Afiche. Qué lejos está este WALTER HILL de CALLES DE FUEGO o TRAICIÓN SIN LÍMITE. Nada que esperar de este tostón |
Hay que imputarle a RIDLEY SCOTT una moda que
ha resultado mefítica para el cine de eventos cósmicos: la del alienígena feroz
o psicópata desmadrado que genera la “angustia de la nave” a una
abúlica tripulación desesperada por volver a la Tierra, o donde sea.
Scott, en justicia, recibió un guión, puso
su mejor arte en hacer un clásico de la ciencia ficción y resultó que, por
desgracia, ‘apadrinó’ una escuela donde todo mediocre cree que puede medrar. Monto un escenario claustrofóbico en el peor elemento posible, el espacio
exterior (inabarcable océano que, aunque saltes a una nave salvavidas, no
tienes ninguna posibilidad de ser rescatado; en nuestros mares, aún hay una o
dos, quizás), pongo a un reducido puñado de sujetos con sus idiosincrasias a
flor de piel y les suelto un fenómeno para que sufran sus judiadas, matándolos
de las formas más crueles, impactantes o expeditivas que decidamos pasen.
Esta producción de 2000 no tiene papeletas
para ser un clásico estilo ALIEN. Es todo un señor mockbuster, lo dirija, o no, WALTER HILL. Es un producto (en el más despectivo grado posible) ajustado a tópicos que PITCH
BLACK supo renovar con
notabilísimo éxito, legando, de paso, colosal leyenda urbana para la
posteridad, el anti-RIPLEY: RICHARD B. RIDDICK. (Anti-Ripley en el
sentido de que un varón, de nuevo, destruía al inefable monstruo espacial.)
Conspiración feminista: ¿Tú crees que se notará mucho que es un mimo con careta haciendo de robot? Pues sí: canta un wevo |
¿Qué ves? Una nave médica, de garbeo por esas órbitas remotas de los sistemas solares más distantes, que capta un SOS reclamando sus servicios para atender a una apartada colonia minera instalada en una luna que ha abandonado su órbita y está a un increíble porrón de años luz de distancia. Precisas cien vidas para llegar allí, en términos siderales.
Y empiezan las cagadas. De por sí, el sobado
planteamiento juega en su contra: los mendas llegan allá, sucede algo (contagio,
asalto, traslado), que mete en la nave a un insaciable monstruo asesino, comenzando
la casquería. El resto está visto ora la nave Nostromo ora la cabaña de POSESIÓN
INFERNAL II. A ver quién es el guapo (o guapa) que elimina a la bestia, empleando
qué medios, y cuántos secundarios, y de qué modo sanguinario, caen, actores pura
carne de cañón de un manido libreto.
El malo trajinándose a la señorita enfermera; menudo elemento, el mutante este. Todas las tonterías de los personajes así, los contiene |
Buena cagada, ésta: pueden viajar millones
de años luz mediante un salto interdimensional quántico (ríete de los reactores
trekkie de la Enterprise) empero ¡no tienen un puñetero robot, IA, como quieran
designarlo, decente! Es un mimo enmascarado que va dando tumbos por la
enfermería disfrazado de aviador, e induce la pregunta de cuál es el efectivo
avance científico de esa Tierra futura.
Para hacerse, no obstante, los interesantes, en una nave fea con
escenarios válidos para una producción estilo AEROPUERTO, meten un elemento digno de historieta de JACK KIRBY. En
la explotación minera, los piratas que pretendían saquearla hallaron una
especie de huevo cósmico, cuya capacidad para re-recrear el Big Bang está ya en marcha.
El andoba que envió el SOS va volviéndose
un pirado asesino gradualmente más fuerte, con alucinantes poderes de
regeneración, y empieza a cargarse a toda la tripulación porque no parece desee
compartir con ellos cierto porcentaje al venderlo a alguien, mas luego resulta
que, lo que quiere en verdad, es gozar en exclusiva del poder supermutador que desprende
el artefacto (a ver quién lo creó, con qué verdadero propósito, se pone ANGELA
BASSEY —¿nueva Ripley negra?— a especular durante una escena, hecha para desmarcarse,
sin duda, de lo que el espectador estaba ya intuyendo: un final con elementos
de catarsis que había visualizado en ¿cuántas producciones de igual corte?).
JAMES SPADER trabajaba mejor en STARGATE. Y Stargate tampoco se luce... |
Decepcionante y atolondrado final Disney (preWOKE) para una película fría, desangelada, de antipáticas interpretaciones, peor que mediocre, que sólo puede pasar a los anales por ser de las peores jamás filmadas del género, y que nunca debieron rodar.