WALTER TEVIS especula cuanto puede en cómo de honda
puede ser la repercusión psicológica, la caída en la decadencia, de un virtuoso
visitante extraterrano inmerso en nuestra Zoociedad. Este libro es lindo,
escrito con un elegante lenguaje erudito que no aburre, destaca la cultura del
autor, que emplea estos pulidos verbos sin brío empero sin pausa para construir
una interesante aunque amarga parábola que a CARL SAGAN le habría gustado leer,
estimo…, caso de que no la leyera en su momento. ¿No confesó Sagan era fan de las
crónicas de JOHN CARTER en Barsoom en su niñez? Perdura el amor
por lo fantástico, por mucho que luego renieguen de él por avergonzado postureo
académico.
Sin duda, esta novela es inmensamente
superior a la pretenciosa bazofia glorificada de ESTACIÓN DE TRÁNSITO, sobre la cual pienso seguir vertiendo
descrédito. Estación de Tránsito es el estandarte/paradigma de cuánto de moñas
pueden ser la ciencia ficción y sus fatuos acólitos. Reúne cuantas falacias y
debilidades posee el género, postulándose a obra transhumanista, panteísta,
integracionista, cuanto acabe en “ista” de ese cariz.
Hablo de eso de “son unos chiquillos”
(THOMAS JEROME NEWTON, el antheano protagonista, comete ese pecado) y todavía
deben madurar mucho Mucho MUCHO para unirse a la vasta comunidad pangaláctica
de planetas que han repudiado toda violencia y BLABLABLÁ. Mas, cuando rascas
apenas un poco, descubres que muestran idéntico orín codicioso o xenófobo que
el nuestro, para disgusto de los “apóstoles del tránsito”.
Por desgracia, esos flatulentos elitistas han
logrado posicionarse de tal influyente forma que pueden condenar o ¡ensalzar!
autores y obras a su inane caprichoso gusto. Aunque ¡cuan ácido debe ser para
ellos, verdadero tormento, descubrir que las historias que triunfan son las situadas
en las antípodas a sus melindrosos gustos de marisabidillas!
STAR WARS (no la contaminada/destruida por el
fascismo WOKE) prevalece sobre los postulados sandiosasimovianos de pacifistas mundos
refinados a quienes conturba el trauma del retraso de la hora del té, o se
embarcan en largos/tediosos parlamentos en despachos (donde dos garlan
mucho/todo vacío/hacen nada) por la simple razón de que, magia visual aparte/nebulosos
conceptos espirituales que prenden por semejarse lo justo con nuestras
religiones, los conflictos que el espectador presencia a modo los retratan en los
noticiarios.
Fuerzas militares, opresores malignos, rebeldes al dictator… GEORGE LUCAS trasladó el más
negro momento del telediario al Cosmos dándole un apabullante decorado para,
desde tan nefando légamo, convencer al espectador que el Bien artúrico de veras
vencerá al Mal. Por eso Star Wars triunfa donde siempre fracasará STAR TREK, el paladín del militarista buenismo
transhumanista burocrático. Gana por su cotidiana simplicidad.
Tevis parte de un prosaico escenario diario
que va alterándolo de modo gradual la injerencia de un elemento tecnológico
superior. Su novela puede definirse aun un anti-western, pues el quebradizo forastero no hace nada por salvar una Tierra
de 1976 próxima a la Tercera Guerra Mundial. Tevis comenta que hay tensiones
que apuntalan esa posibilidad; lo más que NATHAN BRYCE,
empleado/confidente/amigo de Newton, pesimista da diez años a la Humanidad
antes de autodestruirse.
¿Hará algo que elimine esa fatalista posibilidad
Newton, enviado en desesperada misión desde su moribundo Anthea, cuya
escasísima población debe traer a la Tierra en un transbordador que construye?,
solicita Bryce. No. Newton, dañado por el abrasivo roce con los humanos, ni
tiene fórmulas mágicas, técnicas o retóricas para disipar esa amenaza, como
tampoco cree en su misión, dejándola decaer. La Humanidad trituraría a sus
débiles compatriotas, está seguro. Mejor… mueren en Anthea. En casa, al menos.
Tevis juega con las figuras. Bryce sugiere ver en Newton al nuevo Jesucristo, el de la Segunda Venida, de la que Newton se mofa apesadumbrado. Más atención dedica Tevis a la de ÍCARO, aunque pienso Newton debe ser comparado con PROMETEO, atado a la roca del alcoholismo y con las asaduras sacadas por un insensible agente del FBI.