuse), logrando salvar el pellejo a todos.

Y, superado el trance: el vehículo. Por los secarrales de romería hacia Albany, donde todavía emiten. No hay espacio, y eso que sobran momentos, para elucubrar sobre las consecuencias de la guerra nuclear. Ni incluyen un mal plano hasta dibujado de ciudades derruidas. Esqueletos. Chatarra. Autopistas-cementerios colapsadas por los fugitivos a los que sorprendió el Flash Fatal. Granjas donde astrosos caníbales medio moribundos habiten aún. Lo habitual. Bascular entre la pelea con los rabiosos supervivientes hambrientos/harapientos, embrutecidos por alguna doctrina sectaria, o la desolación. Tras dos años a resguardo en el búnker, descubren que Norteamérica es un camposanto de desnudos esqueletos insepultos. Lo limitan a la tontería de Las Vegas habitada por la pulcra/nutrida superviviente que parece esperar cita en la peluquería y estilista.

GEORGE PEPPAR como modelo del militar
estricto y puntilloso... que sólo vale para afeitarse.
Ante una auténtica crisis, un chaval le salva la vida

Material desaprovechado por una miope concepción del espectáculo, o quizás un recortado presupuesto que, no obstante, un hábil director habría sabido desarrollar amputando intrascendencias como los afeitados de Peppar, buscando la tensión dramática del choque entre el militarista y el desertor. Su acusación de que militares narcisistas como DENTON e irresponsables políticos hedonistas mandaron la Humanidad al cuerno dejando esta herencia: polvo y sedimentos óseos.

Tampoco. Toda su protesta la centra… en macarrear con la moto.