lunes, 29 de noviembre de 2010

EL JUEGO DE ENDER – EN OCASIONES VEO ALIENS

Portada española del libro citado.
Para pellizcar cristales, macho
Tengo la impresión de que ORSON SCOTT CARD es una de las firmas del género de la ciencia ficción que tiene un amplio delta de lectores tanto en nuestro país como en las naciones con nuestra lengua común del otro lado del Negro Atlántico. Casi tantos como los que admiran a PHILIP K. DICK. Así que me arriesgo a ponerme a toda esa ingente legión en contra escribiendo esto. Me voy a retrotraer a una experiencia personal para intentar hacerme entender sin problemas. Los lectores de cómic sabrán quién es BILL SIENKIEWICZ ¿no? Los lectores de ciencia ficción, u otros paseantes que por aquí se descuelguen, igual “les suena”. Bueno. Es un dibujante que no me gusta. Reconozco su trayectoria e influencia, pero nada más. En cierta reunión, hablando de nuestros autores predilectos, expresé mi criterio al respecto (en el ingenuo convencimiento de que tenía derecho a opinar y disentir), y mi interlocutor detuvo su jaculatoria (qué palabra: parece otra forma de definir la sodomía) para mirarme con ojos de huevo duro: “¿Que no te gusta?” Tan cierto como que hay muerte e impuestos. “Pero, tío, ¡es Bill Sienkiewicz! ¡Debe gustarte porque es Bill Sienkiewicz!”. Sólo por eso.
A mi contertulio tampoco le gustaba, pero en alguna parte han establecido un canon y es una de las figuras de la liturgia que debes aclamar. Y, ay de ti, pagano, si no lo haces. Ese temor al rechazo le mantenía en la fe Sienkiewicz.
Ilustración promocional de la adaptación al
cómic de EL JUEGO DE ENDER. Tranquilos
en MARVEL: en mí no tienen un lector
La única novela que he leído de Scott Card, El juego de Ender, no me gustó nada. No es que estuviera mal escrita o tenga una trama deficiente (para mí, era corrientita), o revista una serie de defectos. Se trata que es del Bill Sienkiewicz de la ciencia ficción para mí. Habrá otros, pero, de momento, ese título se lo ha ganado.
¿Por qué no me gustó El juego de Ender? Primero: la guerra es cosa de adultos, al menos, sobre el papel (TROPAS DEL ESPACIO, LA GUERRA INTERMINABLE). Segundo: odio a los mesías. De cualquier edad y sexo (EL ASCENSO DE ENDIMIÓN, pese a lo que disfruto con las novelas de DAN SIMMONS, otra influencia, se ha quedado justo en el filo por ese motivo. Y DUNE, ídem). Con JESUCRISTO ya vale. Tres: detesto los ‘elegidos para la gloria’ por pelotas (pero es porque prefiero a los antihéroes). El chavalín, alias Ender, era el tercer hijo de un mundo donde los embarazos estaban limitados a dos vástagos, y con él se esperaba, en el criadero de la selección genética de estrategas, obtener un genio que, además, arrastraba una secuela cainita y un sospechoso aire incestuoso. Esto lo hacía aún más repelente (me lo imaginaba como el niño de SÓLO EN CASA). Cuarto: cuando es un ambiente de guerra, ¡se lucha! Nada de “estamos aquí con los juegos estratégicos a ver qué tal se te dan y plánchame en el SCATTERGORIS unas cuantas legiones de alienígenas hostiles, aunque sea también con el MONOPOLY, anda, chaval, compórtate o harás llorar al Niño Jesús”. Por lo mismo, tampoco digerí SOLDADO, NO PREGUNTES. ¿Qué es esto de “Aquí el Holocausto está a punto de producirse, pero yo cuento relatos de la retaguardia”? ¿Qué más? Ah, sí: mi desconfianza en Scott Card (que sí, que está premiado, laureado y tiene una considerable trayectoria profesional, como DAVID BRIN, el del superviviente burgués) se justificó cuando leí su ULTIMATE IRON MAN, que ha cebado bastante las películas hasta ahora producidas.
¡Míralo, Ender! Ah, no, es DAMIEN, el
de LA PROFECÍA (THE OMEN)
Scott Card se cubrió de gloria efectuando la siguiente declaración: “Es muy importante para mí: para concebir una historia, necesito creer que se trata de algo que puede ocurrir realmente.” O sea: está esperando, a tenor de sus palabras, que la sociedad evolucione al punto como relata en El juego de Ender para plasmarla con total intensidad en el papel. O sea: tiene la enorme ventaja de estirar los posibles hasta rincones imposibles y, de paso, hacerlo con una serie de garantías (humor, inteligencia, narración intrépida) que redunden en su beneficio, pero, en vez de eso, espera la campanada para relatar cómo suena.
¿Dónde estaría el género si todos sus autores fuesen así? ¿Qué leeríamos? Pues vaya birria de escritor de ciencia ficción y fantasía, don Scott Card. No se aprovecha de las licencias. Del “imaginemos si…”. Es el SANTO TOMÁS del género. Debe tocar. Palpar. Realmente, pues, él no concibe: efectúa crónicas.
Visto así me quita un peso de encima, y sabiéndolo, afrontaré cualquiera de sus novelas lo mismo que de mis libros sobre la Batalla de Stalingrado.
ULTIMATE IRON MAN, por ORSON
SCOTT CARD y ANDY KUBERT. No
me atrevo a recomendarlo
Ignoro cuántos seguidores de este escritor, y que no les mola el tebeo, adquirieron la miniserie que escribió para MARVEL sobre Iron Man (de la que sólo tengo dos números). Más que todo, para ver qué tal se las bandeaba con el lenguaje de las viñetas, que tantas posibilidades ofrece. Pensé: Hombre, aunque sea el autor de El juego de Ender, tiene un currículum que lo puede haber llevado a concebir una pequeña locura genial al verse libre de taras y galeradas. Es un aliciente.
Pues nasty de plasty. Cuanto hizo fue recargar los conceptos de El juego de Ender pero aplicándolos a TONY STARK, el entrañable genio playboy borracho que interpreta ROBERT DOWNING JR. con un acierto que, al principio, no le veía. (Tampoco tenía carisma MICHAEL KEATON y legó los más decentes BATMAN hasta hace poco.) Pese a todo, Scott Card tiene un costal de palabras y argucias que le permitieron introducir elementos que daban vida a la obra, pero no al extremo de decir: “Los cojones de San Braulio, ¡que me está quitando el tío el sueño esperando leer el desenlace!” (y perdón por la blasfemia). La hacían un punto amena… de un total de cien.
Otro niño repelente: TONY STARK

Profundizó en ese personaje del todo/completamente desconocido, HOWARD STARK, que en la serie original de EL HOMBRE DE HIERRO sólo era magnate progenitor de Tony. A partir de su obra, es mi impresión, otros guionistas empezaron a trabajarlo buscándole las vueltas al enigmático procreador, que Scott Card mostró como un cruce de OSCAR SCHINDLER y JR. EDWIN. Santificó a la madre de Tony, MARIAH, y si mal no recuerdo, hizo un poquito más vil a su primo, MORGAN. Salía, ¿no?
A estas alturas, habréis adivinado que detesto también EL SEXTO SENTIDO, ¿verdad?
Vuestro Scriptor.