viernes, 2 de diciembre de 2022

SUPERNOVA, EL FIN DE UNIVERSO — EL BODRIO QUE CAYÓ DEL ESPACIO

 

Afiche. Qué lejos está este
WALTER HILL de
CALLES
DE FUEGO o TRAICIÓN
SIN LÍMITE. Nada que
esperar de este tostón

Hay que imputarle a RIDLEY SCOTT una moda que ha resultado mefítica para el cine de eventos cósmicos: la del alienígena feroz o psicópata desmadrado que genera la “angustia de la nave” a una abúlica tripulación desesperada por volver a la Tierra, o donde sea.

Scott, en justicia, recibió un guión, puso su mejor arte en hacer un clásico de la ciencia ficción y resultó que, por desgracia, ‘apadrinó’ una escuela donde todo mediocre cree que puede medrar. Monto un escenario claustrofóbico en el peor elemento posible, el espacio exterior (inabarcable océano que, aunque saltes a una nave salvavidas, no tienes ninguna posibilidad de ser rescatado; en nuestros mares, aún hay una o dos, quizás), pongo a un reducido puñado de sujetos con sus idiosincrasias a flor de piel y les suelto un fenómeno para que sufran sus judiadas, matándolos de las formas más crueles, impactantes o expeditivas que decidamos pasen.

Esta producción de 2000 no tiene papeletas para ser un clásico estilo ALIEN. Es todo un señor mockbuster, lo dirija, o no, WALTER HILL. Es un producto (en el más despectivo grado posible) ajustado a tópicos que PITCH BLACK supo renovar con notabilísimo éxito, legando, de paso, colosal leyenda urbana para la posteridad, el anti-RIPLEY: RICHARD B. RIDDICK. (Anti-Ripley en el sentido de que un varón, de nuevo, destruía al inefable monstruo espacial.)

Conspiración feminista: ¿Tú crees que se
notará mucho que es un mimo con careta
haciendo de robot? Pues sí: canta un wevo

¿Qué ves? Una nave médica, de garbeo por esas órbitas remotas de los sistemas solares más distantes, que capta un SOS reclamando sus servicios para atender a una apartada colonia minera instalada en una luna que ha abandonado su órbita y está a un increíble porrón de años luz de distancia. Precisas cien vidas para llegar allí, en términos siderales.

Y empiezan las cagadas. De por sí, el sobado planteamiento juega en su contra: los mendas llegan allá, sucede algo (contagio, asalto, traslado), que mete en la nave a un insaciable monstruo asesino, comenzando la casquería. El resto está visto ora la nave Nostromo ora la cabaña de POSESIÓN INFERNAL II. A ver quién es el guapo (o guapa) que elimina a la bestia, empleando qué medios, y cuántos secundarios, y de qué modo sanguinario, caen, actores pura carne de cañón de un manido libreto.

El malo trajinándose a la señorita enfermera;
menudo elemento, el mutante este. Todas las
tonterías de los personajes así, los contiene


Buena cagada, ésta: pueden viajar millones de años luz mediante un salto interdimensional quántico (ríete de los reactores trekkie de la Enterprise) empero ¡no tienen un puñetero robot, IA, como quieran designarlo, decente! Es un mimo enmascarado que va dando tumbos por la enfermería disfrazado de aviador, e induce la pregunta de cuál es el efectivo avance científico de esa Tierra futura.

Para hacerse, no obstante, los interesantes, en una nave fea con escenarios válidos para una producción estilo AEROPUERTO, meten un elemento digno de historieta de JACK KIRBY. En la explotación minera, los piratas que pretendían saquearla hallaron una especie de huevo cósmico, cuya capacidad para re-recrear el Big Bang está ya en marcha.

El andoba que envió el SOS va volviéndose un pirado asesino gradualmente más fuerte, con alucinantes poderes de regeneración, y empieza a cargarse a toda la tripulación porque no parece desee compartir con ellos cierto porcentaje al venderlo a alguien, mas luego resulta que, lo que quiere en verdad, es gozar en exclusiva del poder supermutador que desprende el artefacto (a ver quién lo creó, con qué verdadero propósito, se pone ANGELA BASSEY —¿nueva Ripley negra?— a especular durante una escena, hecha para desmarcarse, sin duda, de lo que el espectador estaba ya intuyendo: un final con elementos de catarsis que había visualizado en ¿cuántas producciones de igual corte?).

JAMES SPADER trabajaba mejor en
STARGATE. Y Stargate tampoco se luce...

Decepcionante y atolondrado final Disney (preWOKE) para una película fría, desangelada, de antipáticas interpretaciones, peor que mediocre, que sólo puede pasar a los anales por ser de las peores jamás filmadas del género, y que nunca debieron rodar.